¿Cómo sigue esto?

No necesitamos saber cuántos grados hay para saber si hace frío o calor. Es una cuestión intuitiva. Acostumbrados a esperar mediciones duras y a basarnos en ellas, ignoramos muchas veces por completo nuestras sensaciones. Quienes estamos en el mundo de la gestión preferimos, y con razón, las mediciones concretas, pero hay momentos en que una sensación dice más que un número. Y el Gobierno, fiel a un estilo gerencial, evita prestar atención a las intuiciones.

Así que, como salgo a la calle y siento frío, también siento cierto cansancio con el Gobierno actual. Se respira en el aire, se escucha en cada comentario: la gente se está cansando. Es claro que la sensación se limita al ambiente en el que uno se mueve, pero casualmente ese ambiente, en mi caso, es el mismo que votó a este Gobierno.

Cada vez que un cartel desactualizado me recuerda a la dupla Daniel Scioli-Carlos Zannini respiro aliviado: estuvimos muy cerca del precipicio, pero nos detuvimos a tiempo. En aquella época en la que nos tocaba defender la República en las urnas, estábamos dispuestos a sacrificios, a cambios que nos resultaran incómodos, porque sólo queríamos que se terminara de una vez por todas esa década de degradación de las instituciones y de la libertad. Solucionado ese problema, ahora estamos poniendo los ojos en otro horizonte. Continuar leyendo

El monopolio de la dignidad

Se suele identificar al peronismo con toda medida que tienda a beneficiar a quienes no están en una posición privilegiada. Y llegó a tanto ese sesgo obtuso que hasta Hugo Moyano dijo: “Macri se está peronizando”. Históricamente, el peronismo ha sido pionero en la Argentina en darle al trabajador una serie de derechos y hasta un lugar en la sociedad que nunca antes había tenido. Esto no significa que el peronismo tenga el monopolio de la dignidad, ni que tengamos que identificar como peronista a cualquiera que pugne por los derechos de los más débiles.

El kirchnerismo, que se decía peronista y tuvo en su interior durante mucho tiempo a quienes hoy se siguen llamando peronistas, implantó en la Argentina uno de los sistemas tributarios más regresivos. No sólo el impuesto a las ganancias, sino además el impuesto a los bienes personales y hasta la continuidad del IVA. En sí, no podemos decir que son impuestos regresivos, pero pasan a serlo cuando no se modifican los límites imponibles en un contexto inflacionario. A estos impuestos se sumó, obviamente, la inflación, que diluía el poder de compra de los menos favorecidos mientras beneficiaba a quienes podían invertir en bienes durables o en dólares. Evidentemente, de peronismo el kirchnerismo no tuvo nada. Continuar leyendo

Cuatro años de desafíos

Este domingo triunfó la República, porque el PRO en estos momentos representa eso: un espacio que no sólo profesa los valores republicanos, sino que además los ha puesto en práctica. Tendrá aciertos y desaciertos, uno puede o no estar de acuerdo con cómo han hecho las cosas en la ciudad de Buenos Aires, pero nadie puede negar el carácter republicano que tiene el partido de Mauricio Macri cuando se lo compara con el kirchnerismo.

Los argentinos ahora podemos mirar hacia adelante con otra perspectiva, con otras expectativas, intentando olvidarnos de estos doce años de oscuridad para nuestra república. Y es en este plan que decidí escribir esta columna: dejando de lado el recuerdo del pasado, tomando las lecciones aprendidas y poniendo la mirada en el futuro. ¿Cuáles son hoy los desafíos más relevantes que tiene que enfrentar Mauricio Macri como presidente?

Es cierto que el kirchnerismo ha destruido todo y, por lo tanto, todo tiene que ser reconstruido. Sin embargo, existen algunas cuestiones clave que hay que atacar no sólo de inmediato, sino con una eficacia fuera de serie. Postergar estas cuestiones es llamarse al fracaso, es ignorar la realidad. Continuar leyendo

La hora de las obras

Las inundaciones parecen ya una historia del pasado y los argentinos somos víctimas de una memoria floja: Si el problema pasó, nunca existió. Desmemoria que nos ha costado más de lo que creemos.

Parece absurdo tener que decirlo, pero las obras se hacen antes de que surjan los problemas. Una vez que las lluvias llegaron, una vez que los cortes de luz comenzaron, no hay más nada para hacer, solo resignarse. Me resulta tristemente gracioso escuchar al actual gobernador de la provincia de Buenos Aires hablar de obras realizadas y de obras a realizar. Una vez más la realidad es más dura que cualquier relato y pone de manifiesto otro aspecto más de la inoperancia de Daniel Scioli, que paradójicamente quiere gobernar el país. Y a esa inoperancia se suma además cierta falta de sensibilidad al afirmar que, si no hubieran hecho obras, la situación sería peor. O incluso llegar a decir que hay que trasladar a las personas a otro lugar, al mejor estilo de intercambio de poblaciones de la primer posguerra.

Hace cerca de un año, si la memoria no me traiciona, fue en el funeral del abuelo de un amigo muy cercano de la infancia, cuando me encontré con este otro amigo músico que vive en Luján desde hace años. En aquel entonces me dijo: “Es terrible lo que pasa con esto de las inundaciones, tenés que escribir sobre eso, porque no se están haciendo obras”. Yo en su momento no tenía información concreta sobre la situación de la provincia a este respecto, pero hoy las cosas se hacen más evidentes y todos los diarios y los canales serios han puesto de manifiesto la situación actual que se vive en la tierra de Scioli. Mi anécdota atestigua además que esto de las inundaciones no es algo nuevo, algo desconocido, sino que una vez más se trata de un Gobierno que es indiferentes a los males que sufre la población y se ocupa de anuncios vacíos en lugar de generar obras concretas. Continuar leyendo

Ni derecha, ni izquierda: república

La polarización de las cuestiones es algo natural. Comienzan a surgir en la sociedad las ideas y van decantando, lo que da como resultado que solo algunas de ellas se nos presenten como alternativas reales. Esto suele suceder prácticamente ante cualquier toma de decisión: se presenta un  problema, van sugiriendo soluciones y de todas estas sugerencias se selecciona una cantidad limitada de alternativas, que son las que en definitiva se van a analizar y entre las que se va a decidir. Es una cuestión de limitación humana: me cuesta imaginar a un grupo de gente eligiendo entre más de tres o cuatro alternativas reales.

Este mismo proceso se da a nivel nacional e incluso mundial. Después de la Primera Guerra Mundial todo el mundo se había polarizado en torno a dos opciones: capitalismo o comunismo. La derecha y la izquierda. Eran extremos nítidos: con solo escuchar hablar a alguien era muy fácil saber de qué lado estaba. Como siempre, había un enorme colorido entre una opción y otra, pero era innegable que esas dos eran las madres de todas las alternativas.

A veces nos cuesta dimensionar cuánto nos marcan, a todos, los hechos de la historia mundial. Los conceptos de izquierda y derecha han calado tan hondo que hoy, casi treinta años después de la caída del muro y el desguace del comunismo, esta polarización sigue vigente en los discursos. Muchos votantes rechazan a Mauricio Macri porque es de derecha y tienen afinidad con el Gobierno porque lo consideran de izquierda. Ambas afirmaciones no son más que la mezcla de nombres actuales con conceptos perimidos. Continuar leyendo

El éxito de la Metropolitana y el fracaso en seguridad de Scioli

Uno de los principales desafíos que enfrentará el próximo presidente de la Argentina es el de la delincuencia y en particular el del narcotráfico. Los argentinos somos cada vez más conscientes de la gravedad de la situación y a este respecto los candidatos deberían tener realmente mucho para decir.

Hace unos días Daniel Scioli, con esa retórica que asombra por su osadía, volvió a hablar de seguridad, deshaciéndose en halagos para con las policías locales. Lo he dicho varias veces: las policías locales no son una mejora, son un retroceso. En primer lugar, porque se suman a una fuerza ya muy cuestionada como es la bonaerense: para ponerlo en concreto, es más de lo mismo. El hecho de que sean locales, a diferencia de lo que sostiene el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, no trae ningún beneficio. Suele decir que la policía local conoce el lugar, pero conocer el lugar no le da al policía que está en la calle ningún tipo de ventaja. De hecho, este tipo de conocimiento puede servir para diseñar acciones preventivas, incluso para realizar algún tipo de operativo especial: a nada de esto se dedicarán, sin embargo, las policías locales. Continuar leyendo

Una interna excepcional

Hoy todos estamos hablando de la interna del PRO en la Ciudad de Buenos Aires y es que tan acostumbrados estamos a los verticalismos personalistas que un poco de republicanismo nos suena incluso cacofónico. Pero lo cierto es que esta interna, que hoy es una excepción, debería ser justamente la regla, lo habitual. Es una interna pareja, una que tiene sentido y pone a dos contrincantes del mismo peso frente al electorado. Y lo mejor de todo: tiene un final incierto.

Históricamente en la Argentina, al menos recientemente, los partidos han dirimido sus candidatos con mecanismos poco transparentes y en donde contaban más los movimientos de los operadores que la decisión de la gente. Hoy, en una Argentina que se encuentra a punto de perder todo su republicanismo, nos viene bien un gesto que ponga de manifiesto que algo nuevo está comenzando. Mauricio Macri ya tiene algo de que enorgullecerse: en el país en el que por tradición se han ignorado los valores republicanos, él ha logrado que el partido que lidera sea un ejemplo de actitud democrática. Continuar leyendo

El golpe de Massa

Todos lo sabemos: los políticos de alto vuelo ya no tienen ideas, sólo miran encuestas. De lo contrario no es fácil comprender la homogeneidad de “pensamiento” que a estas alturas iguala a todos. Esta es la causa por la cual todos hablan hoy de delito y narcotráfico, cuando son realidades que llevan varias décadas flagelando a nuestro país.

Esta vez Sergio Massa hizo un movimiento bastante osado al querer limitar la reelección de los jefes municipales. Puedo especular sobre las razones verdaderas detrás de ese astuto movimiento, pero más me interesan sus consecuencias para todos nosotros. Tal vez por error, tal vez por una casualidad de las que no abundan, este interés va alineado con el de construir una república más sólida.

Las reelecciones indefinidas en los puestos ejecutivos son con certeza la principal raíz de la corrupción, porque la permanencia en el poder permite no sólo la construcción de la estructura de corrupción, sino su cristalización y por lo tanto su establecimiento como poder real y duradero. Con el tiempo, lo que inicialmente se hacía solapadamente, de manera casi tímida, hoy se hace a la vista de todos, porque la estructura de corrupción se ha cristalizado de tal forma que ya es imposible desplazarla. Se genera entonces una situación en la que la reducción de los riesgos da una sensación de omnipotencia a quienes gobiernan. Es así como los gobernantes se tornan en monarcas absolutos con la mirada puesta en su ego, creyéndose dueños de aquello que sólo debieran administrar temporalmente. Y esto es muy fácil verlo en el conurbano y en otras provincias, que parecen más la gran estancia de algún patrón que partes de un territorio nacional gobernado en forma republicana.

Es evidente que este nuevo golpe de Massa es algo interesante, lo que hizo que el casi siempre rezagado Mauricio saliera a “redoblar” la apuesta, corriendo detrás de esta nueva propuesta que propone discutir algo que realmente trasciende el corto plazo: la república.

Este intento por poner coto a las aspiraciones reeleccionistas de los dueños del conurbano y de los feudos provinciales es un movimiento arriesgado, porque se pone en contra a gran parte de los dirigentes políticos. Y no son cualquier dirigente político, sino los dueños de un aparato cooptado que funciona con precisión en las elecciones, para lo cual basta ver los resultados de las elecciones presidenciales en los distritos feudales. Pero es una osadía que vale la pena, porque de concretarse habrá liberado para siempre a la Provincia de Buenos Aires de estos “históricos” gobernantes, que, por cierto, ya están pataleando con disgusto incluso dentro de las propias filas del Frente Renovador.

Un resultado favorable para esta iniciativa habrá iniciado la refundación de la república, porque comenzará lentamente a desarmarse este sistema clientelista que se ocupa más en oprimir que en liberar, aunque siempre bajo la bandera de una democracia algo renga. Si esto no avanzara, al menos el debate está sobre la mesa y es el momento para comenzar a discutir la república que queremos construir.

Una marcha en contra de las villas

El miércoles hubo problemas para circular en el centro de la Ciudad de Buenos Aires debido a una marcha que se convocó desde distintas organizaciones. En particular fue la Corriente Villero Independiente, a la que se fueron sumando agrupaciones de izquierda y afines al gobierno. Fue llamativo que se trató de una protesta contra alguien en particular, porque la imagen que la convocaba comenzaba su mensaje aludiendo al apellido del actual jefe de Gobierno de la Ciudad. Y aquí no es cuestión de ser o no macrista, sino de entender que desde que el mensaje se plantea como una confrontación, naciendo además, verbalmente, desde una imposición, se torna por lo tanto inviable en un ambiente democrático. Más allá de ignorar el principio republicano, culpando al Poder Ejecutivo de algo que por la propia naturaleza de nuestra forma de gobierno es inherente además a los otros poderes.

Por otro lado, también me resulta sospechosa la utilización de un término como “urbanización”, que suele apelar a un “arrasar y volver a hacer”, cuando en realidad la solución a muchas de las problemáticas de las villas pasa por trabajar por la integración y no por la urbanización.

Otro punto interesante de este mensaje es la crónica explicitación de consignas tan ideales y generales que hace imposible que se tome este reclamo seriamente. Personalmente, creo que el uso tan difundido de la palabra “integral”, que antepuesta a cualquier otra cosa pretende llevar una solución definitiva, termina por quitarle todo sustento a lo que se intente resolver. “Un plan de vivienda integral” no es más que una forma de reclamar sin un argumento, de hacerlo con la convicción de que las cosas tienen que suceder por la mera voluntad de quien las articula. Pero lamentablemente este fue siempre el pecado de la izquierda argentina, que termina vaciando de contenido real sus reclamos, para convertirlos sólo en ideología.

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