Se reclaman las “políticas de Estado”, se exigen “consensos”, se llama a ponerse “de acuerdo en cuatro o cinco cosas básicas” y pensar en las futuras generaciones.
Se advierte que el Gobierno es “crispado”, que “divide a los argentinos” y que no dialoga.
Se afirma que el Congreso Nacional es una “escribanía” donde sólo se hace lo que el Poder Ejecutivo quiere.
Cualquier episodio que pueda encajar en ese esquema de pensamiento recibe amplia atención por parte de buena parte de la prensa y de la “opinión pública”.
Esta semana, el Congreso convirtió en ley una iniciativa del Gobierno nacional para combatir el trabajo en negro. El Senado aprobó el proyecto por unanimidad. En la Cámara de Diputados el resultado fue 227 afirmativos, 3 negativos y 4 abstenciones. En contra se pronunciaron los dos diputados del Frente de Izquierda que concurrieron a la sesión -Néstor Pitrola decidió ausentarse a la hora de votar porque dijo tener “un compromiso”- y el macrista Federico Sturzenegger. La noticia se difundió en voz baja. Quizás algún lector se entere al leer estas líneas.
El trabajo no registrado llegó a casi el 50 por ciento de los asalariados en 2003 y hoy se ubica en torno al 33 por ciento, según las cifras oficiales. El proyecto que ahora es ley otorga incentivos al sector privado, especialmente a los microempleadores más precarios. Y a la vez aumenta en forma sustancial las sanciones a empresarios fraudulentos (más información aquí). El combate al trabajo en negro, la creación de puestos de trabajo en condiciones “decentes” es uno de los mayores desafíos de toda América Latina, el continente más desigual del planeta, y por supuesto también de la Argentina. La existencia de más herramientas en ese sentido son algo para celebrar.
Me pareció adecuado utilizar este espacio que me ofrece Infobae para destacar que en la dirigencia argentina, a uno y otro lado de la línea que separa al oficialismo de la oposición no todo es piripipí, ni consignismo vacío, ni una “decadencia sin fin”, como quieren mostrar algunos sectores, a los que lo que más parece molestarles es la política.