Basura: por qué incinerarla es una muy mala idea en el siglo XXI

Debemos imitar a la naturaleza y reciclar todo lo que podamos. Necesitaríamos cuatro planetas si todos tuviéramos el mismo nivel de consumo que los estadounidenses y dos planetas si todos consumiéramos tanto como los europeos. Algo tiene que cambiar y el mejor lugar por donde empezar es con la basura. Todo el mundo la genera y, por ello, somos todos en parte responsables de vivir de forma no sostenible. ¿La incineración es sostenible?

Cada vez que una comunidad construye una planta incineradora de basura retrasa las soluciones reales unos 25 años: el tiempo necesario para recuperar la cuantiosa inversión que implica. Cada vez que quema algo es que volver al comienzo: extracción – manufactura – consumo – basura. Después de 25 años, lo único que le queda es un montoncito de cenizas de aproximadamente un cuarto de la masa de la basura incinerada.

Por lo tanto, la incineración no es saludable para el planeta ni para las economías locales ni nacionales. No obstante, otra cuestión que ha dominado el debate es: “¿Es seguro incinerar?”.

Sin duda, en el transcurso de más de 25 años la industria perfeccionó la captura de los contaminantes que se liberan, pero seguimos siendo rehenes del buen o mal diseño, funcionamiento y monitoreo de las plantas, así como de las disposiciones aplicadas. En el peor de los casos, estos metales (plomo, cadmio, mercurio, cromo, etc.) salen a la atmósfera y, en el mejor, se los captura en los dispositivos de control de la contaminación. ¿Hacia dónde va la ceniza? En Alemania y Suiza, se coloca la ceniza volante en bolsas de nylon y se la deposita en minas de sal. En Japón, numerosos incineradores vitrifican la ceniza, lo que la transforma en un material similar al vidrio, pero ello le resta al sistema una cantidad enorme de energía. ¿Saben adónde va la ceniza en esta propuesta?

Por cada cuatro toneladas de basura incinerada se obtiene al menos una tonelada de ceniza.

Antes de construir un nuevo incinerador, los funcionarios del gobierno (o el público) deben obligar al director del proyecto a brindar respuestas científicas a las preguntas centrales que plantea este artículo. Si no son capaces de darlas, sin duda construir la planta es apostar imprudentemente la salud de la ciudadanía.

Las alternativas no son utopías: muchas comunidades de California, Canadá, Italia, Nueva Zelanda, España y el Reino Unido se han embarcado en la estrategia basura cero y han alcanzado resultados muy rápidos y excelentes. San Francisco (población: 850.000 habitantes) ha alcanzado un desvío del 72% de eliminación de residuos. En Italia, Novarra, cerca de Turín(población: 100.000 habitantes) alcanzó el 70% en apenas 18 meses. Salerno pasó de 18% a 82 % en un año y el pueblito de Ursibil, en España, llegó al 86%.

Recuerden que solo tenemos un planeta y debemos empezar a comportarnos acorde a ello.