Las personas mayores, que trabajaron toda su vida y hoy están retiradas, no dejan de recibir castigos y burlas por parte del Gobierno. Teniendo que cobrar una jubilación digna para la cual aportaron, una jubilación que les permita hacer frente a sus necesidades y obligaciones -lo que incluye comida, vestimenta, impuestos y sobre todo gastos en medicamentos-, no reciben más que un monto mínimo que no se actualiza correctamente con la inflación y está muy lejos de sustentar el día a día de los abuelos.
En estas semanas, se anunció un aumento para los jubilados del 11,31% a partir del mes de marzo, llevando la jubilación mínima a un valor de $ 2.757. Es el primer aumento que se otorga en 2014, y el próximo será en el mes de septiembre. Sin embargo, lejos de celebrar esta medida, hay reclamos porque el incremento es muy inferior a la inflación de los últimos 6 meses, que fue la más elevada de los últimos años, y es incluso inferior al aumento otorgado en setiembre de 2013.
El salario mínimo, vital y móvil asciende a $ 3.600, por lo que la jubilación mínima representa tan sólo un 76% de dicho salario.
Resulta llamativo que la Anses (Administración Nacional de la Seguridad Social) tenga dinero para financiar obras de infraestructura de más de $ 35 mil millones, y que sea uno de los organismos encargados de financiar el déficit fiscal del Estado a través de la compra de títulos públicos en cantidades muy elevadas, cercanas a los $ 200 mil millones, pero no pueda disponer de fondos para pagar jubilaciones dignas, condenando a millones de jubilados a vivir en la pobreza.
Tampoco hay justificación para las cada vez más prolongadas demoras en los juicios contra dicho organismo a efectos de actualizar los haberes de los jubilados. La Anses juega con la vida de personas que tienen una edad avanzada y que gracias a las estrategias maliciosas de este organismo no logran cobrar una jubilación decente, y por lo tanto no pueden disfrutar como se merecen los últimos años de sus vidas.
Los importes tan bajos de las jubilaciones condenan a muchos abuelos a no poder contar con una buena obra social, teniendo que conformarse con el PAMI, cuyos servicios son en muchos casos pésimos. Es la edad en la que se tiene mayor necesidad de recurrir a tratamientos médicos y, lamentablemente, gracias a Anses, se cuenta con menos recursos que los previstos.
Es necesario brindar a las personas mayores la oportunidad de vivir dignamente, en lugar de castigarlos condenándolos a una situación de vulnerabilidad. Y para ello es preciso destinar los fondos que correspondan al pago de las jubilaciones, para las que aportaron durante toda su vida laboral. Esto lo debe realizar la Anses. Y también debe contribuir la justicia, destrabando los miles de juicios por actualización de haberes que están pendientes de resolución. Si Dios lo permite, todos vamos a llegar a ser ancianos, y a ninguno le gustaría pasar las tardes reclamando por una jubilación justa, como lo hacen miles de abuelos cada semana frente al Congreso Nacional.