Muchos años antes del extraordinario acontecimiento del advenimiento de un Papa argentino, otro Pontífice, surgido también de las periferias políticas del mundo, dejó una impronta imborrable en nuestra historia, no sólo por su activismo en favor de la paz sino por la identificación que tantos sentimos con su mensaje pastoral. Su pontificado y el de Francisco constituyen signos de la Providencia hacia nuestro país que a ningún argentino de bien pueden dejar indiferente.
Un 2 de Abril de hace diez años pasaba a la inmortalidad Juan Pablo II, el hombre que intervino para evitarnos una guerra fratricida con nuestros hermanos chilenos, que visitó dos veces nuestro país recorriéndolo de punta a punta, y que formuló una encíclica (Laborem Exercens) que fue fuente de inspiración para todos aquellos dirigentes y militantes que pensábamos que el trabajo es ante todo para el hombre un lugar en la vida.
Aquella Carta Encíclica que Juan Pablo II promulgó el 14 de septiembre de 1981 contenía fundamentos para la defensa de la dignidad humana del trabajo de una total identidad con la Doctrina Justicialista. Fue por ello que un grupo de dirigentes, cuadros políticos y sindicales impulsamos la constitución de la Fundación Laborem Exercens para contribuir a instituir política y gremialmente los caminos que el Papa ecuménicamente abría desde la fe. Continuar leyendo