El titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) salió públicamente a informar que la ex Presidente de la nación no concurriría al acto de traspaso de mando por no estar dadas las condiciones de seguridad para ello. Lo curioso del anuncio fue que a la única persona a la que afectaría esta supuesta inseguridad, al parecer, era a Cristina Fernández de Kirchner; ya que no alcanzaba ni al nuevo Presidente electo, ni a las delegaciones extranjeras invitadas a presenciar la ceremonia.
Lo que sorprendió a propios y extraños, sin embargo, se fue aclarando a medida que avanzaba en su diatriba frente a los micrófonos el señor Oscar Parrilli. El verdadero riesgo, aparentemente, se agotaba en la conducta y las decisiones del nuevo Presidente electo. Explicó este funcionario que era su obligación advertir a la población sobre el peligro de la inflación y la devaluación que ¿anunciaba? el nuevo Presidente. Asimiló las medidas judiciales deducidas por Mauricio Macri y Gabriela Michetti para que se aclare judicialmente a partir de qué hora y día exactamente cesaba un mandato y comenzaba el otro, con “casi un golpe de Estado”. Dicho de otra forma, quien tiene a su cargo la función de ocuparse de la inteligencia nacional, actividad consistente en la obtención, la reunión, la sistematización y el análisis de la información específica referida a los hechos, los riesgos y los conflictos que afecten la defensa nacional y la seguridad interior de la nación, alertó a la población sobre el riesgo que encerraba el nuevo Presidente electo. Y en esa inteligencia aconsejó a la ex Presidente a no concurrir a la ceremonia de traspaso de mando. Sin dudas, un grotesco. No existe otro calificativo. Continuar leyendo