El Frente para la Victoria (FPV) que supo usar Néstor Kirchner para someter al Partido Justicialista (PJ) bajo su ala durante 13 años, logrando desarticular a esa fuerza, vaciarla de dinámica propia y sumirla en una crisis de identidad que hoy queda expuesta ante la sociedad, se juega en las próximas semanas su futuro.
O seguirá siendo un espacio que integre al peronismo y a la centroizquierda, como el que acompañó al matrimonio Kirchner en su década en el poder; o quedará relegado a un frente de centroizquierda con sectores peronistas. Dos opciones, en materia de poder, claramente distintas.
Kirchner utilizó aquel FPV que armó junto a Eduardo Duhalde para ganarle a Carlos Menem. Pero después lo utilizó contra el propio Duhalde, para romper su sociedad con el cacique de Lomas de Zamora y quedarse con el liderazgo del PJ. El santacruceño intentó, por todas las formas, “renovar” los viejos liderazgos dentro del partido, sobre todo el núcleo compuesto por los barones del conurbano, apelando a la “transversalidad”. Continuar leyendo