El impuesto a los bienes personales fue creado en 1991, estaba destinado a que lo paguen las personas que tenían una situación patrimonial muy sólida, por ello se le dio informalmente el nombre de impuesto a la riqueza. En ese momento, el mínimo no imponible era de $ 100.000, equivalente a cien mil dólares, una suma muy importante en esa época. Con ese dinero se podía comprar un departamento de 4 ambientes en las zonas más caras de la Capital Federal, era el equivalente a 500 salarios mínimos vitales y móviles. Sin embargo, en más de 20 años este mínimo no imponible tuvo una sola actualización, en 2008, para llevarlo a $ 305.000.
Hoy en día el valor a partir del cual hay que pagar este tributo es irrisorio. Si se actualizase dicho mínimo no imponible de forma tal que siga siendo, como en su creación, equivalente a 500 salarios mínimos vitales y móviles, entonces debería ser de $1.800.000. Y si se actualizase en función al incremento del valor de las propiedades medido en pesos, entonces debería superar ampliamente los 2 millones de pesos.