El arreglo con Chevron es bueno

El arreglo con Chevron es bueno, aunque le regalen los 20 o 30 pozos que están negociando.

Desde que YPF fue confiscada (expropiación sin indemnización) es un bebé que largaron sólo en un parque: gatea, llora un poco, mira para todos lados, capaz encuentra un perro que le da un beso pero que no puede enseñarle a caminar o a hablar. El perro es Kicillof y su banda de becarios del Conicet que no saben de petróleo. Ni de economía, pero es otro tema.

Al bebé le tienen que enseñar cosas para que crezca y pueda manejarse por sí mismo. Y apareció Galuccio, que lo tenían escondido porque no le interesa el peronismo. Verán, los que estamos en petróleo tenemos un entusiasmo por lo que hacemos que es igual al entusiasmo del que es fanático de un deporte. Nos preguntan y empezamos a hablar de números, de permeabilidad, de porosidad, de la calidad de petróleo según cada zona, de los negocios de una compañía, de otra, de los modelos de concesión en un país, en otro. Y nos deprimimos con Argentina. Porque es raro, porque no saben. Pero Galuccio es Galuccio e hizo el camino del profesional del petróleo argentino: estudiar en EEUU o Escocia, trabajar en el midwest, algo de Medio Oriente y terminar snobeando en Londres. La última etapa es ir a trabajar con YPF, con amor. Esperando los nietos.

Galuccio hizo el camino de la rata del oilman. No podría ser más perfecto para el puesto: armó su grupete de fellows amantes del crudo y se volvió a hacer patria. Pero se encontró con la UBA, con el Conicet, con tipos que en 2013 enseñan plusvalía, amantes de la industria pesada y obsoleta pero que inauguran fábricas de ensamblajes de celulares o bicicletas. Los mismos que no dejan que entren tuercas pero te ponen mil trabas si las querés fabricar. Intelectuales que se llaman a sí mismos “soldados”. Chicos que cuando negocian con petroleros gringos, rusos o franceses los obligan a tomar mate (algo problemático para alguien que no está acostumbrado), les hablan de Irak y cuentan que le robaron el petróleo a la dictadura de Saddam. Chicos.

Voy a Chevron: para que YPF deje de ser tomada como un bebé tiene que ir con su mochilita por el mundo mostrando a una empresa como Chevron, eso significa “no son tan locos o idiotas, porque Chevron labura con ellos”. Pasás del petróleo confiscado a una empresa nacionalizada (no está mal) que cerró con Chevron, que no es Oro Negro Hermanos SRL, es Chevron. Se va a arreglar por U$S 1.000 millones. No es nada, es un buscapié, es una pruebita, es para ver si les dejan pasar las máquinas por la aduana, si los dejan trabajar en paz… en definitiva, si cumplen con el contrato. Es más, se trata de ver si el jefe es Galuccio o a la compañía la manejan pasantes treintañeros, soldados de Kiciloff que nada saben del tema. Como antecedente, parece que este año la pulseada la ganó Galuccio, seguramente porque el desastre económico manchó un poco la credibilidad del profe de plusvalía de la UBA.

En suma, si cierran definitivamente con Chevron y funcionan como una petrolera normal por lo menos un año, volverán los interesados en las licitaciones de bloques.

Ecología: antes del shale gas había reservas de petróleo para 30 años, hoy hay para 500 o más si se inventa algo para llegar a las fosas oceánicas, o a los polos o a Marte. El mundo funciona con petróleo, sin petróleo nos morimos todos y sobreviven las mojarritas y las palomas. Y yo y ustedes, hasta donde tengo claro, somos humanos, no grillos. Se puede hacer fracking sin contaminar, falta un año o dos para que que la extracción sea totalmente limpia como lo es la extracción vertical.

Y cuando Argentina madure va poder explorar (de una vez) su mar, y por qué no el litoral y el Chaco, en donde hay 10 vacas muertas enterradas.

Cierro diciendo que cualquier arreglo con Chevron sirve dentro del negocio del petróleo. Si hay coimas, si Chevron no es solidaria, si es yankee, si es la ex Standard Oil, todo eso es para otras discusiones que no tienen nada que ver con hacer que YPF despegue de una vez. Que se hagan las denuncias pertinentes, pero el negocio es otra cosa. Porque el negocio del petróleo es adictivo y todos los que estamos en él queremos algún día ayudar a crecer a la compañía. Y por qué no, a Argentina.

 

N. de E.: Publicado originalmente en la web Política Diagonal.