Brasil se encuentra desde este año empleando uranio enriquecido de producción propia en los elementos combustibles de las centrales nucleoeléctricas que dispone. Según fuentes de Industrias Nucleares de Brasil (INB), la producción 2015 cubrirá el 80% de la demanda de Angra I. Hasta ahora Brasil, noveno con tecnología de enriquecimiento de uranio, importaba aproximadamente 400 toneladas de material fisionable para mantener en funcionamientos las dos plantas nucleares, Angra 1 y 2.
La capacidad industrial del Brasil de enriquecer uranio, iniciada en 1985, finalmente se encuentra dando frutos. La fábrica de Rosende, una de las instalaciones con ese objetivo, es un emprendimiento conjunto del INB y del Centro Tecnológico de la Marina que cuenta con cuatro módulos con un total de diez conjunto de centrifugas. La capacidad instalada permitiría procesar, inicialmente, hasta 40 toneladas anuales. Asimismo, produciría los elementos combustibles para los proyectados submarinos a propulsión nuclear aunque no se descarta en el futuro que disponga de un centro específico para cubrir dicha necesidad por las características más sensible que representa.
Es previsible que el uranio enriquecido para Angra I sea ligeramente enriquecido (entre el 3% y el 5%). Sin embargo, los elementos combustibles para el reactor de los submarinos requieren de un enriquecimiento muy superior. Técnicamente esa capacidad, a través del método del centrifugado rápido, permitiría una concentración sustantiva del isotopo 235 U. Justamente en previsión del alcance delicado de la cuestión, a principios del 2008, Argentina y Brasil suscribieron un documento de intención para integrar ambas industrias de enriquecimiento de uranio y eventualmente encarar un programa de producción conjunta a escala industrial. Lamentablemente, quedó en el olvido. Dicho mecanismo bilateral, de haberse continuado, hubiese sido un paso técnico y político importante para ambos países y una muestra adicional de confianza a nivel global.
Sin perjuicio de las naturales consideraciones que puede despertar la capacidad instalada de Brasil, dicho país es parte del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) y del Tratado de Tlatelolco y, en ese contexto, sujeto a las salvaguardias correspondientes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Asimismo, se cuenta con un sistema de contabilidad recíproca de materiales nucleares con la Argentina (ABAAC). Sin embargo, no se ha adherido al Protocolo Adicional al TNP como tampoco lo ha hecho la Argentina.
El renacer de la energía nuclear en Brasil y la Argentina con un nuevo ciclo de instalaciones nucleares proyectadas, pone en evidencia la necesidad de reflexionar sobre la conveniencia y oportunidad que ambos países se sumen finalmente al Protocolo Adicional al TNP. Argentina ha expresado no tener dificultades y ha comprometido su adhesión cuando Brasil se encuentre en condiciones.
Quizás ha llegado el momento que ambos gobiernos avancen con determinación en esa dirección. La próxima Conferencia de Examen del TNP, en el 2015, podría ser la ocasión ideal para el anuncio bilateral formal que se traduciría en un fuerte respaldo a la no proliferación en el mundo y en un nuevo ejemplo de la permanente vocación pacífica que domina el comportamiento de Argentina y Brasil en el ámbito de la tecnología nuclear.