Por: Diego Kravetz
La semana pasada empezamos escribir acerca de las villas de la Ciudad.
Entre otros datos dijimos que 163.000 personas viven en villas y asentamientos. Es casi el 6% de la población de la Ciudad. Ahora, ¿sabemos de dónde vienen? Usualmente se asocia a la gente de las villas con extranjeros. Es más, según una encuesta de 2700 casos realizada por la consultora Sígnica, para el 62,7% de los porteños, las villas de la Ciudad están pobladas de extranjeros.
¿Cuáles son los datos que despejen las creencias? La EAH 2010 de la Dirección General de Encuestas y Censos, organismo dependiente de la Ciudad, informa que el 48,4% de los habitantes de las villas son porteños. Sí, casi la mitad de la población nació y creció en la Ciudad de Buenos Aires, que no es ya un destino de llegada, como auguraba la idea de “aluvión zoológico”, sino una ciudad donde las condiciones de desigualdad están arraigadas y se heredan de generación en generación.
¿De dónde son los demás? 17,7% son de otras provincias, el 2% son de países no limítrofes y 31,9% proviene de países limítrofes. En otras palabras, una gran mayoría de porteños piensan que las villas están llenas de extranjeros, lo cual, como vimos, no es cierto. Pero nuestra imagen de la Ciudad sigue siendo la de la inocencia, como si las villas no fuesen resultado de ausencia de políticas y de intervenciones, como si sus habitantes proviniesen de un exterior invasivo; de este modo debemos leer los resultados de la encuesta de opinión realizada por la consultora Sígnica. En definitiva, lo que no nos gusta viene de afuera. Hay algo de eso, como intuimos en los velos de algunas noticias sobre narcotráfico. Pero no es sólo el exterior el territorio de riesgos.
Según la misma encuesta, el 75% de los porteños considera que la población de las villas creció. Esto es cierto, la población se multiplicó casi por 5 de 1980 a la fecha. Las imagen de la villa avanzando sobre la autopista Illia tiene mucho que ver con esta percepción; también la dispersión de las villas en 8 de las 15 comunas.
El problema habitacional es grave, y de larga data. Así lo creen el 85% de los porteños, que responsabilizan por igual a los gobiernos porteño y nacional. El 25,8% cree que el principal responsable es el Gobierno Nacional. El 19% cree que el responsable es el Gobierno de la Ciudad. Y el 51% cree que los dos. En las villas el problema habitacional es aún más grave. En las construcciones que se hacen sin norma de edificación sobre calles que el Código de Planeamiento no considera calles, habitan estas 163.000 personas dentro de 40.063 viviendas. Significa un promedio de 4,1 habitantes por viviendas.
¿Qué piensan los porteños que hay que hacer con las villas? El 49,3 cree que hay que urbanizarlas, el 41,2 cree que hay que erradicarlas. La sociedad está partida en relación al tema y esta partición responde, en parte, a perspectivas ideológicas. Urbanizar o erradicar hacen referencia a las ideas de inclusión o exclusión. A su vez, esa partición, simplificante, resulta más grave cuando se indaga el alcance y la idea de urbanización de villas. Pues allí, las buenas intensiones se topan con la materialidad de la toma de decisión y de intervención del territorio.
La propia idea de urbanización, de inclusión, se choca con el problema real del cómo. No sólo porque los mecanismos barajados van desde abrir calles y garantizar acceso a servicios y bienes educativos, sanitarios, culturales, al otorgamiento de títulos de propiedad; no sólo porque la estructura de gueto persiste tanto como los estigmas; si no también porque la dinámica de la pobreza y el progreso no tiene un número de habitantes fijos. La población en condiciones similares que está tras la General Paz está dispuesta a la migración si se trata de mejorar su condición de vida. Por eso, el problema habitacional más dramático convoca tanto a los porteños como a la Provincia de Buenos Aires, en un esquema donde las viejas jurisdicciones no obstruyan las posibilidades reales de solución y donde las abstracciones que refieren al pobre-vícitima desconozcan las dinámicas de especulación territorial y económica que también cobra forma dentro de estos núcleos habitacionales.