Hay tres maneras y solo tres de financiar el Gasto Público en su acepción más amplia: a) los impuestos, b) el endeudamiento y c) la emisión monetaria. La cuestión fundamental que se debate en el Congreso Nacional al tratarse el Presupuesto para 2014, es que habida cuenta que las dos primeras alternativas son prácticamente inexistentes, la primera porque la presión fiscal está desbordada y el endeudamiento cerrado para nuestro país, solo como posibilidad abierta, la emisión monetaria.
Pero eso no es tan así. ¿No hay un límite para la emisión, o el BCRA puede hacer funcionar las impresoras de la Casa de la Moneda hasta que se fundan los engranajes? Para responder al interrogante hay que conocer cuáles son las funciones de ese papel que se denomina billete y que tiene distintas nominaciones. Ellas son: a) intermediario en la compra-venta de bienes y servicios, b) como unidad de cuenta y c) como depósito de valor. En un escenario inflacionario, estimado entre 25 y 26% anual, la primera función se cumple en tanto y cuanto las operaciones se hagan de contado ya que las compras a plazo implican un cargo adicional por la desvalorización presunta. La segunda función no se cumple plenamente a menos que se calcule por una tasa de inflación presunta. La tercera función no se cumple a partir de cierto punto, que es el que veremos.
En el año 2012, el BCRA aumentó sus pasivos monetarios (emisión) en 86.707 millones de pesos, de los cuales el 54,8% se usaron para financiar al fisco (47.495), el resto fue para comprar dólares y el resto para esterilización vía Lebacs neto de redescuentos. En definitiva la variación en la emisión respecto de 2011 fue de + 36,7%. Veamos ahora el corriente año.
Se estima que en el 2013 la emisión aumentará hasta 82.702 millones, de los que 75.000 millones tendrán como destino al fisco, es decir el 90,7%. Frente a esta realidad, que marca un aumento interanual del 47,495% al 90,7%, pierden identidad los demás conceptos y da lugar a expresar que la oferta de dinero está creciendo aceleradamente. Esto da base a que el M3 (dinero + crédito) haya pasado de 36,4% a 31,3% año contra año, con una tasa de inflación en crecimiento (24,9% contra 26,9%) y un PBI creciendo (0,8% contra 3,5% en 2013). De este modo, la demanda real de dinero cayó de 10,7% en 2012 a 0,1% a 2013). En otros términos que la gente no quiere más dinero en su bolsillo. DEMANDA MENOS DINERO.
¿Y qué ocurre en la economía si las necesidades del fisco aumentan, el BCRA emite y la demanda de dinero baja? Algo muy simple, el exceso de pesos aumenta la inflación al aumentar la velocidad de circulación y/o va a atesorarse por medio de la compra de dólares, el que al subir, alimenta a su vez a la inflación. ¿Cómo se corta el nudo? Muy simple, ajustando las necesidades del fisco a la baja.
Así se demuestra que la emisión tiene límites y que el “maldito ajuste” ha de venir por necesidad más que por virtud. Esto da pie a afirmar que después de perder las elecciones de octubre, el rol de la oposición será fundamental para apuntalar políticamente a un gobierno que carecerá de bases de sustentación económica. La situación no es dramática, pero estamos en la faz de amarillo a anaranjado. Para el rojo todavía falta.