Evidentemente los archivos informativos dan cuenta de lo fluctuante que han sido los funcionarios del gobierno nacional a su enumeración de principios. Sin duda el más fuerte de todos ellos ha sido el pragmatismo. No pasaron veinte meses de la presentación del Informe Mosconi por parte del ministro Kicillof en el Congreso de la Nación responsabilizando a la empresa española de todos los males que aquejan al sector energético argentino, tras una violenta intervención y la afirmación de que nada se les debía por la confiscación lisa y llana del 51% de sus acciones en YPF.
Tuvo que acentuarse la pérdida de reservas y producción de gas y petróleo para que el gobierno tomara nota que los discursos grandilocuentes debían dejar lugar a la búsqueda de acuerdos, necesarios para destrabar el arribo de inversión genuina en uno de los principales reservorios que tiene la Argentina: Vaca Muerta. Casualmente el yacimiento no convencional que había comenzado a desarrollar YPF durante la conducción de Repsol y la familia Esquenazi. Ambos expropiados.