Reprobando al conductor

El karma de los pactos con Irán parece no solo repercutir en la Argentina. En Estados Unidos la negociación llevada a cabo por la administración del presidente Barack Obama para encuadrar el programa nuclear de Irán bajo patrones aceptables para Occidente y para su propio país ha levantado oleadas de opiniones y de críticas, en algunos casos muy severas y de elevado tono de preocupación.

En esa línea se inscribe el antiguo vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney (también fue secretario de Defensa de George Bush senior), que acaba de publicar un libro junto a su hija Liz en donde considera que debido a las políticas del presidente el país está más vulnerable a atentados terroristas hoy que antes del 11 de septiembre de 2001.

Con un nuevo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas y al edificio del Pentágono en Washington avecinándose, el libro del los Cheney, Exceptional, es un alegato en favor de volver a una política dura en materia de presencia militar de los Estados Unidos. El relato trata de justificar por qué el mundo necesita de unos Estados Unidos poderosos.

Si bien el país ha conservado la tradición de que los Gobiernos salientes no critican a su inmediato sucesor, no ha sido el caso de Cheney, que no se ha privado de nada cuando le ha llegado el turno de hablar de Obama y de su presidencia.

El antiguo vicepresidente sostiene que el centro de la próxima elección debe concentrase en reconstruir la fortaleza militar norteamericana, algo que podría calificarse como políticamente incorrecto, pero que el funcionario no disimula para nada. Continuar leyendo

Un largo relato del Relato

No se olvidó del que le gritó. Lo buscó con la mirada y le dirigió, durante los próximos diez minutos, como mínimo cuatro acidas admoniciones. Alguien le había dicho que no olvidara mencionar algo referido a los programas de salud. Era una intervención en favor de ella, o del “modelo”, si les gusta más.

Pero no se lo perdonó. La Sra. de Kirchner no soporta que le roben el espacio de sus palabras, que alguien ingrese en el círculo sagrado de sus sentencias… ¡Cómo se atreve!

Primero preguntó qué había dicho. Después le echó en cara que no le había dado tiempo para llegar a eso. Más tarde le dijo “antes me corrías con lo de las cardiopatías, ahora yo te corro con esto: el Estado se hace cargo de las operaciones por labio leporino”. Y mucho después se la siguió recordándole que la había interrumpido.

La Presidente no puede vivir sin armar rencillas. Hasta en este ejemplo estúpido, de un más papista que el Papa que había gritado algo para congraciarse con la jefa, se nota su  incansable vocación por la confrontación y la pelea.

Aunque dedicó un largo párrafo cerca del inicio a que en la Argentina “no hay odio” sino “diferencias”, extensos pasajes de su discurso estuvieron cargados de esa cizaña ácida que azuza la división y la riega permanentemente con una ponzoña innecesaria.

Habló de “los que nos llenan la cabeza”, de médicos que leen La Nación en lugar de Página/12, de aquellos a los que les encantan las estadísticas “de afuera”, aun cuando ella misma se cansó de echar mano a referencias de organismos internacionales que le perecían favorables a su gestión; de los que integran el “Partido Judicial” (jugando con el sarcasmo de decir “Poder Judicial”, corregirse a sí misma y decir “casi digo Partido Judicial”), de que el país tenía que formar ingenieros “pero de los buenos”, en una obvia alusión indirecta -su arma cizañera preferida- a Macri. Pero no es ella la que incita a la división y al odio. ¡No, qué va! ¡Los que hacen eso son los otros, a los que mandó quedarse con el “silencio”!

El último discurso de la presidente ante la Asamblea Legislativa fue un largo (muy largo) relato del relato. Al término de esa larga exposición uno se preguntaba a qué país pertenecen los cientos y cientos de villas miseria que han proliferado en estos últimos 12 años, villas miseria que antes no existían.

Un simple viaje en micro a la costa Atlántica que tiene la perspectiva de la altura -de la cual carecen los automóviles- permite ver el espectáculo que se extiende prácticamente desde la costa del río hasta la periferia de Quilmes: un gigantesco villorio en donde las condiciones de vida dan lástima.

O la vergüenza que sigue expandiéndose en plena Capital, en medio de las drogas y las condiciones deprimentes de vida de las villas 31, 1-11-14 y todas las que nacieron como hongos al calor de la década ganada.

El largo párrafo dedicado a Aerolíneas Argentinas fue casi una tomadura de pelo: una compañía indefendible que se ha convertido en una receptora de mano de obra militante, que aumentó 21% su plantilla de empleados, lo que la coloca en el peor lugar del ránking en la proporción de empleados por pasajeros transportados (algunos ejemplos sueltos: Air Europa 2747 pasajeros volados por empleado, Delta 2000, Alitalia 1731, Aeromexico 1077, Aerolíneas, 631)

Dentro de esa extensa parrafada, se permitió decir que la compañía beneficiaba “a nosotros, los del interior, que no tenemos otra manera de trasladarnos si no es por Aerolíneas”, como dando a entender que ella es una más del “pueblo” que tiene que aguantar esas incomodidades, cuando, al revés, hace fletar aviones a costo del Estado para que simplemente le lleven los diarios a “su lugar en el mundo”, El Calafate.

Esas menciones innecesarias ponen  en cuestión todo el contenido de un discurso floreado por la demagogia.

El capítulo dedicado a la deuda resulta particularmente llamativo. Hoy el endeudamiento del país supera los 300 mil millones de dólares, más del 58% del PBI. La tan publicitada “política de desendeudamiento” sólo se cumplió en el período inicial de 2003 a 2008, cuando la Argentina acumuló un superávit fiscal financiero de US$ 12.600 millones. Luego, de 2009 a 2013, el Gobierno acumuló un déficit de 63.000 millones de dólares. Es decir, esto implica un déficit total de US$ 52.000 millones acumulado hasta 2013, período en el cual la deuda pública creció en US$ 51.000 millones. Luego, en 2014 y lo que va de 2015, el déficit fiscal se agravó de manera significativa, sumando aproximadamente US$ 66.100 millones, dejando un saldo negativo de los tres períodos de la administración Kirchner de 118.000 millones de dólares, básicamente surgido del enorme crecimiento del gasto público en comparación a la recaudación. Fueron el BCRA y los jubilados los que financiaron esta fiesta.

El BCRA tiene patrimonio neto negativo, está técnicamente quebrado. La deuda por LEBACS (los instrumentos que se emiten para aspirar los pesos que se emiten sin respaldo alguno) es astronómica y ha crecido geométricamente. Si no se emitieran, por otro lado, la brecha entre el dólar oficial y el libre superaría el 100%.

En muchos pasajes, como es habitual, confundió al Estado con el Gobierno, cuando no directamente con ella misma. Hasta en el insignificante ejemplo del plan “Ahora 12″ cuando les recordó a los que compran en los “shoppings paquetes” (otra innecesaria chicana clasista) que es el gobierno el que financia esas cuotas: “se lo pagamos nosotros”, dijo. No, señora: eso es un gasto del Estado, es decir de nuestros propios bolsillos; no de los suyos.

Más adelante dijo: “No se puede ser tan estúpido, tan colonizado, tan subordinado intelectualmente, tan chiquito de neuronas. Por favor, cómo no van a venir los chinos, ¿qué miedo le tienen?” Me pregunto qué habría dicho ella, los militantes de La Campora o Carta Abierta si un tratado, no similar, igual, hubiera sido firmado por otro gobierno con cualquier administración norteamericana.

La Presidente cambió radicalmente su cara y su tono cuando se refirió particularmente a la Justicia y cuando advirtió la presencia de carteles que proponían una apertura de los archivos clasificados de la causa AMIA: “A los que ponen cartelitos para que hable de la AMIA. De la AMIA hablo desde el año 94. Seguiré hablando en la ONU reclamando justicia”. Volvió a la carga con su acidez preferida: la del partido destituyente, a quien acusó de independizarse de la Constitución.

La Sra. de Kirchner se preguntó “¿con cuál Nisman me quedo?”, “¿con el que me imputó o con el que me llamaba para felicitarme?”. Pregunta: ¿no sería Nisman -si estuviera vivo- el que debería preguntar “¿con qué presidente me quedo, con la que acusaba a Irán desde la ONU o con la que firmó un acuerdo de entendimiento con los acusados?”

La Presidente deja el lugar de la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso con un perfume desagradable. En la organización pululaban personajes con distintivos color punzó que identificaban a los hombres del Ejército, encargados de la organización y de los permisos. Un perfume venezolano.

¿Alguien imagina los exabruptos del kirchnerismo si semejante ocurrencia la hubiera ideado otro gobierno? Hasta me parece escuchar a los intelectuales de Carta Abierta poniendo el grito en el cielo y pidiendo explicaciones por la militarización del edificio símbolo de la democracia.

Quizás sea una metáfora terminal de un sincericidio simbólico. ¿Qué perspectiva de diálogo, de consenso, de intercambio de ideas, de horizontalidad, puede entregarle a la sociedad un movimiento político que se niega esas muestras de civilización para sí mismo? ¿qQé democracia puede promover una facción que reivindica para sí misma la verticalidad y la obediencia de una barraca militar? ¿Qué ámbito de diálogo y de consenso -en donde se reconozcan justamente las diferencias- puede promover un partido en donde todo confluye en la decisión, en el poder y en  el dedo de una persona a la que se le reconoce la única capacidad de conducción y a quien se tiene como la única fuente de razón?

Ni aquellos que quieren gritar una apostilla de apoyo son perdonados. La furia de la mirada se clavará en los ojos del irreverente. ¿Qué democracia puede florecer en un país gobernado por una creencia que impone una voz única, un mando único, un criterio militar de la existencia? La última aparición institucional de la Presidente en el Congreso estuvo adornada por todo ese cotillón. Un cotillón de voces únicas, de dueños únicos y de criterios únicos. Tal como les gusta a los militares que la cuidaron y a los militantes que la vivaron

Un fallo acelerado que deja muchos interrogantes

Cuando me llamaron para avisarme que el juez Rafecas había desestimado la denuncia de Nisman/Pollicita lo primero que pensé fue: “¿Ya…? ¿Tan rápido..?”

Y no caben dudas de que de los muchos interrogantes que el fallo deja la celeridad con que fue dictado es la primera.

Una denuncia tan pesada, a la que se adjuntaba un resumen de 900 horas de grabaciones (el total de las escuchas alcanzaba a las casi 5000 horas) invitaba a presumir que el juez iba a invertir más tiempo en estudiarla. ¿Escuchó Rafecas cada uno de aquellos diálogos?, ¿se formó de ellos una idea de primera mano? No lo sabemos.

Sigue luego el razonamiento central del fallo: no hubo delito porque este no llegó a consumarse, dado que el Memorándum de Entendimiento no se convirtió nunca en operativo. Se trata de una conclusión ambigua. En primer lugar, los delitos tienen -y el juez Rafecas claramente lo sabe- una instancia de tentativa cuando, en efecto, no llegan a consumarse, aun cuando se hubieran puesto en movimiento todos los pasos necesarios para que así ocurriera. Si el asesinato de un francotirador no se consuma porque inesperadamente la víctima se agacha para atarse los cordones de los zapatos, no puede exculparse a quien jaló el gatillo: no será culpable de asesinato, pero sí de asesinato en grado de tentativa.

El encubrimiento es un delito susceptible de ser cometido en grado de tentativa. Así, si una persona dispone de todos los medios para esconder al autor de un crimen pero luego por razones ajenas al encubridor la maniobra falla, de todos modos el delito debe perseguirse en grado de tentativa.

Aquí son muchos los que coinciden en que el Memorándum no operó -y por lo tanto el encubrimiento no prosperó- porque el régimen iraní no ratificó el acuerdo. Pero para ese momento el Gobierno argentino ya había hecho todo lo necesario para que la cobertura fuera efectiva. Si luego no se consumó porque Irán no le dio rúbrica legislativa al tratado eso es algo ajeno a la responsabilidad del que había hecho todo por intentarlo.

La especulación política también se ha metido en el análisis de las últimas horas dada la proximidad del discurso de la Presidente para inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. Muchos están convencidos de que si ese momento llegaba sin que la denuncia de Pollicita estuviera desestimada, la Sra. de Kirchner estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de embarrar de tal modo la situación que todo se transformara en un gigantesco aquelarre.

Hay quienes dicen que, ante esa posibilidad, el juez Rafecas decidió acelerar los tiempos y rechazar la posibilidad de investigar. De nuevo, nunca lo sabremos.

Pollicita a su vez va a apelar la decisión y la cuestión será derivada a la Camara para que esta se expida. El fallo también incluye una derivación de las escuchas para que se investigue en especial el papel del agente Bogado, que ya formaba parte de la denuncia original del Dr. Nisman.

Un punto oscuro del fallo en su parte resolutiva llamó la atención. En el punto 3, el juez Rafecas dispone, de ser necesario, la habilitación de la “feria judicial” para la notificación del fallo. ¿Feria judicial? ¿En febrero? El juez, en una llamativa entrevista que le concedió a C5N, atribuye la cuestión a un “error material” por un típico copy/paste preestablecido en la computadora del Juzgado. Pero muchos se preguntaron si el fallo no fue redactado ni bien murió Nisman, en pleno mes de enero.

Frente a una apelación del fiscal actuante, la Cámara tendrá un par de opciones. Podrá devolver el expediente a Rafecas para que, al menos, ejecute algunas de las 60 medidas de prueba pedidas por Pollicita antes de volver a desestimar el asunto, o considerar que el juez ya emitió su opinión sobre el fondo de la cuestión, por lo cual podría derivar la investigación a otro magistrado que designe. La Cámara tiene dos salas. Cuando Pollicita apele, sabremos cuál entenderá en el asunto.

Ahora resta saber qué impacto tendrá la decisión en el ánimo presidencial de hoy. El jueves, en el acto de jura de los nuevos ministros, la Casa de Gobierno tenía un ambiente festivo. Todo el mundo se reía como si realmente hubiera algo para festejar. El propio Capitanich, que dejaba su cargo en medio de un resonante fracaso, rayano casi en el ridículo y en el hazmereír de muchos, se reía a carcajadas. Hasta Boudou y Aníbal Fernández de reían desembozadamente. Más circunspecto aparecía Wado de Pedro, el convencido de que el Gobierno debe instaurar el perfil de país que tenían en mente los Montoneros y que ahora será el nuevo secretario general de la Presidencia.

No hay demasiados motivos para sospechar que el fallo actuará como un bálsamo para la Presidente y que ahora, liberada de aquella carga, estará dispuesta a transitar ocho meses de concordia antes del traspaso del mando. Nada. Ni un paso atrás. Será mejor dinamitar todo antes de ofrecer una mano de diálogo. Enfrente no están otros argentinos tan temporales como ella esperando para continuar la rutinaria tarea de administrar el Estado. No. Ni la presidente se considera una mera administradora temporal del Estado, ni los que están enfrente son otros argentinos tan bien intencionados como ella. La Sra. de Kirchner se considera a sí misma la protagonista de una epopeya; de una epopeya enfrente de la cual no hay otros argentinos, sino enemigos acérrimos.

Poder absoluto

La Fundación Nuevas Generaciones presentó el martes la tercera edición de su informe anual “Indicadores de Control Legislativo”, en el que se evalúa el resultado de los pedidos de informes que los Diputados realizan al Poder Ejecutivo de la Nación para controlar el desarrollo de su gestión.

En el estudio se recuerda que, por mandato constitucional, el Congreso de la Nación tiene dos funciones muy específicas: legislar y controlar al Poder Ejecutivo. Para esta última tarea el Congreso cuenta con los pedidos de informes como herramienta fundamental.

Los resultados que arroja el informe son cada año más pobres. Tomando el período 2003-13, podemos destacar los siguientes:

- En dicho período se han presentado en la Cámara baja 10.715 pedidos de informes, y de ellos solamente 1654 fueron aprobados por el plenario de Diputados. Esto implica que solamente se aprobó el 15,4% de los pedidos de informes que se presentaron, una cifra inferior al 17,5% que arrojó la medición publicada en 2012 y al 17,1% publicado en 2013.

- De los 1654 pedidos de informes aprobados entre esos años, solamente 1064 fueron respondidos, esto implica, que entre 2003 y 2013 fueron respondidos un 64,3% de los pedidos y que un 35,7% permanecen sin respuesta.

- De los pedidos de informes respondidos en esos diez años por el Poder Ejecutivo, solamente el 9% recibió la respuesta dentro del mismo año en que fue solicitado. El restante 91% recibió la respuesta fuera de ese plazo.

Analizando específicamente el año 2013, encontramos los resultados más bajos de la historia de este indicador:

- Durante ese año, solamente se aprobó el 0,2% de los pedidos de informes presentados por Diputados de la Nación. O sea, que de 1058, solamente se aprobaron 2.

- En ese mismo año, ninguno de los dos pedidos de informes aprobados fueron respondidos por el Poder Ejecutivo de la Nación. Por lo tanto, el nivel de respuesta llega al 0%, cifra nunca alcanzada en este indicador.

- En materia de temáticas, durante 2013 la mayoría de los pedidos de informes (25%) se centraron en cuestiones vinculadas a la defensa y seguridad, y dentro de ellas, el mayor porcentaje estuvo orientado específicamente al narcotráfico.

Hasta aquí, las conclusiones casi textuales de lo presentado ayer por esta Fundación. Los resultados confirman una vez más, con el valor frío de las estadísticas, el hecho de que el Poder Ejecutivo actúa directamente sin control. A esto debe sumarse la prórroga legislativa que el Congreso le ha dado hasta diciembre de 2015 por la que la Sra. de Kirchner puede gobernar prácticamente por decreto (apoyada en la Ley de Emergencia Económica -cuando por otro lado se dice que, gracias la “década ganada”, estamos en el Paraíso) y la inoperatividad de la mayoría de las agencias de control administrativo, cuyo trabajo ha sido paralizado por el no nombramiento de funcionarios (tal el caso de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, vacante desde hace 5 años y a cargo de un fiscal subrogante completamente inocuo) o por el completo desdén con que se toman sus resoluciones -tal el caso de la Auditoria General de la Nación, encabezada por el Dr. Leandro Despouy, que ha elaborado más un informe alarmante y no ha pasado nada.

También son conocidas las pretensiones que la Presidente tiene respecto del Poder Judicial, es decir, lograr también allí una completa sumisión a su voluntad por la vía de nombrar jueces y fiscales adherentes a Justicia Legítima (una especie de “La Cámpora” judicial), proponer la politización de la justicia, la eliminación de la responsabilidad civil del Estado y la limitación de las medidas cautelares en su contra. Del mismo modo, son públicas las sentencias de la Justicia que el Poder Ejecutivo ignora olímpicamente, como si no se hubieran dictado. Y tampoco pasa nada.

La flagrancia de la aspiración al poder total es de tal magnitud que cuesta creer cómo se pretende seguir llamando al sistema vigente en el país “Estado de Derecho”. Prácticamente ninguna de las características definitorias de ese sistema de vida están en vigor en la Argentina. En el país no gobierna la ley sino la voluntad de un grupo de personas ubicadas en las poltronas del poder que dedican la mayor parte de su tiempo a declararse absueltas de la rendición de cuentas y del control de los poderes públicos.

La contracara evidente de ese régimen es una paralela restricción de los derechos individuales, cuya suerte pende del hilo de la arbitrariedad y de la discrecionalidad de los funcionarios, pero no del Derecho.

Es a todas luces obvio que con estas características la Argentina se haya volcado a una alianza con los autoritarismos de la Tierra (Rusia, China, Venezuela, Cuba, Ecuador, Angola) y plantee una especie de guerra de redención contra el Occidente liberal.

La única incógnita frente a esto es, si más allá de envidias bajas y odios de ignorantes, la gente realmente cree que va a vivir mejor bajo un régimen de esta naturaleza antes que en una democracia verdadera con división de poderes y control absoluto del poder del presidente. Si es así, estamos listos señores. Como diría Alberdi, “el tirano no es la causa sino el efecto de la tiranía”.

Más delirios

Los confines del asombro parecen no tener límites. Es la sensación que uno siente cuando habla la Presidente. Es obvio que alguien está muy equivocado en la Argentina. Y la cosa va quedando cada vez más clara: es ella o nosotros. Las dos visiones de la Argentina y del mundo no pueden ser tan opuestas y al mismo tiempo verdaderas ambas. Una de las dos es una ilusión óptica y la otra, aunque no la verdad revelada, una aproximación mucho más verosímil a la realidad.

La señora Cristina de Kirchner, ayer, en Misiones, avanzó al punto de decir -ni sugerir, ni insinuar, decir- que los medios informativos esconden a propósito las noticias internacionales para evitar que la gente se de cuenta del país maravilloso en el que está viviendo… Si, si, así como lo leen: que la prensa oculta lo de afuera para que no podamos medir la genialidad que tenemos aquí…

El país que incrementó en 60% en los últimos diez años su población en villas miseria; el país que no tiene agua potable en una provincia que nada en agua como Formosa; el país en donde cada vez hay mas chicos que no estudian ni trabajan; el país en donde la desidia, la apatía y la abulia se ha instalado en millones de mantenidos a fuerza de planes estatales miserables; el país que ha caído al sexto lugar regional en recibir inversión extranjera; el país que era exportador de energía y que ahora la debe importar a razón de 13 mil millones de dólares; el país que podría alimentar a 400 millones de personas pero en donde los chicos se mueren por desnutrición; el país que vive bajo el cepo cambiario; el país que -por ese mismo motivo- prohíbe el ahorro y que está a punto de levantar barreras aun más altas para ejercer el derecho constitucional de salir del territorio, convirtiendo por lo tanto a ese derecho en una prerrogativa de privilegiados como los funcionarios o los ricos; el país que hace 10 años vive bajo emergencia económica declarada por ley; el país que ha tenido conflictos con prácticamente todo el mundo, que está a punto de caer en default nuevamente; el país que debe mentir sus estadísticas oficiales para no admitir que la inflación llega al 30% anual; el país que financia sus gastos con la plata futura de los jubilados; el país que quebró su Banco Central; el país donde no es seguro salir simplemente a la calle; ese país, la señora de Kirchner dice que es “maravilloso” y que es la maldad de la prensa la que no quiere admitirlo al punto de ocultar las espantosas noticias internacionales para evitar que la gente compare la joya que tiene en casa. Es lisa y llanamente increíble…

Pero hay más. La Presidente lamentó que el presupuesto no fuera aprobado por unanimidad y reprendió a la oposición por votar en contra; por tener una idea del arreglo económico-financiero de la Nación distinto al de ella.

Se trata de una reconfirmación de la cosmovisión totalitaria que tiene la presidente del poder. Cristina dijo que hay “cosas que no podemos seguir discutiendo porque tenemos la obligación de ponernos de acuerdo…” ¿Ponernos de acuerdo en que la inflación es inferior al 10% , señora Presidente?, ¿ponernos de acuerdo en que vamos a crecer a más del 6% o que fue cierto acaso el crecimiento del último lustro que su gobierno dibujó?, ¿en eso quiere que nos pongamos de acuerdo? ¡¿Pero con qué cara los legisladores que saben que todo eso no es más que una sarta de mentiras levantarían la mano para darle el gusto a usted!?

La Presidente encomiando su gestión dijo que “todo lo que hicieron” lo hicieron teniendo “un poder y medio”, en una queja directa por no disponer -según ella- de una mitad del Congreso y de la Justicia. ¿Pero qué esta sugiriendo?, ¿tener la suma del poder público que la Constitución prohíbe en su artículo 29?, ¿acaso se esta inculpando sola del delito de “infame traidora a la Patria”?, ¿o está sugiriendo, tal vez, que una verdadera evolución de Derecho consistiría en volver a los poderes reales absolutos de la Edad Media?

La psicología ha estudiado los casos de delirios como aquellos en donde las personas creen vivir una realidad ajena a la real. Las víctimas de este mal viven en una burbuja delirante que los convence de que las cosas son como ellos las ven. La patología puede ser espasmódica o durar lapsos más largos. Pero en todos los casos existe un convencimiento de que lo que se cree como real, es real. En ese sentido, el delirante se diferencia del cínico que sabe a ciencia cierta que lo que dice es mentira pero que lo sostiene contra viento y marea para lograr lo que se propone, incluyendo la caída en contradicciones groseras y evidentes que luego aceptará o negará según también le convenga.

Ambos casos son gravísimos porque suponen la toma de decisiones sobre parámetros falsos. Y la salida de ese pantano debe ser más o menos rápida para no profundizar las descabelladas consecuencias que traería aparejada su continuidad.

Que la Presidente diga seriamente que esperaba la aprobación unánime del presupuesto y que manifieste su descontento porque las distintas corrientes representadas en el Congreso hayan tenido la peregrina idea de oponérsele habla de un ensoberbecimiento con el poder francamente peligroso. Que la señora de Kirchner realmente crea que los noticieros de los medios ocultan lo que ocurre en el exterior para evitar que la gente lo compare con las maravillas internas, habla de paranoia enfermiza y que veladamente proponga la unificación de los tres poderes en uno solo es directamente un acto revolucionario contrario a la Constitución, al Estado de Derecho y a la institucionalidad democrática.

La Argentina vive tironeada por dos mundos. En uno de ellos la Presidente cree estar al frente de uno de los países más felices y mejor realizados de la tierra. En el otro, la realidad de la escasez, la desigualdad, la ignorancia, la abulia y la ausencia del Derecho dan forma a una Argentina que no tiene nada que ver con aquella que el mundo parecía venerar hace tan sólo un siglo.

Entre la locura y el Tigre

Las PASO ya son historia. Pero su resultado recién comienza. La rotunda derrota del gobierno en prácticamente todo el país electoralmente útil plantea interrogantes serios para el futuro de la Argentina. Si estuviéramos frente a un gobierno normal, lo más lógico sería suponer una recepción del mensaje, un ajuste del rumbo para ponerlo más acorde a lo que la votación arrojó y una apuesta a que esa corrección sea percibida por la sociedad para recuperar, en la elección de octubre, algo de lo perdido ahora.

Pero el país no tiene un gobierno normal. El país tiene un gobierno sectario; un gobierno que, sentado en las instituciones de todos, gobierna para una facción. Como todo gobierno faccioso siempre se atribuirá el triunfo: cuando gana porque gana; cuando pierde porque esa es la señal de que su lucha contra los verdaderos poderes enquistados en el conservadurismo argentino no está terminada y que deben redoblarse los esfuerzos para vencerlos definitivamente.

Del discurso de la presidente de ayer por la noche se deduce eso. La señora de Kirchner no admite nada, ni un error, ni una culpa, ni una falla. Nada. Ellos ganaron, “porque estas eran elecciones nacionales” y porque “son el David que lucha contra todos los medios y gobierna todos los días”.

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