“El derecho a la vida, a la libertad y al fruto del trabajo, ergo el derecho a la propiedad existen mucho antes de las leyes hechas por el hombre. Por el contrario, el hecho es que la vida, la libertad y la propiedad existen con anterioridad a los intereses mezquinos que motivaron a algunos hombres a imponerle sus caprichos al resto. Hoy los parlamentarios de la república dibujan nuevas excusas más complejas que la voluntad del monarca para someter al pueblo y sólo la reacción de éste es el precio a pagar por la verdadera regencia de nuestros derechos y la equidad que tanto pregonan los que están subidos en un pedestal.”
Frederic Bastiat
Bastiat era diputado en el marco de la convulsionada París de 1848, época en la que todavía los revolucionarios de buena fe intentaban cambiar el orden de las cosas dentro del congreso.
Impulsor del sufragio universal, junto a Proudhon y a los socialistas con quien compartía sitio en la asamblea constituyente y lo logró en 1849. Defensor ferviente de la separación de la Iglesia y el Estado, quien conoce su obra en profundidad sabe que era enemigo de toda forma de discriminación, servidumbre o esclavitud y él mismo formuló la teoría de la Esclavitud Mental, argumentando sabiamente que no existe técnica más rentable de sometimiento que convencer al ciudadano de que no se rebele, ya sea a través de los miedos al castigo humano o divino, del discurso de que las instituciones son sagradas, del discurso demagogo que grita a los cuatro vientos que el pueblo gobierna o que tales o cuales políticas que azotan a los trabajadores, a los jubilados, a la gente de carne y hueso se realizan por el bien de la patria o por un crecimiento nacional que sólo ven, a fin de mes, los lobbystas amigos de un gobierno.
Las palabras son más baratas que las balas y cualquier limosna que reciba la gente resulta gratuita para los políticos, dado que el aparato del Estado lo financiamos nosotros, de forma directa e indirecta, en impuestos, con oportunidades que nos robaron, con las facultades que les damos para emitir descontroladamente y el resto de nuestro dinero se traduce en consumo desesperado para escapar de la inflación se los llevan los industriales protegidos por aranceles, o el concesionario mafioso de turno, como don Lázaro Báez o Cristóbal López.
También lo advirtió Bastiat, que hablaba de lo que se ve y lo que no se ve detrás de las medidas de gobierno, de los discursos abstractos de los economistas. Les hablo de Bastiat porque es eterno, porque explicó mecanismos y discursos que utilizan los gobiernos y trascienden épocas y todas las falacias que refutó las repiten hoy los prístinos voceros del kirchnerismo.
Fue uno de los primeros periodistas económicos de la historia, y por sobre todas las cosas fue el mayor divulgador del liberalismo revolucionario en Europa. Un movimiento de lucha de clases, sin contradicción entre la libertad individual y colectiva, que consiguió las garantías judiciales y algún grado de igualdad ante la ley y que perseguía mucho más, que luchaba por el libre mercado radical y también por la libre sindicación. Una pistola encañonada en la frente de cada aristócrata y burgués del momento.
Lamentablemente, las masas a las que Bastiat junto a otros hicieron despertar, se conformaron con algunas reformas. Victor Hugo quedó en la historia gracias a un corazón sensible y a su maestría de escritor, mientras el corazón sensible y la brillante lógica de Bastiat, junto con las 50 mil copias de sus libros que lo convirtieron en el economista más conocido del país se fueron al tacho; y en la actualidad, para alegría de los “progresistas” el término liberal se asocia directamente al conservadurismo autoritario que lo profanó y a las sociedades más intolerantes, jerárquicas y corporativas como Estados Unidos o Alemania.
Incluso algunos conservadores moderados intentan hacer lo mismo con el término “libertario”, más opuesto a sus ideas aún, porque hace alusión a la evolución anarquista del liberalismo clásico. Mientras tanto la mayoría de los argentinos ignora estas cuestiones y también juegan al avestruz con los problemas más urgentes del presente y prefiere distraerse por las peleas de vedettes de Clarín y el gobierno, total “No estamos como en el 2001″… todavía.
Rebeliones en España, los países árabes, Turquía y Brasil, cada vez más cerca, y los detonantes nos son cada vez más familiares: inflación, inseguridad, altos impuestos, desigualdad extrema fomentada por el gobierno, desforestación, persecución a los opositores.
Ya hasta la pantalla de TN que pasa cada media hora informes sobre las protestas brasileñas te está sugiriendo sutilmente que sumes 2+2, que nos sobran los motivos para levantarnos. Para rebelarnos.
Irónicamente, son los mismos señoritos que junto a todos los políticos “opositores” ponían a Brasil de ejemplo; y les puedo asegurar que el modelo nac&pop está pintarrajeado a imagen y semejanza del keynesianismo auriverde, donde para ahorrarle la molestia de mentir al IBGE (equivalente al Indec) los corruptísimos policías de San Pablo armaron los horribles escuadrones de la muerte para exterminar a los indigentes de los barrios lindos de gente linda como Puerto Madero.
El congreso brasilero sitiado por manifestantes. De todas formas no importa quien diga, o en este caso quién sugiera una verdad… Y ya algunos organizadores del 8N, que se sacaron la careta y están buscando votos para los partidos que los adoptaron, quieren atenuar la tensión haciendo énfasis en que se trata de otros países. O que la rebelión ciudadana del 2001 y 2002 desembocó en esta década…
Ni más ni menos que la falta de ímpetu y de consciencia dejaron que la disconformidad de hace diez años se disuelva y casi la totalidad de los que se bancaron el corralito, el desempleo y la represión feroz cerraron la boca hasta que el barco empezó a hacer agua de nuevo. A mucho menor escala, esa misma ambiguedad cubrió al 13s, al 8N y al 18A donde la izquierda libertaria estuvo presente y chocó con propuestas de transformación.
Por otro lado, Bastiat dijo “Si las personas y los productos no cruzan las fronteras, tarde o temprano las cruzarán los ejércitos” refiriéndose a que el proteccionismo, el nacionalismo y similares intentos de encerrar y dividir a la gente tienen un final muy infeliz.
Yo te digo, si la infancia, el trabajo, la pobreza, la muerte o el amor desconocen los límites que los planificadores de otro siglo dibujaron en los mapas, ¿por qué vos los tolerás? Si de hecho la corrupción y la injusticia están más globalizadas que nunca, ¿por qué los turcos, los brasileños o los paraguayos salen a la calle sin cacerolas y con consignas claras y vos no?
La situación del indignado de cualquier país y la tuya coinciden muchísimo, pero en vez de empezar a planear qué es lo que querés para tu futuro y disponerte a luchar por eso te quedas a debatir en Facebook y Twitter o a ver a Lanata escrachando a los pobres bagalleros que sin cometer ningún crimen verdadero mantienen a su familia y le llevan la oportunidad de vestirse o comer a los más necesitados allá en las olvidadas provincias del Norte, donde se asesina a los qoms. O mejor, que la sueca relate el partido o que te repitan más veces el video de Néstor y su pasión por las cajas fuertes.
Al fin y al cabo esperemos que los medios, que los jueces o que los próximos ladrones de turno lo que nadie hizo por vos, defender tus derechos y tu dignidad en vez de exprimirlos y sacarles jugo. ¿Por qué? ¡Porque esto es Argentina!
Argentina no está en otra galaxia, los miserables somos todos y todas. Las fronteras están para partirse.