A fines de los cuarenta, en plena Guerra Fría, un famoso dúo actoral de esa época, Abbott y Costello, tuvo un éxito de taquilla cinematográfico con Africa Screams (‘África ruge’), un relato ambientado en clave de comedia en el entonces, para decirlo con un cliché de esos años, exótico continente negro. Como suele pasar, el gran suceso cómico (otra muletilla del periodismo de los cincuenta) tuvo unos años después su versión local en África ríe, esta vez protagonizado por los Cinco Grandes del Buen Humor, otro conjunto muy celebrado durante décadas por los argentinos.
¿África ríe o ruge? Quizás un verbo más adecuado a su propia circunstancia tendría que ser llora, porque el dolor es su verdadero signo existencial en un cuadro dramático donde se conjugan elementos que, si algún punto en común presentan, es un desconocimiento de la dignidad humana. África es un ejemplo palmario del apotegma consumista “Úselo y tírelo”, en medio de una gran indiferencia global.
El viaje del Papa a tres naciones africanas muestra una vez más la prioridad de Francisco por las periferias, y también constituye un modo de hacer real la opción preferencial por los pobres, una categoría evangélica redescubierta por las teologías de la liberación latinoamericanas a fines de los sesenta. Es esta una actitud particularmente asumida por su propio pontificado. De tal modo se percibe cuando todos los problemas, como lo hace Francisco con la ecología en su reciente encíclica Laudato si’, son contemplados en una perspectiva social desde el lugar de los que sufren injustamente. Continuar leyendo