Artemio López se ufanaba el sábado en Twitter de que “PASO, PASO, PASO, se viene el recaldazo”, haciendo un puente en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias y el “peronazo”, el avance peronista al que había que dejarle espacio por su contundencia. Ya sabemos que eso no fue lo que sucedió el domingo. Más bien, la candidatura de Mariano Recalde expresó toda su debilidad y los festejos por un segundo lugar “recuperado” que no fue tal, se vieron ridículos.
“La Cámpora” volvió a fracasar en la escena electoral. Tenía tantas expectativas en la primaria porteña que hasta pudo verse a Andrés Larroque y Juan Cabandié monitoreando cada detalle de lo que más tarde sería una nueva fiesta kirchnerista descolgada de la realidad.
Ahora podrán decir que la culpa la tiene un encuestador que hizo mal las cuentas, pero la verdad es que se trató de un experimento discutido en la cúspide del poder, que tuvo a Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo como responsables de la decisión de llevar a un miembro de la agrupación paladar negro kirchnerista a competir en las elecciones más mediáticas de la Argentina.
Lo que se buscaba era mostrar un FPV conducido por “La Cámpora”, polarizando ideológicamente con el PRO. “Recuperar” el segundo lugar era la metáfora de los nietos desaparecidos llevada ahora a la política, porque ahora se trataba de “recuperar” la Ciudad de Buenos Aires para “el proyecto”. No importaba que no tuvieran un candidato competitivo, la voluntad y la caja cubrirían esa falencia. En Olivos todos los proyectos suenan coherentes.
Entre Cabandié y Mariano Recalde eligieron al segundo porque, dijeron, el presidente de Aerolíneas Argentina tiene una gestión para exhibir. Notable. Además, el hijo del abogado laborista viene de una larga trayectoria de elecciones en la universidad. Lo que no dijeron es que perdió en todas. En agosto de 2009, su lista Abogados por la Justicia Social no logró acceder a ninguno de los cuatro consejeros para graduados que se disputaban, alcanzando un penoso 15 por ciento, frente a 59 por ciento que obtuvo Abogados Pluralistas y 25 por ciento de Unión de Egresados. Pero ya venía acostumbrado a perder. En 2003, 2004 y 2005 su agrupación estudiantil Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) perdió sucesivamente cada vez que se presentó para disputar algún cargo del centro de estudiantes.
Tampoco le fue bien como candidato a legislador porteño del FPV cuando fue en la lista de Tito Nenna. Iba en el décimo lugar, y no entró. Poco después de esa nueva derrota, la Presidenta lo sorprendió convocándolo para una reunión. Al llegar a la cita, quedó desconcertado con el ofrecimiento que le hizo, conducir la aerolínea de bandera local sin tener ninguna experiencia previa en la materia. Una mezcla de audacia, ignorancia y lealtad parece ser la paleta de atribuciones que cotizan a la hora de conseguir algún conchabo en tiempos kirchneristas.
Hay que reconocerle al Gobierno que es buen pagador con los suyos. El patrimonio de Recalde se ubicó en 5.225.000 en el 2012, el más alto de todos los miembros de “La Cámpora”. Fue acusado por Graciela Ocaña de enriquecimiento ilícito por cobrar tres sueldos del Estado y presentar declaraciones juradas irregulares. Pero nada de esto le interesa a los estrategas K, convencidos de que las críticas de corrupción forman parte de una agenda no ideológica (claro, se trata de moral) y que, finalmente, no hacen mella en el electorado.
Por estas horas, el kirchnerismo intenta encontrar el camino que les permita superar el papelón y retomar la ofensiva. Tienen un solo objetivo: colocar a la mayor cantidad de miembros de “La Cámpora” en todos los lugares posibles. Si es con el voto, mejor.