El plan económico de Macri

Mauricio Macri ha presentado a la sociedad su plan económico integral, aunque pocos se hayan dado cuenta de tamaño hecho.

Ante el Cecyp, una suerte de club social de los más importantes empresarios, Macri aseguró que en su Gobierno no intervendría para fijar el tipo de cambio y que ese valor sería determinado por el mercado.

Es importante prestar atención a las dos partes de su afirmación. Está planteando un mercado libre de cambios, por un sistema de oferta y demanda, y también está anunciando que no existirá intervención del Estado para determinar los tipos de cambio.

A la vez, con esa sola frase, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) deja de ser la contraparte obligada de las transacciones cambiarias.

Prácticamente un mercado cambiario de esas características no existe desde el Gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear, recordado porque fue durante su mandato cuando el país alcanzó el proverbial sexto lugar entre las economías mundiales.

La decisión es seguramente la forma más rápida de salir del cepo, ya que no requiere de la acumulación de reservas para hacer frente a una posible corrida, por dos razones. Por un lado, porque desaparecería el fuerte estímulo de un dólar subsidiado desde el sector de la demanda y, por el otro, porque el BCRA no tendría la obligación de vender dólares ante una demanda alta, ya que el mercado se compondría solamente de privados o particulares. Continuar leyendo

Los candidatos ya piensan cómo evitar la segunda vuelta

Como anticipaban las últimas encuestas, algunas corregidas de apuro para salvar la ropa de las encuestadoras, Daniel Scioli obtenía a la madrugada 36.5% de los votos, mientras que Cambiemos lograba el 31.4% y UNA el 21.5%, con 40% de mesas escrutadas.

Inesperada recuperación para la alianza Massa-De la Sota, con el importante aporte de Felipe Solá, que se transforman ahora en árbitros de la primera vuelta y el ballottage, si no en factor definitorio de la elección presidencial.

Probablemente influidos por el recuerdo del efecto Lousteau, muchos analistas sugerían anoche que se trató de una elección de candidatos, no de alianzas, de modo que no habría que descontar una alineación automática de los votos de Cambiemos con Mauricio Macri, ni los de De la Sota con Massa.

Me permito disentir de esa idea. No parece que los radicales y los seguidores de Lilita fueran a estar dispuestos a votar en primera vuelta a Scioli, ni tampoco existe el elemental efecto defensivo que ejerció el kirchnerismo al apoyar a ECO en CABA contra su virtual rival Mauricio Macri, ayer confirmado.

Recordemos que Macri tiene dos gálibos a superar. Debe pasar los 30 puntos por si Scioli llega a 40, y debe tratar de que Scioli no llegue al poco democrático 45% que lo consagraría presidente. El tope de 30 puntos parece superado. Ahora veamos el segundo tope mágico.

Está claro que si los votantes de Massa votan del mismo modo que ayer, la segunda vuelta está decretada, una enorme complicación para Scioli.

¿Qué podría hacer que no votaran del mismo modo?

Por un lado, el clásico concepto del voto útil. La percepción de que al no tener chances de ganar, apoyar a Massa sería tirar el voto. En tal caso, parecería más razonable que muchos de los votantes de UNA se inclinasen por votar a Scioli, peronista igual que ellos al fin. Aquí pesará mucho el liderazgo de Massa y De la Sota, y también jugará la capacidad de captación de Macri sobre esos mismos votantes. Habría que recordar mi nota de junio en ese mismo diario, en la que sostenía que la designación a dedo de Carlos Zannini, y la inserción también dactilar de La Cámpora en los centros nerviosos del poder político peronista, podría revitalizar a Massa y crear una polarización interna en el peronismo. Parte de ello empezó a ocurrir ayer.

El tigrense pasará ahora a recibir los coqueteos de su ex facción y del macrismo. Dulce venganza para un doble ninguneo. Es cierto que los votos son del votante, pero el peronismo tiene una propensión pastoril a actuar como majada, de modo que el próximo presidente de la Nación bien puede llegar a ser designado por Sergio Massa.

¿Qué puede ofrecerle el kirchnerismo a Massa? O mejor, ¿qué oferta creíble le puede hacer el kirchnerismo a Massa? ¿Acaso la gobernación de Buenos Aires, por lejana que parezca la idea? Recordar que Solá es el tercer candidato en ese distrito, que ya gobernó.

Del otro lado, ¿qué puede ofrecerle el Pro, o Cambiemos, a Massa? Adivino aquí menos flexibilidad que en el kirchnerismo. Tanto por la inflexibilidad de Macri como por la presencia siempre complicada del radicalismo y de Carrió.

Sin embargo, parece más factible en términos políticos una alianza de Macri con Massa que de éste con su viejo entorno, en especial si se analizan los resultados de ayer en provincia de Buenos Aires, y la masa de diputados que puede aportar UNA para la imprescindible gobernabilidad en caso de que Macri fuera el presidente.

Seguramente que también habría presión interna de sus candidatos a diputados y gobernadores para Massa, que no querrán exponerse a no tener candidato a presidente en su boleta, o a sufrir un éxodo de boleta completa hacia alguna de las otras dos fuerzas con mayores chances.

Sergio Massa es ahora lo que en inglés se denomina un King Maker. Por un instante efímero, la democracia le ha conferido ese papel. Una bala de plata. Que obviamente, sólo se puede disparar una vez.

¿Y si Macri no miente?

Asesorado por su brujo ecuatoriano, Mauricio Macri sostiene que Aerolíneas Argentinas permanecerá en manos del Estado, que el fútbol será gratis, que YPF seguirá siendo brillantemente explotada con la conducción de Miguel Galuccio, y que seguirán los planes y subsidios.

Los seguidores del PRO, es decir los pro-PRO, han tomado la costumbre de atacar duramente a quienes ponen cualquier objeción a lo que hizo, hace o dice Macri. Esgrimen que su adalid es la única vía para defenestrar al nefasto FpV, ahora reencarnado en Daniel Scioli.

Argumentan que para convencer al conurbano dudoso es imposible decir lo que se va a hacer, so pena de ser sepultado. En consecuencia, hay que engañar a esos votantes y luego aplicar las verdaderas soluciones.

Querría contarles a los pro-PRO que también participo de la agrupación “Voto a cualquiera menos a Scioli” , si se me perdona la parcialidad. Pero con más fuerza defiendo mi derecho a decir lo que pienso. ¿Está claro, señoras?

El concepto de que hay que mentirle deliberadamente al electorado para luego hacer lo contrario me parece repugnante, sea quien fuere el que lo utilizare. Sin embargo, creo que Macri intentará hacer lo que dice, y que no se trata de una estrategia de campaña que luego descartará como un preservativo, con perdón de la precisa metáfora.

Macri no es un liberal. Ni cree en ese principio, ni sabe cómo serlo, ni quiere serlo. Él cree que podrá tomar Aerolíneas y operarla eficientemente. Y hasta cree que a nadie se le ocurrió antes esa idea. Para ser generoso diré que se equivoca. Se enredará en una larga pulseada desleal en la que perderá. La combinación sindical-legislativa-operativa-financiera-contratista-prebendaria le hará perder un tiempo clave en un momento inicial clave.

Seguramente cree que si pudo negociar en CABA podrá hacerlo en varios aspectos en la Nación. Siento decirle que las soluciones en la Capital fueron pobres. Las del Subte casi no son soluciones. La verdadera salida son concesiones a largo plazo a consorcios internacionales que hagan la modernización y ampliación a cambio de ellas. El Metrobus es un paliativo.

El reciclaje con cartoneros es una solución precaria. Nadie puede pensar que es mejor esa variante que un sistema moderno de recolección mecánica y de reciclaje automatizado.

Muchos de los acuerdos logrados en minoría con la oposición se han basado en compartir (repartir) el presupuesto, algo casi inviable en el orden nacional con el presente nivel de dispendio y descontrol.

El transporte aéreo tiene otras soluciones más viables que la idea de eficientizar a Aerolíneas, el actual monumento a la corrupción y la ineptitud. Es preferible librar una batalla para aplicar esas soluciones de fondo, que el desgaste de tener al enemigo adentro durante todo la gestión. Preguntar a Marsans.

Pasando al fútbol, decir que será gratis es invadir de antemano un negocio privado, en el que el Estado no tiene nada que hacer. A menos que Macri, recordando sus tiempos de dirigente boquense, crea que puede tomar tiempo en rehacer desde las bases el negocio del balompié. Es un negocio privado y debe estar en manos privadas. Si pierden o ganan, debe ser un problema ajeno al Estado. ¿Para qué comprarse semejante trabajo hercúleo?

Tiene ganas de comprárselo. Pagará duro precio. Lo que creo es que nosotros también lo pagaremos. ¡Ah! Y la idea de financiarlo con publicidad privada, además de que debe dejarse que eso lo definan los dueños de los derechos, no cierra. Pero parece que hay que creerlo porque eso ayuda a ganar la elección.

El tema de los subsidios da para largo. Desde el modo en que se otorgan, hasta un análisis uno por uno de cada caso. No es lo mismo el transporte terrestre que la business de Aerolíneas, ni al AUH que un plan. Ni los subsidios energéticos son lo mismo que tarifas regaladas. Ni otorgárselos al usuario individualizado que hacerle un cheque a las empresas.

¿Seguirá YPF jugada al fracking? ¿Seguirá Bulgheroni con PAE metiendo sus cuñas en la actividad petrolera y asociada con la estatal? ¿ Qué quiere decir Macri con sus elogios a Gallucio? ¿Seguiremos teniendo precios no competitivos en el combustible?

¿De qué estamos hablando en estas pocas frases de campaña? ¿Son para engañar a “ellos” o para engañarnos a “nosotros”?

El gasto, y todo el presupuesto, requieren un gigantesco trabajo. No unas cuantas frases tiradas según las circunstancias. No bajar fuertemente el gasto condena a un endeudamiento inmediato para financiar gastos corrientes, lo que es simplemente irresponsable, lo que el propio Macri no querrá hacer.

No tener un mercado libre de cambios también tiene un costo muy alto de endeudamiento si se quiere salir del cepo pronto y sin dejar flotar la divisa. La suba del tipo de cambio debe acompañarse con restricciones en la emisión y el gasto para contener la inflación pendiente ahora frenada por la estúpida ancla cambiaria. Los anuncios que involucren cuestiones económicas deben ser fruto de un elaborado estudio de los equipos económicos, no de los equipos de campaña.

Cuando muchos economistas recomiendan un enfoque liberal, no lo hacen desde la mera preferencia ideológica, sino teniendo en cuenta que es el método más fácil para evitar que el Estado tenga que meter la mano en todas las realidades, y que los costos no deban ser pagados al azar, cuando no por los más carecientes.

¿Cree Macri en eso? Creo que no. Él lo llama pragmatismo. Esa definición ya se escuchó muchas veces , siempre con el mismo resultado. Es mejor dar la gran lucha para una solución de fondo.

El riesgo no es ético. O no es sólo ético. El riesgo es que el eventual gobierno de un PRO termine siendo parecido al del FPV, con menos insultos, avasallamiento y robo, pero con más endeudamiento e igual gasto, lo que preanunciaría futuras crisis a corto plazo.

Sería grave que Macri estuviera mintiendo. Mucho peor sería que estuviera diciendo la verdad.

CABA: Una victoria cabal, pero sin un ganador definitivo

Como era de esperar, los tres principales postulantes en las elecciones de CABA se consideran vencedores en cierto aspecto, aunque algunos hayan debido hacer prodigios de dialéctica para poder justificar ese supuesto logro.

Uno de los periodistas más entregado (comercializado) al kirchnerismo decía en su cuenta de Twitter que la elecciones que importaban ayer eran las de Grecia. Algo difícil de explicar al ciudadano preocupado por el transporte, la limpieza, la seguridad y conexas, pero un argumento al fin.

Dejando la barricada y lo anecdótico, esta elección con resultado previsto giraba sobre tres candidatos. Horacio Rodriguez Larreta y Mariano Recalde dependieron fuertemente de la tracción de sus respectivos jefes partidarios, Mauricio Macri y Cristina Kirchner. En cambio Martín Lousteau, un particular candidato mediático-estético, dependía de su mítico y probado carisma (con una ayuda cariñosa e importante de Elisa Carrió) y tenía el contrapeso de la resolución 125.

El 45% obtenido por Rodríguez Larreta parece pertenecer al partido, que ya lo había obtenido con Macri en 2011, en primera vuelta. Esto es coherente con la imagen desangelada del candidato a jefe de Gobierno. La pérdida de 2 puntos contra las PASO confirma además la creencia de que no todos los votos de Gabriela Michetti en las primarias eran del PRO, sino que algunos peronistas la habían votado por razones especulativas.

El 25% de Lousteau es un relevante logro político, cualquiera fuesen las razones inescrutables de ese voto. Si bien su publicidad rebasó lejos los límites de los fondos atribuídos, (la de los otros dos candidatos tampoco fueron un ejemplo) es indisputable su logro. Mejoró su cifra de las PASO y arrastra a su coalición a papeles importantes en la Ciudad, en especial en la Legislatura, por ahora. Su soporte y consejero en las sombras, un proverbial monje negro radical, fue un aporte sumamente valioso en todo sentido. En todo.

A su vez, Recalde puede exhibir, y lo hizo, una mejora de 3 puntos sobre las PASO, que agita como única bandera junto a la excusa estudiantil de la falta de tiempo.

Con toda lógica, ECO aventó muy pronto la aventurada idea que había circulado originalmente de que se retiraría del ballotagge si la diferencia de votos era mayor de 20 puntos. Correcta decisión.

Si bien el PRO necesita solamente 5 escasos puntos para ganar en segunda vuelta, no se conseguirán automáticamente. Los otros 30 puntos de votos que se quedaron sin candidato seguramente se inclinarán más por Lousteau que por Rodríguez Larreta, si bien no es sensato pensar que el 100% pasará al autor frustrado de la 125.

También importará mucho el número de votantes que concurra a la segunda vuelta, por una cuestión matemática (el denominador) y política, ya que no necesariamente el incremento o decremento guardará igual proporción partidaria. Los votos en blanco jugarán igual papel. Y no será menor la nacionalización de la discusión a la que apelará el PRO para sacarle algunos votantes a ECO en aras de fortalecer a Macri en la lucha contra Scioli.

Con el ballottage ganamos todos. El slogan implantado ayer por Lousteau es su nuevo grito de lucha, que como mínimo le va a proveer de un respaldo de 40% de votos, un fuerte capital político. Los votos del peronismo y de la izquierda, por más que se reivindique el concepto ofensivo de manada, son de los votantes. Ceteris paribus, como dicen los economistas, el 18% de esos votos deben ir al PRO si quiere ganar. Todo indica que el PRO continuará en la Jefatura de Gobierno, pero es procedente sopesar estas consideraciones.

Al cierre del recuento, con los datos provisorios disponibles de la elección de legisladores, el PRO, como estaba previsto por una cuestión matemática pierde dos bancas (baja de 30 a 27 ó 28) con lo que continuará el mecanismo de consenso basado en usar el Presupuesto como prenda de negociación. El gasto seguirá firme.

En términos nacionales, el 45% de votos del PRO muestra que ese porcentaje es el techo del macrismo puro de CABA. Pero si a esa cifra se le suma el porciento obtenido por Lousteau, el 70% resultante parece indicar cual es el tope superior antikirchnerista de CABA, que contrasta mucho con las elecciones presidenciales de 2011, donde la cifra estimada de votos opositores al FPV era con mucho el 35%. La polarización juega aquí contra Cristina.

Si bien parece forzado, luce claro que la socia mayoritaria en la pérdida de los votos fue la jefa del partido. La baja de Recalde contra las elecciones presidenciales de 2011, de 7 puntos, no es culpa exclusiva del improvisado presidente de Aerolíneas Argentinas.

No es prudente colegir que esa sea una tendencia nacional, como decía anoche Macri, analizando lo resultados de varias provincias, pero es un dato importante a tener en cuenta.

El sistema de voto digital, o de impresión de voto digital, funcionó aparentemente bien, por lo menos por lo que hasta ahora se conoce. Hay otras objeciones a la adquisición directa y los proveedores del BUE, pero esa es otra historia.

Es de esperar que en la medida que el voto electrónico se afiance, se puedan obtener mejores datos más rápidamente. El número total de votantes era un dato clave, sobre todo frente a la alternativa del ballottage.

Si se sorprendió por el título de la nota, observe que titular de otra manera habría sido influir sobre la voluntad del lector en el ballotaje.

La moneda de CABA todavía no cayó.

Otra vez, ¿adónde vas, Argentina?

Hay un consenso obvio en la sociedad y entre los expertos: quienquiera que triunfe en octubre lo hará mejor que Cristina Kirchner. Cierto, sin ninguna duda. Ni Mauricio Macri es un suicida, ni Sergio Massa va a caer en el error de continuar la actual no-política económica, ni Daniel Scioli va a desoír a sus consejeros del establishment. La UCR es previsible en lo que no hará, es decir, no aplicará políticas modernas, antiestatistas ni claras, pero no hará desaguisados dramáticos.

Ante tal consenso no es raro que la bolsa suba, tanto en Buenos Aires como en Wall Street y que la tasa de riesgo país esté en niveles impensados en relación con las barbaridades que se han hecho y se hacen.

Ahora tratemos de colegir lo que haría cada candidato o partido si resulta ganador, como una manera de empezar a prepararnos para el futuro, o para empezar a corregir rumbos de entrada.

En lo que se refiere al cepo, una urgencia más que una cuestión de fondo, todas las fuerzas parecen creer que hay que eliminarlo, felizmente. Sin embargo, la percepción que surge es que no tienen muy claro cómo.

El peronismo poskirchnerista parece inclinarse por la idea del gradualismo, a estar por las declaraciones de sus economistas, partiendo de la  idea de que primero hay que cortar la inflación y las expectativas inflacionarias antes de levantar la restricción cambiaria. Esto augura un período largo de sufrimiento cambiario, y probablemente muchos tropezones por el lado de la inflación y la inversión.

Ambas vertientes justicialistas no conciben un mercado que no esté regulado por el  Banco Central, y que al mismo tiempo lo tenga como único vendedor y comprador final.  Más allá de las buenas intenciones, esta concepción del mercado cambiario y el criterio gradualista, seguramente con devaluaciones parciales, augura largas penurias y muchos vaivenes si se aplican esas políticas.

La UCR y otros partidos de centro izquierda o ¨socialistas modernos¨, están todavía más empecinados en ese gradualismo y en la creencia de que el tipo de cambio es casi una forma de asignación de riqueza. Las desopilantes declaraciones de Javier González Fraga en la reciente convención radical muestran la confusión que impera en esta fuerza política. Un manejo del cepo por parte de estos partidos tendrá una salida no sólo lenta, sino dolorosa  y caótica.

Mauricio Macri ha ido algo más lejos y ha prometido que levantará el cepo el 11 de diciembre, lo que sembró esperanzas en muchos inversores. Sin embargo, en posteriores explicaciones, sostuvo que eso sería posible por el cambio de expectativas y la apertura que tendrá su gobierno, lo que creará una gran afluencia de dólares. Que me disculpe el ingeniero, pero no tiene muy claro el funcionamiento de estos mercados. No hace falta una avalancha de dólares para eliminar el cepo.

Esto ocurre porque Macri está pensando también en un mercado controlado por el Central, pero con una devaluación que descomprima la demanda. El tiempo que tardará en aprender y experimentar no será irrelevante, y el tema cambiario puede ejercer efectos paralizantes en el resto de la economía.

El acercamiento de Cavallo, que se reservará, como siempre, la función de muleto, no presagia algo mejor que su convertibilidad, ahora ligeramente retocada con algunas ideas que llamaríamos bizarras, para utilizar el anglicismo ignorante de los jóvenes.

Difícilmente entonces, cualquiera de los posibles ganadores tome el camino que consideramos correcto y que hemos mencionado en nuestra última nota: establecer un mercado libre de cambios, sin la intervención del Banco Central, de un día para otro. Y sacarse de encima el problema del tipo de cambio, a la vez que quitando una traba histórica de la actividad económica

He comprobado que todos los críticos a esta idea no comprenden el funcionamiento de un mercado sin regulación ni participación del Estado, ni asimilan la idea, por lo que les asusta. Daré un solo ejemplo: un experto decía el martes a la mañana que diciembre es un mal mes para eliminar el cepo porque se cobra el aguinaldo y la gente compraría dólares, aumentando así la fuga de divisas.

Causa risa la ignorancia. La gente compra dólares porque puede hacerlo a 8 pesos. En un mercado libre, donde no obtiene una ganancia de reventa en negro instantánea, no hay demanda por ese concepto. Y si la hubiera, no será contra las reservas, ya que el Central no seria el  vendedor.

Por otra parte, las empresas, para pagar aguinaldos, también venderán dólares, seguramente a un precio inicial ligeramente por encima del contado con liquidación. Los muchos años de mercado controlado, nos ha hecho olvidar el funcionamiento de un mercado libre. Devaluación, no. Mercado libre de cambio, sí.

Pero por ahora, no parece que ese vaya a ser el camino que se elegirá, lamentablemente. Es muy posible que el método sea desdoblamiento para evitar el impacto inflacionario. La diferencia entre peronismo y macrismo puede estar en si el tipo de cambio financiero será fijado por el estado o flotará más o menos libremente.

El proteccionismo que todos los candidatos llevan en su ADN y el miedo a lo desconocido que tienen sus economistas hacen imposible que piensen en un mercado libre en serio. Una oportunidad de economía sana perdida.

La otra cara de la salida del cepo es la inflación. Si bien el mercado libre aliviaría el efecto de retroalimentación con la inflación, es evidente que el valor interno de la moneda debe defenderse  y estabilizarse para no llegar a un valor tan escuálido del peso que nos ponga fuera de competencia y nos aleje de la inversión, y para frenar expectativas inflacionarias  Eso empieza por congelar y de inmediato bajar el gasto estatal. Aquí veo a todas las fuerzas totalmente renuentes a bajar ese gasto, y hasta sin capacidad técnica y política para hacerlo.

El PRO ha demostrado en su gestión en CABA que buena parte de la negociación legislativa y convivencia que pregona con las demás fuerzas, se ha basado en adjudicarles su parcela de gasto en el presupuesto. El monto gastado en la ciudad y el nivel de impuestos lo muestra con largueza. No se lo ve haciendo una cruzada para reducir el gasto, que es lo que debería hacerse.

Ni pensar en el massismo o el sciolismo encarando igual tarea. No está en los genes del movimiento, y además, en muchos casos el gasto que deberían cortar es el mismo que muchos o todos quienes se candidatean han ayudado a crear o aumentar, como parte también del juego de ¨lealtades peronistas¨.

No se ve a la UCR con capacidad técnica, convicción ni fortaleza para bajar el gasto.

Lo que es seguro suponer, es que cualquier fuerza que asuma tratará de eliminar los nombramientos caros y clave que beneficiaron a la Cámpora, para lo que habrá un cierto consenso de la población y de los partidos, ya que esos nombramientos fueron íncubos exclusivos de la presidente, que ya no estará con su amenazante sarcasmo y castigo instantáneo.

No veo grandes posibilidades de que el gasto importante sea atacado, analizado y reducido. Sí  es posible que haya una acción gradual para reducir los subsidios eléctricos y a los transportes. El PRO parece el más inclinado a hacerlo. Tendrá que enfrentarse a la protesta y los amparos.

Para mostrar la falta de ideas sobre estos temas: dejar de subsidiar la oferta, (empresas) como ocurre en el transporte y subsidiar directamente a los consumidores individuales (demanda) bajaría el costo en un 50% por razones varias.

Los antecedentes de los candidatos y de los partidos indican que quienquiera que gane  hará lo de siempre: congelar el gasto por lo menos de palabra, y jugar a que el crecimiento del país bajará su importancia relativa. En el ínterin, la peleará con tasas de interés, manejo cambiario, mayor recaudación por aumento de actividad, mayor exportación por alivio sobre las sanciones al campo.

Es decir, la idea de todas las corrientes en disputa sería: si al sistema productivo nacional se lo deja de atacar y paralizar con estupideces, la actividad crecerá. Si a la inversión se la deja de ahuyentar con idioteces, vendrá. Ese aumento de los agregados que el mercado descuenta, se producirá solamente con un poco de sensatez. Las otras variables, las piloteamos.

Es cierto. Es lo que dice Macri, lo que dice Lavagna, lo que dice Scioli. El mercado mundial sigue necesitando encontrar lugares dónde invertir. Si sacamos a Cristina Kirchner y sus políticas irreflexivas y autodestructivas, volveremos a ser atractivos.

Pues eso es todo lo que podemos esperar. Que suba el agua y tape las piedras. El resto es cosmética.

 Vamos a la deuda externa. O a la deuda en general. Felizmente, todos los candidatos van a tratar de salir del default y abandonarán la lucha contra los molinos de viento, en particular contra el molino Griesa. Sin embargo hay matices, no menores. La UCR amaría revisar la deuda desde 1820 hasta aquí. Lavagna ya ha dicho que no es un tema urgente, ni de los más importantes  (?) Scioli tiene también jugadores de truco similares. Aunque no descartaría una posición sorpresiva de solución rápida, de audacia menemista. Recordémoslo

El PRO parece ser el más centrado con relación a este punto y a los colaterales: CIADI, FMI, INDEC, Club de París y la necesidad de revisar sus recientes acuerdos.

Si bien sigo creyendo que antes de negociar hay que tener una estrategia interna de reprogramación de la deuda, como he explicado en otras notas, el solo anuncio de que el país está dispuesto a negociar, será importante y generará una corriente favorable, si bien no aún una corriente inversora.

¿Sería absurdo armar un equipo con los mejores técnicos de cada partido que se ocupara de la regularización de la deuda y el crédito nacional, y también de su reprogramación a tasas mucho menores que las actuales? Absurdo no. Imposible sí. ¿Verdad?

Y el otro tema trascendente es la oportunidad de aplicar un esquema de libertad de mercado y terminar o reducir drásticamente el proteccionismo. Este concepto, una política de país en sí misma, no se aplicará.

De nuevo, ni soñar con que la UCR y otros socialistas la aplicarán. Tampoco el peronismo, demasiado embanderado con las ideas militar-nacionalistas de toda su vida y comprometidos con el establishment prebendario.

Por supuesto, cuesta mucho trabajo ver a Mauricio Macri explicando a su entorno personal y político las ventajas de la apertura comercial. Por otra parte, ya ha anticipado su adhesión ferviente al Mercosur, una entidad que sólo sirve si se cambia totalmente, lo que no ocurrirá.

En cuanto al muleto, Domingo Cavallo, se debe recordar su encendida defensa del proteccionismo automotor en los 90, de la que este periodista fue testigo y víctima.

A modo de resumen, lo que podemos esperar es el mismo país mediocre y chiquito de las últimas décadas, pero con gobiernos menos enfermos que no ahuyentarán el atractivo natural que tiene invertir en una gigantesca cantera de recursos naturales como es la Argentina.

Sin cepo pero sin libertad cambiaria, sin baja de gastos pero con mejor esquema de financiamiento vía aumento de la actividad, sin default pero con costos altos e  inmediatos de interés y negociaciones apresuradas y más endeudamiento, sin un empuje al agro pero con menos barreras y trabas, con proteccionismo pero con algún apoyo a las Pymes.

Con menos estatismo, pero sin dar rienda suelta a la creatividad, sin tanta inflación, con gradualismo, con bastante mas intervención del gobierno que la saludable, con menos corrupción gubernamental, pero la misma que hoy en el sector privado que vive de la sociedad, del estado, el gasto las prebendas y el proteccionismo.

Por esas pequeñas mejoras, por la vuelta al sistema financiero mundial, por las inversiones que generará la eliminación de la histeria y porque habrá una o varias devaluaciones para salir de este espejismo del relato, los números e indicadores mejorarán drásticamente. Seguramente apoyados en la realidad.

El sueño refundacional que algunos teníamos y tenemos, queda postergado para otra crisis.

Por cuatro o cinco años este nuevo modelo servirá, hasta que el proceso de recuperación – falso bienestar – ordeñe – reparto – endeudamiento- inflación- devaluación -  frustración empiece de nuevo.

Será el país de siempre. Argentina sin Cristina.

Muchos, con eso tienen bastante.