Recientemente se dio a conocer una publicación elaborada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) titulada “Pactos para la igualdad. Hacia un futuro sostenible”. En la misma, la CEPAL se enfoca en detallar los grandes avances alcanzados en la región durante la última década, como así también identificar potenciales obstáculos que pongan en riesgo la sostenibilidad de proyectos inclusivos que prioricen la mejora en la calidad de vida de los pueblos, a partir de la identificación de diversos ejes, como pueden ser una distribución del ingreso más equitativa, una reducción en los indicadores de pobreza e indigencia, el acceso de las mayorías a la salud y a la educación, entre otros.
A partir de la reciente publicación, se pueden identificar una serie de indicadores que reflejan las mejoras en el poder adquisitivo de los trabajadores, como así también la disminución de la desigualdad en términos de ingresos y, por ende, de oportunidades. Entre estos indicadores, podemos mencionar los siguientes:
El Coeficiente de Gini. Este indicador mide la desigualdad en los ingresos. Los valores pueden variar entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde a una situación de perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde a una situación de perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). En base a los datos suministrados por el informe de la CEPAL, este indicador tendió a aumentar en el año 2002, a raíz de las políticas neoliberales implementadas durante los años ‘90. A partir de la apertura de paritarias en la presidencia del ex presidente Néstor Kirchner y de las políticas de ingreso que llevan más de una década, este indicador tendió a disminuir hasta ubicarse en una situación mejor que durante el inicio de la Convertibilidad.
Distribución Funcional del Ingreso. A través de este indicador se puede identificar cómo se distribuye la riqueza producida en un país en los diferentes factores productivos, por ejemplo la participación de la masa salarial en el Producto Bruto Interno (PBI). En este sentido, se observa la fuerte caída en este indicador a inicios de la década 2000 para, posteriormente, volver a recuperar parte del espacio perdido. Aunque aún no nos encontramos en valores previos a la década de los ‘90, la trayectoria va en aumento.
Desigualdad en logros educativos. Este indicador capta las desigualdades en materia de educación. La importancia de medir este aspecto social radica en que las disparidades en materia educativa reproducen disparidades a lo largo de la vida laboral, ya que la calidad de empleo depende en buena medida del nivel educativo; pero también la disparidad educativa genera diferentes capacidades para el ejercicio de la ciudadanía. En este sentido, pues, durante la última década se produjeron avances en la región respecto del promedio de años de educación en todos los quintiles. No obstante cabe destacar que este indicador es el que mas desigualdad revela entre la población de mayores ingresos y aquel quintil de menor ingreso, asimismo, la Argentina, Chile, Panamá, Uruguay y Venezuela presentan los menores valores del indicador de desigualdad, según la CEPAL.
Desigualdad en el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones. Como su nombre lo anticipa, este indicador da luz sobre las diferencias que existen en una sociedad a la hora de acceder a la tecnología y la comunicación, sobre todo en lo que respecta a la conectividad. En estos tiempos donde los avances tecnológicos transcurren a un ritmo sin precedentes, modificando procesos de producción, organización y comunicación, el acceso a las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) resulta clave para una mayor igualdad en el desarrollo de capacidades. Así, la política “conectar igualdad” ha entregado hasta la fecha poco menos de 4 millones de notebooks, democratizando y ampliando el acceso a estas tecnologías.
Desigualdad en la incidencia del hacinamiento. Según el citado informe, el hacinamiento genera problemas de convivencia y salud que afectan la autonomía y el bienestar de las personas. Del mismo modo, existe una relación inversa entre el hacinamiento y los logros educacionales. Entre 2002 y 2011 la región mostró considerables avances en la disminución de la incidencia del hacinamiento. Los países con mayores niveles de hacinamiento muestran mayor desigualdad en la distribución; sin embargo, en todos los países las brechas en cuanto a las condiciones de hacinamiento han disminuido entre 2002 y 2011.
En resumen, lo que destacamos del informe son los logros alcanzados en la región y particularmente en Argentina en lo que respecta a la inclusión social y a la igualdad, no solo económica, sino también educativa y comunicacional. Hoy en día, quienes no comparten los intereses colectivos que prioriza este proyecto nacional quieren instalar el fin de ciclo creando un clima de inestabilidad e incertidumbre. Por eso, hoy más que nunca debemos valorar el camino transitado y revisar el pasado para comprender el presente y construir el futuro.