El poder de negociación docente no debe ser el aula

En los últimos días, unos 3 millones de alumnos de la Provincia de Buenos Aires fueron rehenes del conflicto entre el Gobierno y los docentes, una puja salarial que dejó las aulas vacías por dos semanas. El problema de las paritarias aún no está resuelto, por el contrario, suma muestras de violencia, como la agresión que sufrió ayer la ministra de Economía de Daniel Scioli, Silvina Batakis.

Los gremios mantienen posturas muy duras que habilitan agresiones como la de ayer. Es cierto que merecen un salario digno, como todos los trabajadores. Pero la metodología de protesta que se está instalando en estos días es la más inadecuada.  De hecho, en diciembre pasado se produjo un caso similar con las huelgas de los policías que dejaron desprotegidas a muchas familias y se vivieron momentos de temor y de violencia porque, al igual que los docentes, reclamaban un aumento de sueldo olvidando el derecho que tienen los ciudadanos a vivir de forma segura.

Ahora, en el mismo colectivo de reclamos por aumentos, se suman los médicos de hospitales públicos bonaerenses, quienes continúan de paro.

Entre las propuestas insuficientes del gobierno provincial y las exigencias contundentes de los diferentes gremios, quien pierde siempre es la sociedad.

Está bien que los docentes y médicos reclamen un mejor sueldo, ¿pero es esta la mejor manera? No se puede tomar a los chicos como rehenes, no se debe jugar con el futuro de las nuevas generaciones, no tienen que ser los alumnos y los pacientes la variable de ajuste.

Frente a esta situación, cabe analizar otras soluciones y preguntarse si las paritarias debieran estar establecidas por ley, si se debiera pautar una fecha de negociación, o si los salarios debieran actualizarse automáticamente por inflación, considerando un sinceramiento de la inflación en el Indec. Sin embargo, en estos casos los precios siempre seguirían subiendo y entraríamos en una bola de nieve interminable.

Es justo un sueldo digno, pero es injusta la forma de reclamo, porque los derechos de unos terminan donde empiezan los derechos de los demás. La responsabilidad del gobierno no es menor; hasta la fecha las políticas por combatir la inflación no sólo son escasas sino también ineficientes, y el salario de los trabajadores pierde día a día su poder adquisitivo.