El kirchnerismo es como una piñata, cuando le meten una paliza se abre y comparte las dulzuras que guarda. Después de la contundente derrota en las urnas se hizo eco de muchos reclamos pendientes. La semana pasada, el Gobierno Nacional resolvió duplicar los topes del monotributo y también hubo cambios en ganancias tras las PASO. ¿Qué pasó con el monotributo en estos años de kirchnerismo? Pocas cosas buenas.
A mediados de 1998 se creó el Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes cuyo principal objetivo era pugnar por la progresividad de la tributación nacional, otorgándole a muchas personas la posibilidad de acceder a un sistema y a una escala de impuestos que lo proteja de la presión fiscal y los trámites complicados.
Desde la asunción del kirchnerismo, las escalas y montos permanecieron estables hasta que en 2008 sufrieron un aumento de $15 en todas las categorías. En 2009 unificaron las categorías A y B (en la práctica eliminó la categoría más baja) y la cuota mensual promedio aumentó un 90%. En 2012, mientras los topes permanecieron constantes, las cuotas aumentaron un 35%. El cuadro se completa con el reciente aumento del tope para todas las categorías duplicándose dicho máximo sin variar los montos a pagar.
¿Qué pasó en la práctica? Tomemos el ejemplo de Juan, quien en 2004 arrancó su actividad ganando $2500 mensuales y ajustó sus ingresos todos los años por el IPC Real llegando a ganar hoy $150.000 anuales aproximadamente. Esto no quiere decir que Juan esté peor o mejor dado que va a depender de otros factores. Pero asumamos que todo se indexó por el mismo monto y su ganancia le rinde por igual.
Tras los sucesivos aumentos que sufrió el monotributo a lo largo de la era kirchnerista Juan pasó de pagar un monotributo que representaba el 4,82% de su ingreso en 2005 a pagar el equivalente al 9,04% en 2011. La situación de Juan no mejoró, pero se duplicó su carga impositiva (aumentó un 87,7% para ser más precisos). Con el nuevo tope de monotributo, Juancito pasará a pagar un equivalente al 5,19% de su ingreso, lo cual representa un aumento del 8%. Desde que asumió el kirchnerismo, quienes estamos suscritos al régimen de monotributo hemos visto fuertemente deteriorada nuestra situación fruto del atraso en las actualizaciones.
¿Qué tan desfasado debe estar un sistema para poder duplicar sus topes, acaso nadie lo vio? A principios de este año los diputados Ricardo Gil Lavedra y Fabián Rogel, ambos radicales, presentaron un proyecto de ley que proponía duplicar los topes, actualizar los montos que se podían devengar del ingreso bruto y obligaba a la AFIP a actualizar anualmente el monto de las categorías ajustándolo por el índice de movilidad de las prestaciones previsionales.
Desde la ley sancionada en 2009 la AFIP puede modificar los topes de las categorías anualmente, poniendo la ley como referencia el aumento del salario mínimo vital y móvil. Esta ley establece que el órgano dirigido por Echegaray podrá (si se le canta) actualizar el monto de los topes. Los radicales, con excelente criterio, establecían en el proyecto que se sustituya el término “facúltase… a modificar” por el imperativo “deberá modificar”. No podemos esperar hasta cada elección para que nos reconozcan nuestros derechos, ni depender del capricho de unos burócratas y demagogos.
Evidentemente a los monotributistas el progresismo kirchnerista nos llegó tarde y por accidente. Para las más de dos millones de personas que estamos inscritas en este sistema la solución vino por puro oportunismo electoral y se dio de forma tal que no tenemos garantías de actualizaciones futuras cuando corresponda. Es una canallada que el Gobierno Nacional se siga reservando la facultad de modificar discrecionalmente los topes.
Nuestro sistema tributario insensato ha llevado a múltiples personas a subfacturar y a cometer otras prácticas delictivas a fin de no pasarse injustificadamente de categoría o abandonar el régimen para pasar al de autónomos. Una ley incorrecta genera reacciones despreciables.
El kirchnerismo ha demostrado ser poco confiable para manejar cuestiones tributarias de forma responsable y progresiva. Somos el único segmento de trabajadores que no ve aumentado anualmente sus topes o índices de forma cierta y sensata. Los monotributistas somos, para el gobierno kirchnerista, ciudadanos de segunda.