Por: Diego Kravetz
Me gustó el debate entre los cabeza de lista de las principales fuerzas políticas de la Ciudad que se realizó el último miércoles en la señal de noticias TN. Los tres fueron claros en los planteos y defendieron con convicción sus posiciones.
A grandes rasgos creo que Juan Cabandié le habló a y debatió sólo para el electorado kirchnerista, que tiene un techo en la Ciudad del 25%. No comparto su discurso pero hizo una defensa sólida de las principales políticas K.
Sin dudas, al rabino Bergman le sienta bien el púlpito, un espacio desde donde se habla sin pares. En ese rol parece ser sólido y fuerte. La sensación que me dejó es que se dirigió básicamente al núcleo duro del PRO, a aquellos que les gusta mucho la gestión de Mauricio Macri, que en la Ciudad son un 30%. Le escapó casi todo el tiempo al conflicto, lo que a mi entender rindió solo en una parte del debate.
Carrió tal vez fue la mejor estratega. Polarizó claramente con el candidato K y se dirigió al 75% de los porteños que son antikirchneristas. Salió ganadora, tanto por los planteos a los adversarios como por transmitir el goce de la polémica.
Más allá de ganadores y perdedores, de estrategias y coucheos, me interesa destacar los caminos temáticos para los bloques pautados. Entre los tres construyeron un efecto de “espacio público” vivificado, fortalecido; esto es, se vieron ideas diversas de país, de ciudad e incluso de política. Tanto como un rasgo de apertura, muestra el fin de una etapa, el de los discursos monolíticos y el de las interpretaciones transitadas. Como tres actores de una comedia, han dado un buen espectáculo; lejos del aburrimiento y cerca de la familiaridad.
En términos puntuales, por otro lado, no me gustó el intercambio sobre la condición hereditaria de las personas que ocupó parte del debate. Juan Nosiglia, candidato a legislador de UNEN, puede merecer o no críticas por su desempeño como dirigente, ahora que lo juzguen por su condición de “hijo de” es de mínima un despropósito.
Así como Juan N no es “malo” por ser hijo de Coti, Juan C, no es “bueno” por su condición de hijo de desaparecidos. Insisto, Cabandié se mostró como un dirigente sólido y seguramente quien simpatice con el kirchnerismo actual lo votará con gusto porque demostró estar consustanciado con este proyecto.
Pensémoslo al revés, si en el debate no hubiese podido defender como lo hizo las principales políticas K, ¿lo votarían solamente por su condición? No creo.
No hay supremacía moral por las prerrogativas de sangre. Lo que en todo caso diferencia a un dirigente de otro es lo que le brinda a la sociedad, y por ello hemos de juzgarlo, finalmente, con el voto.