El cambio climático vuelve a ser prioridad en la agenda de las Naciones Unidas y es motivo de importantes movilizaciones mundiales. El Secretario General, Ban Ki Moon, ha promovido una reunión de Jefes de Estado, al margen de la Asamblea General, para impulsar un compromiso ante la reanudación de las negociaciones en Lima en diciembre próximo tras el fracaso de hace un lustro en Copenhague. La intención es que las negociaciones diplomáticas concluyan, en el 2015 en Paris, con un acuerdo global.
Los efectos del cambio climático son cada día más graves y no hay región en el mundo que no sufra graves consecuencias. Las informaciones técnicas señalan que las emisiones de gases efecto invernadero han aumentado en el 2013 en un 2,3% lo que demuestra que lo que se ha hecho hasta el momento es claramente insuficiente.
Las actividades industriales continúan impulsado peligrosamente el volumen de los gases efectos invernadero en la atmósfera, en particular de carbono, metano y óxido nitroso que impiden que el calor de la Tierra se expulse al espacio. Como consecuencia, la temperatura ha subido 0,6 grados y se estima que podría aumentar en los próximos cien años entre 1,4 y 5,8 grados. También ha tenido efectos en el nivel de los océanos que han crecido en un promedio de 20 centímetros en las últimas cinco décadas.
Un acuerdo de alcance global y jurídicamente vinculante que detenga la situación es urgente. Según previsiones, los rendimientos agrícolas sufrirán de manera considerable en la mayor parte de las regiones tropicales y subtropicales como en zonas templadas si la temperatura se acentúa en dos grados. Asimismo, aumentarán episodios frecuentes de tormentas torrenciales, inundaciones y sequias como se ampliará las zonas críticas de desertificación. El escenario geopolítico global también se resiente. En el 2013, de acuerdo a las Naciones Unidas, 22 millones de personas han sido desplazadas con motivo de desastres naturales.
La vigésima Conferencia de las Partes (COP 20) en Perú intentará concluir un mecanismo de fondos para enfrentar el cambio climático y el compromiso de cada país en la reducción de emisiones de gases invernadero. Sin embargo, los problemas políticos entre los principales países emisores y aquellos que no los son, siguen siendo los mismos que hasta ahora han frustrado un entendimiento efectivo. Ninguno quiera hacerse cargo del costo.
Es de esperar que la comunidad internacional, en particular los países más emisores, asuma la responsabilidad que les corresponde independientemente de las implicancias económicas que las medidas demanden. No es posible seguir ignorando el problema.