El traslado de la devaluación a precios y tarifas transforma a las paritarias en un terreno decisivo para la clase obrera. La deliberación crece en los lugares de trabajo. Entre la burocracia sindical nadie quiere ser el Papagno de 1975, que firmó a un tercio de la inflación por orden de Isabel y quedó escrachado. Así las cosas, hablan de “unidad”, mientras la división toma nuevos contenidos.
Los oficialistas advierten un gobierno en demolición y algunos de sus alfiles se pasaron de bando; como Fernández de UTA, y Maturano de La Fraternidad. Caló forzó una reunión con Cristina para evitar más desbande. Yasky salió con un proyecto de ley sindical para cotizar su subordinación.