El flamante presidente Mauricio Macri inició su gestión con la idea de no perder tiempo alguno. Sabe que a partir de ahora el reloj empieza a marcar el tiempo de descuento hacia el momento en el cual la “luna de miel” del nuevo Gobierno con la sociedad y los medios se diluya, transformándose en un vínculo entre gobernantes y gobernados, entre el soberano y el pueblo.
Los dos problemas inmediatos que el Ejecutivo debe afrontar son la resolución del complejo entramado económico que le dejó el kirchnerismo y cómo obtener el respaldo de un Congreso en apariencia adverso al macrismo para avanzar con proyectos de ley que serán claves para el primer semestre de la nueva administración.
Macri está decidido a utilizar los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) de aquí hasta el 1° de marzo (cuando comienza el periodo ordinario de labor en la Cámara de Diputados y el Senado) para allanar rápidamente el camino pedregoso que el gobierno debe encarar.
No fue casual la reunión del Presidente con referentes opositores como Daniel Scioli, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá. ¿Qué buscaba? Por un lado marcar el retorno de “la política”, la búsqueda de consensos, la negociación, el intercambio de favores. Pero por otro lado el mandatario sondeó a los dirigentes acerca de algunos temas sobre los que pretende avanzar en el corto plazo: la lucha contra el narcotráfico y la pobreza, la reforma política, el levantamiento del cepo, entre otros.
Macri quiso asegurarse que, ya sea vía DNU o proyecto de ley el próximo año, va a contar con ellos para su apoyo.
La reunión con los gobernadores bonaerense se encuadró en ese misma perspectiva. La propuesta es, fijemos consensos en temas generales de exclusiva gestión, a nivel país, como el narcotráfico, la “pobreza cero”, un plan de infraestructura, y después confrontemos en otras cuestiones de carácter político-ideológico.
Detrás de esa idea, Macri busca también que los gobernadores, a partir de un remozado vínculo con la Nación que dice que escuchará y responderá a las necesidades de los 24 distritos, apoyen los proyectos de ley a través de diputados y senadores que mas que a un partido responden directamente a los mandatarios provinciales. De esa manera, Macri evita tener que negociar todo con el FPV o el Frente Renovador de Massa, y habla directamente con los gobernadores.
¿Por qué antes no se hacía si parece tan sencillo? Los Kirchner siempre tuvieron un liderazgo radial en el que todos giraban derredor de Néstor Kirchner primero y luego de Cristina Fernández. Kirchner se sentaba sobre la caja de recursos de la Nación e iba repartiendo fondos a cambio siempre de algo: un voto en el Congreso, un acompañamiento de una medida nacional, etc.
Macri necesita lo mismo pero lo plantea de otro modo. “Pongámonos de acuerdo en cómo resolver estos temas federales, plasmemos ese acuerdo en un apoyo a nivel legislativo y el logro será de todos. Después nos peleamos en otras cuestiones políticas, pero las políticas estado ya están encaminadas”, explica un dirigente la lógica del Jefe de Estado.
Lo mismo pretende hacer con empresarios y sindicalistas, aunque en ese caso sabe que cada sector quiere llevar agua para su molino, que no siempre es el de la sociedad en su mayoría.
Macri deberá dar muestras de haber comprendido qué ha ocurrido con la dirigencia empresarial en la Argentina en la década kirchnerista y evitar que vuelva a convertirse en el principal factor de poder que pone y saca ministros, ayuda a avanzar u obstaculiza medidas económicas y marca la agenda. El kirchnerismo como pocas corrientes políticas, con formas y estilos muy cuestionables, dejó al desnudo las miserias de los empresarios vernáculos. El nuevo Presidente debería valerse de ese antecedente para no permitir que le marquen la cancha.
Con el sindicalismo debería ocurrir lo mismo aunque su cercanía con el camionero Hugo Moyano, le facilita su ingreso al lodazal sindical. Ahora bien, ¿cómo se entiende que Moyano haya sido socio de Kirchner y ahora se perfile para ese vínculo con Macri? Obviamente que el titular de la CGT Azopardo tiene su interés sectorial, pero ¿y Kirchner y Macri?
Marzo o abril podría ser la fecha límite del romance de Macri con los medios y la sociedad. En ese entonces, empezarán a estar claro las expectativas inflacionarias y los acuerdos salariales, así como el destino de los proyectos de ley que la Casa Rosada pretenderá aprobar para poder gestionar. En Argentina, cuatro meses es una eternidad.