El proceso de paz entre Colombia y las FARC enfrenta un cuadro muy complicado que empieza a afectar la confianza de la opinión pública en las negociaciones. Hace diez meses que las conversaciones están virtualmente estancadas tras casi dos años y medio de intentos en la búsqueda de una solución negociada. Los recientes ataques de las FARC contra las fuerzas armadas, que rompen torpemente una tregua unilateral e indefinida, pueden comprometer todo el esfuerzo de negociación y corre el riesgo de volver a fojas cero. Sería lamentable que eso ocurriera.
Uno de los puntos del impasse en el dialogo en La Habana es el relativo a la inserción de los guerrilleros en la vida política tras un eventual acuerdo de paz. Mientras unos exigen borrón y cuenta nueva con plena capacidad de participar en actividades proselitistas, el gobierno plantea, entre otras, la necesidad de abstención de los principales responsables de la violencia y atentados terroristas. La solución no parece fácil en particular tras los nuevos hechos de violencia en Cauca. Continuar leyendo