Código Penal: la insólita reforma que impulsa el Gobierno

Repasando la agenda del día destaco una iniciativa que va a venir a corto plazo y que con seguridad será tema de debate.

Empieza a transitar su camino la reforma no ya del Código Civil y Comercial sino del Penal.

Hace un tiempo ya que el Gobierno viene intentando reformar la estructura jurídica de la Argentina, hasta ahora con poco éxito. Intentó primero una reforma judicial global que terminó fracasando en la Corte. Luego avanzó con el Código Civil y Comercial que se frenó en Diputados.

Y ahora va con el Código Penal. No se puede predecir qué éxito tendrá este proyecto cuando el Gobierno lo mande, en febrero o marzo, al Congreso.

Este anteproyecto de reforma del Código Penal, escrito entre otros por el doctor Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Suprema, establece que figuras como la de la reincidencia no se van a aplicar más en la Argentina. Que la idea de la peligrosidad de un delincuente no va a ser más un agravante. Reincidencia y peligrosidad dejan de aplicar como agravantes ante la instancia de un delito cometido por un individuo con antecedentes y prontuario.

El código va a establecer además una diferenciación no ya para el asaltante sino para el saltado. Si el asaltado es un apersona de altos recursos, eso podría ser considerado como un atenuante y la pena sería menor. No es lo mismo robarle 1000 pesos a un señor que tiene 2000 que a uno que tiene 100.000 pesos, por poner un caso.

Esto equivale casi a investigar al asaltado. ¿Cuánto tenía? ¿Qué porcentaje de sus activos y de su patrimonio fue robado por el asaltante en cuestión?

En el fondo, este anteproyecto marca con claridad cómo se relaciona el Gobierno con el tema de la inseguridad. Lo que revela el texto es cómo se vinculan el oficialismo y sus principales referentes con el problema cotidiano de la inseguridad.

La precepción del Gobierno se traduce en sus proyectos, y este proyecto establece entre otras cuestiones el hecho de que una persona asaltada tendrá que rendir cuentas al juez respecto de cuánto le afectó realmente le delito del cual ha sido víctima.

Extremando el absurdo, podríamos imaginar una franquicia: de 2000 pesos para abajo, el delito es irrelevante, no cuenta.

Personalmente, creo que este proyecto no pasará el Senado, pero su espíritu da cuenta del estado de pensamiento del Gobierno respecto a un tema que es clave para todos los argentinos.

El Gobierno no ha tomado nota de la derrota

Como suele ser costumbre, Marcelo Longobardi realizó en su programa de Radio Mitre un exhaustivo análisis acerca de todo lo que dejaron las elecciones legislativas que se llevaron a cabo en el día de ayer. Aquí, los principales conceptos que esbozó el periodista:

Ganadores y perdedores

- “El gobierno perdió en los 5 principales distritos del país: Ciudad, Provincia, Santa Fe, Córdoba y Mendoza”.

-”Sumando los porcentajes, el Frente para la Victoria logró un 34% contra un 66% de la oposición. Ha perdido 20 puntos en dos años pero no contra una fuerza sino contra varias”.

-”En las provincias más chicas, donde el Gobierno ganó, surgen dos figuras: Capitanich, del Chaco, y Urribarri en Entre Ríos para eventuales candidaturas a presidente o a Jefe de Gabinete”.

-”Las cinco figuras más relevantes de esta elecciones fueron Massa, Macri, Binner, Cobos y De la Sota, aun ganando por muy poco”.

El oficialismo y la derrota

-”Se ven poco menos que dos países porque el Gobierno no ha tomado nota de la derrota. Ayer se presentó como primer fuerza política a nivel nacional”.

-”El Gobierno mostró poco entusiasmo en analizar los resultados, ayer había una especie de fiesta donde se saludaban todos con todos”.

-”Para el Gobierno fue poco menos que un triunfo porque la dispersión de la oposición genera esta idea de la primera fuerza”.

-”Tengo la impresión de que este mensaje no va a ser tomado por el Gobierno. Ha intentado responsabilizar al propio Scioli de la derrota”.

De cara al 2015

-”La Argentina se ha vuelto un país donde el poder político es territorial. Cada partido que ha triunfado tiene un proyecto propio. Hay una competencia muy fuerte dentro de los ganadores”.

-”En este formato poco clásico que tiene la Argentina está muy claro que ha habido un mensaje de una sociedad que le dijo ‘no’ a algo. Yo entiendo que ese ‘algo’ es esta forma que ha tenido Cristina de gobernar en los últimos dos años”.

-”Al día siguiente que ganó la presidencial del 2011, la Presidente lanzó el vamos por todo y el cepo cambiario”.

-”El mensaje de la gente está claro. Esta discusión nos va a durar una o dos semanas, pero dentro de dos semanas la realidad argentina se expone y hay una montaña de asuntos pendientes”.

Cristina y la demolición de los pilares del kirchnerismo

Aun considerando el digno papel que hizo Martín Insaurralde, un intendente no muy conocido, en la elección de ayer y de la remontada que le pegó Scioli al asunto, con la derrota en la provincia de Buenos Aires culminó una importante tarea de demolición que la Presidente emprendió contra todo lo que había dejado su antecesor.

No dejó en pie la relación con los sindicatos, no dejó en pie la relación más o menos sensata con gran parte de la sociedad, no dejó en pie nada de lo que había heredado en materia económica y ayer terminó con la relación con los intendentes. Ayer culminó con éxito la tarea de destrucción de los pilares del kirchnerismo iniciada en 2011 por la Presidente.

Lo que veremos de aquí en más es una Presidente seguramente muy rodeada de sus seguidores más fanáticos, pero ciertamente la demolición culminó: no dejó Cristina básicamente nada en pie, vaya uno a saber por qué. Otro día discutimos o analizamos por qué: si es incompetencia política, si es empecinamiento terapéutico, si es imposibilidad de escuchar y de conversar. La verdad es que el edificio lo destruyó.

Si tomamos las primarias como una preelección, como una suerte de toma de temperatura de la sociedad, la derrota del gobierno de ayer es una derrota muy significativa, se la mire por donde se la mire.

Vamos a tomar, por ejemplo, los cinco principales distritos del país, donde tenemos prácticamente más del 60% del padrón, casi 70%. De los 127 diputados que se van a elegir en octubre, 71 dependen de cinco distritos: la Provincia, la Ciudad, Córdoba, Santa Fe y Mendoza en ese orden.

En estos cinco distritos, la Presidente perdió: en la provincia de Buenos Aires, contra su ex jefe de Gabinete Sergio Massa, por seis puntos de diferencia; en la Ciudad de Buenos Aires, la disputa está entré el PRO y UNEN. Filmus y Cabandié, veremos.

En el caso de Córdoba, el tercer distrito más relevante en cantidad de votantes, salieron cuartos, con la peor performance de todo el Gobierno en toda la elección de ayer: 10% de los votos. En Santa Fe tuvieron que recurrir a un ex antikirchnerista como Jorge Obeid para que arañe el 20% de los votos; en Mendoza afanó Julio Cobos.

De ahí el panorama catastrófico para el Gobierno en los cinco principales distritos del país.

Si miramos los tres distritos siguientes en importancia, que son Chaco, Tucumán y Entre Ríos, donde se eligen entre cuatro y cinco diputados en cada uno, ahí la cosa fue un poco mejor al Gobierno. Pero allí es una elección de 13 diputados en total. Los cinco principales son 71 y los tres siguientes, donde ganó el Gobierno, son 13: obtendrán ahí cinco diputados en total.

En el resto de las 16 provincias, ocurrieron cosas contrapuestas: por ejemplo, gobiernos muy exitosos en Santiago del Estero o en Formosa, provincias que arrojan dos diputados por elección cada una, a situaciones muy complicadas en Neuquén, una provincia chica, donde por ahí se está discutiendo el tema de YPF y Chevron. O Santa Cruz, otro desastre electoral. Y Chubut, donde el ministro de Agricultura colapsó electoralmente en la elección del día de ayer.

Quiere decir entonces que el resultado electoral, y hay que decirlo así, ha sido un desastre para el Gobierno, fue muy malo. Es una elección que además se la puede mirar de otros puntos de vista: por ejemplo contra el 2011, la Presidente sacó menos de la mitad de los votos: 54 contra 26. Y contra 2009, la performance fue peor que la de Kirchner perdiendo, por donde se la mire: el Gobierno versus las oposiciones perdió; el Gobierno contra sí mismo perdió. Contra 2011, desastre y contra 2009, también.

Ese es el escenario de ayer, resumido, que anticipa obviamente un “escenario de transición”. Me parece que la palabra ‘transición’ de aquí en más será relevante en la Argentina si es que en octubre se ratifican estos resultados.

La Presidente mencionó en su discurso de anoche que ellos eran finalmente la principal fuerza a nivel nacional y que estaban en condiciones de retener el control de ambas cámaras.

La Presidente olvidó –algo que por su experiencia parlamentaria me llama la atención– el nivel de corrimiento que va a haber acá: cuántos legisladores de los que permanecen en el Congreso (los que no se recambian) se van a mover. La dinámica es más relevante que la foto.

Si miramos la palabra ‘transición’ como la palabra clave del momento, la pregunta fundamental es qué va a hacer la Presidente de acá a dos años.

Yo comentaba, y lo comenté varias veces, el descomunal artículo que produjo ayer Joaquín Morales Solá resumiendo muy bien lo que veníamos conversando con Carlos Melconian o la semana pasada con el señor Espert. Puso blanco sobre negro otra de las demoliciones de Cristina, que fue la economía.

Ayer Joaquín mencionaba las reservas en caída –casi digo libre–; a los precios internacionales en caída; al contexto internacional, complicado; a la energía, un desastre (estamos hablando de importaciones del nivel de entre u$s13.000 y u$s15.000 millones por año para compensar el desastre que hizo allí Julio de Vido que permanece en el Gabinete). Estamos hablando de una emisión, no diría descontrolada pero poco menos, de inflación que está entre el 2% y el 3% mensual y de un blanqueo que era la solución al problema, que terminó siendo un problema mayor que la solución.

Entonces: ¿qué va a hacer Cristina de acá en más? Tiene dos alternativas: la primera es la que utilizó en ambos casos, 2009 y 2011. En 2009, perdiendo, y en 2011, ganando, hizo básicamente lo mismo: profundizó el modelo.

Ayer habló Cristina y en su discurso dijo: “Nosotros tenemos la responsabilidad de gobernar”, como preanunciando que va a profundizar la línea. Por lo tanto, si uno mira la experiencia de las dos elecciones anteriores (2009, perdiendo; 2011, ganando), la Presidente básicamente hizo lo mismo.

¿Qué pasaría, o que pasa, en la Argentina si en este contexto político tan adverso, la Presidente profundiza estas medidas, como el cepo, el blanqueo, las cosas compulsivas, los malos modos, la falta de inversión? Ella tiene una alternativa, podría hacer algo diferente frente a esto.

Es claro que entre las cosas que la gente votó ayer, votó que la economía “no camina mucho”, la economía manejada por lo que hemos llamado acá “Los Locos Addams” o “El Quinteto de la Muerte”, gente que es víctima de su propia incompetencia: Moreno, Kicillof, Marcó del Pont, Lorenzino y Echegaray han destruido la economía argentina, la fulminaron. El tema no está en el debate electoral ni todavía se nota del todo las consecuencias, pero era lo de Joaquín de ayer.

La Presidente tiene dos opciones: profundiza esta perspectiva como hizo en 2009 y 2011, y que sea lo que Dios quiera, o produce un cambio sensato en el manejo del asunto –acá el debate es el  económico, obviamente–, tratando de conseguir dólares por otros medios. Hay otros medios para conseguir dólares que no sean los implementados por el “quinteto de la muerte”. El Uruguay ha sido un ejemplo elocuente la semana pasada. Me van a decir ‘hay que hacer de todo para conseguir…’ y sí, hay que hacer de todo.

Ahora bien, la cuestión está en que la derrota en la cabeza del oficialismo no opera como en el resto de los mortales: cuando uno se enfrenta a una situación adversa, las personas suelen tener una reacción de analizar las circunstancias: “algo pasó”, se piensa en un cambio, no en uno radical, sino un cambio.

En el caso del Gobierno, la derrota viene a operar, y el fracaso especialmente, como un aliciente; es más, como una ratificación de que estaban lo cierto. ¿Por qué digo esto? Porque el Gobierno tiene –la palabra no es ideología porque no alcanza, ni siquiera ideas– una visión o una lectura que dice que ellos no son el gobierno, que ellos no son el poder: el poder está en otro lado: el poder son los medios, las corporaciones, el mundo, los conspiradores los devaluadores, los destituyentes.

Cuando hay una adversidad, un problema o un fracaso o adversidad, esos tipos están demostrando su nivel de operación, de lo que son capaces; y nosotros, derrotados, y fracasados, tenemos que luchar contra eso. ¿Cómo? Ratificando el rumbo. Esto ha sido lo que pasó hasta ahora. La derrota no funciona en el gobierno argentino como funciona en el resto de las actividades, funciona como un estimulante.

En esta disyuntiva que se presenta claramente a partir del día de hoy, es decir, en esta transición, la Presidente ¿qué hace: profundiza o ratifica? Tengo que sospechar, tomando los elementos que tengo en la mesa como elementos de juicio, que la Presidente va a considerar esta derrota como un éxito y que va a ratificar su rumbo.

Lo que me queda a mí por decir no es muy ortodoxo ni muy profesional, pero es lo que me sale: agarrémonos. Porque si la Presidente de la República fulminó una economía con el 54% de los votos, ¿qué va a hacer con el 26%?

A partir de hoy, este el partido que juega la Argentina: arrancamos una transición complicada con un gobierno claramente derrotado en esta toma de temperatura de ayer.

Se presentan dos alternativas: una modificación sensata para generar una transición ordenada o una ratificación del rumbo argumentando que la derrota no es una derrota, sino finalmente un éxito en nuestra lucha contra las corporaciones. Si este es el rumbo, que Dios nos ayude.

Trenes, AMIA e inflación: causas y consecuencias

Los argentinos tendemos a ocuparnos de las consecuencias y muy poco de las causas.

La tragedia de Once, de la que hoy se cumple un año, que generó 51 muertos  y un estado de estupor nacional, y reveló además comportamientos bastante peculiares del gobierno  acerca de cómo esconderse frente a una situación como ésta -aunque ayer al menos la Presidente habló del tema-, ocurrió en un determinado contexto: el del colapso general de la infraestructura argentina.

Y eso incluye desde los trenes hasta los teléfonos celulares. Todo lo que tiene  que ver con la infraestructura de la Nación -la energía, los puertos, el gas, las autopistas, el transporte en general, las comunicaciones, internet- está complicado.

Hemos logrado fulminar la infraestructura argentina, y eso tiene consecuencias. Cuando se le corta el gas a una industria trasciende poco, pero cuando choca un tren mueren 51 personas.

Yo no olvidaría hoy, en el marco humano del dolor, de las víctimas, de los familiares, que esto ocurre en un determinado contexto. Algo estamos haciendo mal en materia de infraestructura.

Tenemos una causa judicial en el caso de Once.

El ministro Florencio Randazzo dijo que el Gobierno confía en la investigación judicial de este caso, que creo  puede convertirse en un escándalo de proporciones monumentales porque involucra a funcionarios como Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime, a empresarios como los Cirigliano y no sabemos qué más puede surgir. Esta vez la investigación judicial es inocultable.

En este panorama muy complicado vemos por lo menos el esfuerzo del ministro Randazzo en tratar de resolver lo posible –están en juego gran parte de su carrera política detrás de este esfuerzo por arreglar los benditos trenes de Argentina, algo que tampoco le resultará fácil porque en buen medida el problema estructural depende de otro ministro, el de Planificación, Julio De Vido.

Otro tema relevante de hoy es el de la AMIA. Ayer 39 senadores justicialistas votaron casi sin chistar un escandaloso tratado con Irán, cuyas consecuencias son completamente imprevisibles. Me impresiona especialmente  el entusiasmo que esta gente pone para ir para un lado o para el otro lado. Porque hay que admitir que ponen entusiasmo. Lo han puesto durante muchos años para denunciar a Irán y lo ponen ahora para salirse de lo que ellos mismo han hecho. ¡Hay que tener cara!

Me sorprende el caso de algunos senadores que conozco, como Miguel Ángel Pichetto.  ¿Creerán realmente lo que votan? ¿Puede la disciplina partidaria estar siempre por encima de todo? Yo entiendo que muchas veces prima el orden de la política. Pero ese principio a veces no debiera aplicarse. Ayer debería haber primado alguna cuestión de conciencia, señores.

Lo ocurrido ayer en el Senado fue vergonzoso, mientras el vicepresidente Amado Boudou y  el senador Pichetto se gritaban en público sobre las víctimas de la AMIA.

Finalmente, un comentario económico. La economía de hoy presenta noticias bastante particulares que yo dividiría en dos.

Por un lado, datos financieros. El dólar paralelo para arriba, las reservas para abajo, a un ritmo de 50 millones por día prácticamente.

El riesgo país en 2300 puntos, una tasa superior a las de Egipto y Venezuela, lo que hace a la Argentina un país en el que no se puede invertir. ¿Cómo demonios vamos a arreglar la infraestructura argentina con 2300 puntos básicos de tasa de interés?

La Bolsa, 4 y pico abajo, la balanza comercial de enero, 49% por ciento abajo.

Por otro lado, el rumbo que ha tomado el control de precios, que se vincula con el diagnóstico. Si el diagnóstico es que la inflación es la consecuencia de una política monetaria equivocada, tiene arreglo, se llama a un experto y se resuelve.

Ahora, si uno supone que la inflación es la consecuencia del comportamiento de los empresarios para apropiarse de la renta argentina, esto es: que el gobierno distribuye los recursos para que la sociedad sea cada día más más rica y que los pobres están fenómeno y que los empresarios, buscando aprovecharse de esa  distribución, suben los precios para apropiarse de la renta; si ése es el diagnóstico, lo próximo será meter presos a esos señores.

Y hoy ya hay cuatro nombres de compañías argentinas que, excluyendo a Techint, son las más relevantes del país y de propiedad nacional -Arcor, Ledesma, Deheza y Molinos- que están en la mira, según informa en tapa Ámbito Financiero.

Esto responde al principio de que la inflación no es consecuencia de una política monetaria sino del comportamiento despiadado de los empresarios.

Miguel Galuccio dijo que Guillermo Moreno no lo llamó, es decir que van a acomodar los precios como mejor les parezca. Entonces, ¿van a perseguir también a Galluccio o sólo a Pérez Companc?

Creo que nos vamos a meter en un lío adicional al problema de la inflación: vamos a perseguir gente, como pasa en Venezuela.