El sábado, mientras almorzaba con unos amigos, el juez Claudio Bonadio atendió un llamado a su celular, algo que habitualmente no hace fuera del horario de trabajo. Era al día siguiente de haber presentado el escrito de 147 páginas por el que procesó a Cristina Elisabet Fernández, Axel Kicillof, Alejandro Vanoli y el directorio del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores.
A poco de iniciada la conversación, alejó su oreja del dispositivo para volver a leer el nombre de la persona que le estaba diciendo lo que escuchaba. Sí, se trataba del constitucionalista Ricardo Gil Lavedra, un abogado de una tribu distinta, que llamaba para felicitarlo por el fallo. “Lo leí detenidamente, es de gran calidad”, fue lo que dijo. Continuar leyendo