El ratoncito no puede salir de la cajita sin tapa

Queda entendido que el cerebro del sujeto de la historia no podría utilizar ninguna herramienta para resolver una cuestión que desconoce, ya que, para él, la tercera dimensión no existe. Este cuentito viene a mi memoria porque puede servir de experiencia en casos de enfrentar problemas cuya solución posiblemente esté más allá de la comprensión humana, aun de los profesionales de ciencias y tecnologías.

Y, claro está, por serme afín, a quienes pretendan diseñar una estructura impositiva que se acerque a lo que podría considerarse un modelo perfecto, es decir a los economistas, que deberían estar dotados de todos los conocimientos científicos propios de la teoría económica como para lograrlo. Va de suyo que excluyo a los que tengan la pretensión de serlo, aunque su tarea se relacione con los impuestos. Siempre afirmé, sin soberbia alguna, que una cosa es diseñar instrumentos fiscales y otra muy distinta, llenar las planillas que los cumplimenten.

Esta introducción vale como antecedente a un seminario que dirigí en el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA) hace por lo menos cuarenta años. En la reunión, el tema a considerar era el impuesto a la tierra libre de mejoras, en relación con la política cambiaria de tipos de cambios diferenciales para el agro y la industria, basados en la distinta productividad relativa de uno y otro sector. Como esta tesis estaba desarrollada en un libro de Marcelo Diamand (Doctrinas económicas, desarrollo e independencia) y allí quedaba expuesta mi posición contraria a los cambios diferenciales (tipo de cambio único) para buscar la equidad intersectorial por medio de la estructura tributaria, se justificó el seminario bajo mi dirección. Continuar leyendo