Hace unas semanas escribí una columna completamente decepcionada con el lanzamiento de la página web del llamado Obamacare, o ley de salud asequible, en la que critiqué el hecho de que la página haya sido lanzada estando casi inoperable para los usuarios. Por lo que hoy sabemos fue un bug o “insecto” en la programación de la misma y este ha sido reparado. Yo, que probablemente fui una de las periodistas en el sur de la Florida que brindaron más apoyo por medio de columnas de opinión luego de hacer reportajes objetivos acerca de la reforma de salud, publicando lo bueno, lo malo, lo posible y lo imposible del proyecto, desde el primer momento que se habló del tema acepto que no quedé contenta con el hecho de que la ley fuera aceptada por el Congreso con la cláusula de que hay que comprar el seguro de manera obligatoria a seguros privados. Y no necesariamente por la cláusula de obligación de compra, sino más bien porque muchas aseguradoras, por falta de regulación del gobierno, siempre terminan saliéndose con la suya para atracar el bolsillo del consumidor.
Entrevistando a médicos, políticos, expertos en salud pública, pacientes con seguro médico, afiliados al Medicare que temían perderlo como parte de la reforma, personas sin seguro, algunas que habían tenido que irse a la bancarrota por las cuentas médicas y otras que habían estado al borde de la muerte por no ir al médico, me di cuenta de que definitivamente el Obamacare era una reforma necesaria en una sociedad ultrajada por los costos médicos. Soy una fiel creyente en el hecho de que toda la sociedad debe tener acceso a la salud de manera integral, como parte de los impuestos que aportamos y siempre pensé que lo mejor era un plan de salud universal. Lamentablemente la ley, de la forma en la que fue planteada para obtener apoyo republicano, tenía la única salida de sobrevivir teniendo la medida obligatoria de compra a empresas privadas. Era una opción de cambio al catastrófico sistema de salud estadounidense en ese momento, y un paso positivo a lograr que más de 50 millones de estadounidenses quedaran asegurados.