Si todo sigue su acostumbrado cauce, el próximo viernes 8 de abril se cumplirá un mes sin justicia desde la muerte del activista senegalés Massar Ba, quien fuera encontrado muy malherido en una esquina del barrio porteño de San Cristóbal la madrugada del lunes 7 de marzo y derivado al hospital Ramos Mejía, en el cual, a causa de las heridas y los traumatismos infringidos, falleció horas más tarde, con muy escasa repercusión mediática en las horas inmediatas, más allá de los anuncios en redes sociales de agrupaciones de activistas, militantes y de los pocos a quienes el caso conmoviera.
Massar Ba tuvo una carrera en el activismo desde temprano, a su ingreso al país, en 1995, como uno de los tantos inmigrantes subsaharianos llegados desde comienzos de los noventa al país, donde también formó una familia y tuvo varios empleos para sobrevivir. Convertido en un referente de los suyos, fue invitado a la televisión como representante de los manteros (principalmente de sus compatriotas) para denunciar los abusos que vivieron de parte de las fuerzas policiales, las que en varias ocasiones les quitaron sus productos y los arrestaron violentamente. Eso motivó, en agosto de 2015, una concurrida manifestación de los vendedores ambulantes frente al Congreso, representados por Ba. Se especula con que el grado de compromiso asumido por el senegalés pudo haber sido la causa de su muerte. Los allegados a él afirmaron que en los días previos a su muerte mantuvo una actitud huidiza, como consciente del peligro que lo acechaba. Continuar leyendo