El hambre en el mundo ha registrado una disminución aunque sigue siendo un problema muy grave y urgente que afecta a 842 millones de personas según el informe 2014 del Instituto Internacional de Investigación sobre la Alimentación de la FAO (IFPRI). El estudio destaca que uno de cada ocho habitantes del planeta ha padecido hambre crónica en el período 2011-1013. Las situaciones de hambruna más apremiantes y endémicas tienen lugar en Eritrea y Burundi con el 60% de la población en condiciones dramáticas.
En otros 14 países, mayoritariamente en África Subsahariana, la situación es considerada alarmante. Ese mismo calificativo lo obtuvo Haití con un aumento del 4,5% al 5,3% de personas que sufren hambre. Los cuadros de hambrunas más apremiantes se encuentran en África aunque el mayor número global de personas que padecen ese flagelo se ubica en Asia con 526 millones. Laos es el caso más serio.
El estudio de la FAO sobre Seguridad Alimentaria en el Mundo destaca que la situación del hambre y el acceso a alimentos proyecta una tendencia positiva para los próximos años. De hecho, sobre la base de distintas comprobaciones, afirma que el cuadro general ha mejorado de manera sensible en la última década. Cien millones de personas han dejado de padecer hambre, principalmente en África.
En América Latina 24 millones han superado esa condición aunque aún existen 37 millones que todavía enfrentan subalimentación crónica principalmente en Bolivia, Brasil y Haití. Las sequias también generan situaciones críticas en América Central, principalmente en Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador.
El informa del IFPRI señala que uno de los programas más exitosos para combatir el hambre ha tenido lugar en Brasil. La política “Hambre Cero”, lanzada en el 2003, ha logrado reducir la pobreza extrema en un 75%. La Argentina mantiene índices comparativos de los más alentadores de América Latina. Sin embargo, es lamentable comprobar que teniendo la capacidad potencial de alimentar a 400 millones de personas al producir el 1,61% de la carne y el 1,51% de los cereales que se consumen en el mundo, el 18% de los niños y adolescentes argentinos hayan experimentado inseguridad alimentaria en 2013. Diversos estudios especializados reflejan un panorama de subalimentación aún más crítico en distintas zonas del país. El capítulo La Basura del libro “Hambre” de Martin Caparros es por demás elocuente.
Más allá de la metodología empleada para determinar el número de la población que sufre el drama de la subalimentacion, la sola existencia en la Argentina de datos de hambre y desnutrición es un escándalo ético que es prioritario erradicar. Ningún objetivo social puede ser más urgente.