Todo lo que falta hacer

Como bien dijo el político y ensayista Rodolfo Terragno, en un país no se pueden lograr profundos cambios sin un apoyo social contundente. El problema en la Argentina es que esa impronta, esa imprescindible toma de conciencia no se corresponde con una fractura o varias fracturas que el país carga desde hace mucho tiempo, ensanchadas durante los últimos doce años. Parecería imposible lograr el entendimiento, participar de un proyecto común con ese enredo. Los procesos políticos se alteran y hay que respetar el voto colectivo. Demasiados ciudadanos viven atados a añejos prejuicios, difíciles de desterrar, como si se hubieran enquistado definitivamente.

El actual cristinismo, más su antecesor, el kirchnerismo, parecen carecer de una valoración democrática. Les falta aceptar que los cambios pueden suceder, que otros pueden tener otras propuestas, que de pronto se deben ceder posiciones ante una realidad compleja, sin soluciones fáciles. Las redes sociales están cargadas de odio y desprecio al nuevo Gobierno. Sin tregua. Desde el primer momento fue rechazado y así, desde el inicio, muchos lo catalogaron de oligárquico, de derecha, reaccionario, dispuesto a vender el país, de despreciar a los trabajadores. Un encuadre endiosado. Fue para ellos un reflejo inmediato. Golpear, machacar, no entender, no mirar más allá.

Sumándose a ciertos grupos de la izquierda, en un enredo incomprensible, torpedearon la visita de Barack Obama. Están abrazados a una mística donde juegan de víctimas y los verdugos son los otros. Politizaron hasta el extremo los derechos humanos y el recuerdo. Así, en los años setenta, que son paradigmáticos para su mirada, hubo buenos, luchadores con mística de cambios y puros, y, del otro lado, los que estaban dispuestos a acabar con ellos. Y de esa plataforma no se bajan. Algo absolutamente maniqueo. Continuar leyendo

Un Parlamento en el que se ve hasta lo imposible

El Parlamento Nacional no es ningún ejemplo de cordura, de sentido común ni de amplitud de criterio. La violencia de afuera, la del abismo o la grieta de la sociedad, como se quiera llamar, ingresó por las puertas grandes del recinto y trajo enfrentamientos de intenso ardor polémico. Algunos más intensos que otros, más recordables, que quedarán para la historia, si es que alguien está llevando la crónica del pasado de la incontención verbal en ese ámbito en los últimos años. Que pone en peligro la dignidad de ese centro, tan importante como cualquier otro en la histórica división de poderes.

Ese Parlamento ha presenciado de todo. Incuso aquello que parecía imposible. Como aprobar en pocas horas una montaña de proyectos de ley, sabiendo que ningún legislador pudo haber estudiado seriamente los textos como lo exige la seriedad institucional. O respaldar proyectos que pedía sin tapujos el Poder Ejecutivo, cumpliendo con el principio tan mayoritario en el peronismo, que se hace sin chistar con lo que quiere el Jefe o la Jefa, habitantes de la Casa Rosada. No hablemos de diálogos civilizados entre adversarios políticos. No hablemos de actitudes que no son más que hipócritas. No hablemos de las bandas de aplaudidores, extraños al ámbito, invitados por el oficialismo a los pisos altos que insultan a gusto y placer a los opositores, sin que intervengan las autoridades. Continuar leyendo

Código Procesal Penal: una reforma con todos los ingredientes de la arbitrariedad

La aprobación por la Cámara de Diputados de la reforma del Código Procesal Penal tiene todos los ingredientes de las acciones que viene aplicando el kirchnerismo, devenido en cristinismo desde hace una década.

En definitiva se impone el criterio de la mayoría, no se escucha y se menosprecia a las minorías en el Parlamento, no se polemiza, no hay consenso, no hay criterio, no hay estudio a fondo del tema.Todo aquel que reflexione distinto es peligroso y puede pasar por destituyente. En definitiva : el Congreso actúa de la manera que lo quiere y lo pide el Poder Ejecutivo. Se aprueban leyes con la velocidad del rayo, sin que muchos de los que votan sepan su contenido, por negligencia o porque reciben órdenes terminantes de pasar por alto toda discusión.

Institucionalmente hablando se parece a un régimen arbitrario, caprichoso, donde impera la voz del amo. De esta forma es perjudicial y antidemocrático. Así son las cosas: los parlamentarios del oficialismo han elegido el camino de la sumisión. La mayoría ha autorizado a nombrar 17 fiscales y otros 1.633 funcionarios en la Procuración.  Continuar leyendo