Mentiras y trampas de una revolución

Celia Sánchez permitió la garrafal y disparatada mentira de los 20 mil mártires de la guerra contra Batista, creada en la Revista Bohemia

LA HABANA, Cuba – Como son muchas las mentiras y las trampas que Fidel Castro tiene en su historia, las nuevas generaciones de cubanos tienen grandes dudas acerca de todo lo ocurrido a partir de 1952.

Celia Sánchez fue uno de los personajes fundamentales de la Revolución. Murió en 1980. Sus 21 años como secretaria personal de Fidel Castro los dedicó sobre todo a reunir ¨hasta el último papelito¨, según dijo, con el propósito de rescatar la historia de esa época, tal como realmente ocurrió. El 4 de mayo de 1964, fundó la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Allí estarán, supongo, los documentos que acreditan todas las veces que Fidel Castro juró y perjuró que no era comunista.

Hace unos días, al cumplir esa Oficina 50 años de creada, el doctor Eugenio Suárez Pérez, su director, explicó al periódico Granma que el objetivo de Celia fue salvaguardar la memoria histórica de la Revolución en la Sierra y luego del triunfo, y que actualmente se restauran más de 56 mil fondos documentales y más de 159 mil fondos fotográficos.

Si preguntáramos por qué Celia -”procuradora de la verdad por encima de todas las cosas”, y quien “revisaba y clasificaba los archivos y procesaba los textos personalmente”- permitió que durante décadas se repitiera en la prensa nacional la garrafal y disparatada mentira de los 20 mil mártires de la guerra contra Batista, creada en la Revista Bohemia por Enriquito de la Osa, nadie respondería, porque la relación de los nombres de esos supuestos mártires, jamás se ha podido hacer.

Esta mentira ha sido dicha más de una vez hasta en el seno de las Naciones Unidas por Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores. El 3 de marzo de 2010 expresó: “Las dictaduras militares en América Latina, impuestas y sostenidas por Estados Unidos durante décadas, asesinaron a 400 mil personas. Sólo en Cuba provocaron 20 mil muertos”. Y el 26 de octubre del año siguiente, también en la ONU: “”Cuba hizo el gran cambio en 1959. Al precio de 20 mil vidas, barrió a la dictadura de Batista, el hombre duro de los Estados Unidos”.

También “la heroína de la Sierra” aceptó callada que la amnistía, concedida a los presos del ataque al Cuartel Moncada fuera consecuencia de la presión de las masas populares, cuando ella sabía bien que esas masas se mantuvieron al margen de la guerra, que ni siquiera habían participado en las huelgas generales solicitadas por Fidel desde la Sierra. Periodistas a sueldo del régimen y altos dirigentes han mentido al respecto.

Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el 45 aniversario de aquella inventada gesta, exclamó ante cientos de habaneros en el parque de 23 y 30, en el Vedado que  “representó un extraordinario ejemplo del pueblo para alcanzar la victoria”. Y Ciro Bianchi: “El pueblo puso a la dictadura de Batista entre la espada y la pared, porque en su reclamo, había roto los cerrojos de las celda”.

Todavía hoy la prensa nacional, toda en manos del gobierno, manipula al pueblo vergonzosamente con una política demagógica, en la que muy pocos creen. Repiten como papagayos que el pueblo aprobó los cientos de fusilamientos, solo porque una fracción de esas masas populares, tomadas por sorpresa en una concentración del 21 de enero de 1959, se obnubiló ante la personalidad obsesivo-compulsiva del líder guerrillero.

Por esa misma razón, los cubanos de hoy se ven obligados a aceptar el socialismo, sólo porque puñados de acalorados milicianos, convocados por Fidel Castro, le dieron vivas una tarde del 15 de abril de 1961. Era el estilo del máximo líder. Había hecho lo mismo con aquellos hombres que, en el verano de 1953, no imaginaron a qué habían llegado a Santiago de Cuba, horas antes del ataque al Cuartel Moncada.