Los resultados electorales del domingo 27 tuvieron un efecto devastador para el ansia reeleccionista del kirchnerismo, mientras que para la prensa de buena sintonía con el gobierno fue un voto de confianza a la coalición oficialista en una elección de medio término.
Mientras tanto, el escrutinio provisorio dejó muchísimos datos para el análisis que producto del tobogán encriptado en el que cohabitan los medios, la clase dirigente y sus noticias fueron omitidas completamente de la agenda política local.
Si bien el domingo 27 el ministro Florencio Randazzo apuró el paso para presentar resultados a hora temprana, donde el Frente para la Victoria “salvaba la ropa” y lograba mantener los niveles de aceptación de la esquiva derrota del 2009, el análisis de esos números permiten construir también otras conclusiones.
La primera de ellas tiene una clara mirada tributaria al proceso de descreimiento político de los ’90 que vuelve su ojo amenazante sobre esta hora de la Argentina. Los votos en blanco, nulos, recurridos e impugnados, sumados al enorme universo de aquellos que decidieron no concurrir fueron la primera fuerza electoral el último domingo de octubre.
Vale aclarar que están eximidos de la obligatoriedad del voto los mayores de 70 años y aquellos se encuentren a más de 500 km de distancia del local de votación, al igual que aquellos que se encuentren con
En Senadores, casi 7 millones pudieron votar en los 8 distritos que debieron renovar sus representantes en la Cámara alta. Sin embargo, 1.901.876 sumaron aquellos que optaron por no concurrir, votar en blanco, impugnar o anular su participación en esta oportunidad. El Frente para la Victoria fue primera fuerza a nivel nacional, sin embargo sólo cosechó 1.608.666 sufragios.
A su vez, los 24 distritos fueron convocados para renovar la mitad de los integrantes de la Cámara de Diputados. Allí el universo de electores habilitados alcanzó a más de 30 millones de empadronados. Los resultados provisorios señalaron que el ganador también fue el Frente para la Victoria con una cosecha que rondó los 7 millones y medio de sufragios. Nuevamente el número de aquellos que votaron en blanco (más de 700 mil), los que anularon e impugnaron su voto, más los que optaron por no concurrir, sumaron más de 8 millones de ciudadanos.
El tiempo y el témpano político que significó el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación licuaron toda lectura posible de los resultados en cada distrito.
Sin embargo, vale el dato a la hora del análisis de que en la ciudad de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Formosa, Jujuy, Neuquén, Salta y Tierra del Fuego la sumatoria de este colectivo, que denominaremos “no voto”, supera a la primera fuerza distrital.
Pensemos entonces cómo hubieran sido los diarios del lunes sin el triunfo de Macri y De la Sota, o en la sorpresa de un segundo puesto para el imbatible Movimiento Popular Neuquino. Capítulo aparte merecen los casos de Corpacci, Insfrán, Fellner y Urtubey, constitutivos del poder kirchnerista y derrotados en esta elección por esta fuerza de nula visibilidad mediática.
A su turno, las provincias de Buenos Aires, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Misiones, Río Negro, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe y Santiago del Estero lograron relegar al segundo puesto esa amalgama del antivoto del domingo 27.
Si la noticia se hubiera construido con esta mirada, Insaurralde y el gobernador Scioli habrían obtenido el tercer lugar; el FpV gobernante en Chubut con el ministro Yahuar a la cabeza también entró detrás de los no votantes. Lo mismo le sucedió al “camporismo” que eclipsó la lista oficial en Santa Cruz y quedó muy lejos del victorioso radicalismo y esta cantidad, a su vez, de la de aquellos que decidieron no participar o expresar su disconformidad.
Sólo en Corrientes, La Pampa, La Rioja, Mendoza y Tucumán dos fuerzas políticas pudieron relegar al tercer puesto a la sumatoria del “no voto”.
Las elecciones locales del último domingo en Salta reavivaron la polémica: un 30% eligió no concurrir a los actos comiciales municipales y distritales. Mientras que en la ciudad de Salta, eje de las tapas porteñas, el “no voto” sumó más de 120 mil electores, muy lejos del sorprendente desempeño del Partido Obrero, que triunfó con sólo 72.947 sufragios.
Una luz de alerta difícil de interpretar, omitida en los ámbitos de debate público y tal vez tributaria del “Que se vayan todos” de 2001 o de los más recientes cacerolazos, vuelve su mirada e interroga a la clase política que marcha hacia el podio de 2015, a pesar de este menú que habla de una considerable dosis de apatía ciudadana.