Una política pública en beneficio de la salud

Hoy, 29 de septiembre, se cumplen diez años de la sanción de la Ley N° 1.799 de Control de Tabaco que es definitivamente una norma destinada a la protección y promoción de la salud pública.

Recuerdo que la idea surgió en 2004 cuando, siendo legisladora de la Ciudad de Buenos Aires, un grupo de senadores californianos me visitó en mi despacho. Ellos relataron detalladamente el éxito de la ley en su Estado, ideada para proteger del humo ambiental del tabaco a los no fumadores.

Fue motivador empezar a analizar el tema y descubrir que Helio Rebot, compañero de bancada, estaba elaborando un proyecto similar.

Cuando emprendimos la tarea, parecía imposible transformar los espacios cerrados en “ambientes sin humo de tabaco” ya que era una imagen habitual ingresar a un bar o restaurante y ver a las personas fumando. Muchos nos desalentaban, diciéndonos que una ciudad como Buenos Aires, donde el cigarrillo acompaña al tango y al café, no estaba preparada para semejante cambio de paradigma.

El trabajo y esfuerzo permitió que en septiembre de 2005 se aprobase la ley, pese a los obstáculos que intentaron interponer la industria tabacalera y unos pocos legisladores, que dudaban de los beneficios de una legislación de estas características. Insólitamente, algunos se amparaban en su propia adicción para proponer reformas sobre el texto original, salido de la Comisión de Salud con la aprobación del 100% de lugares libres de humo.

La Ciudad de Buenos Aires ha dado pasos importantes en la lucha contra la pandemia del tabaquismo, en concordancia a los estándares internacionales establecidos en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Como resultados positivos podemos observar que, en el transcurso de estos diez años, la prevalencia del consumo de tabaco se redujo nueve puntos: se logró proteger a los no fumadores del humo ambiental de tabaco o de segunda mano y se pudo concientizar a la población sobre los efectos nocivos del tabaquismo.

La aprobación e implementación de la ley representó un cambio cultural rotundo en nuestra sociedad e, incluso, sirvió de modelo para que otras jurisdicciones adoptaran medidas similares. No sólo eso: en aquellas donde ya se habían aprobado normas similares, estas salieron a la luz con mayor fuerza.

El gran paso que dio la Ciudad de Buenos Aires una década atrás permitió visibilizar un problema que hasta ese momento era considerado únicamente por especialistas y algunas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas la UATA ( Unión AntiTabáquica Argentina), la cual acompañó la redacción de esta ley.

Los logros obtenidos son consecuencia del consenso y apoyo por parte de la sociedad que adhirió rápidamente acompañando en forma activa la iniciativa por ser una propuesta en beneficio de la salud. Existió–y existe- un verdadero y auténtico control social.

Es necesario continuar el camino emprendido en el año 2005 y fortalecer las pautas establecidas por la legislación vigente; celebro cada uno de los proyectos de los legisladores para profundizar la ley 1799 mejorando y difundiendo cada vez esta política pública iniciada una década atrás.