El Peronismo en su encrucijada

Hay momentos clave en la vida de las organizaciones políticas. Una mala gestión, una decisión equivocada, un planteo fuera de término, o la excesiva confianza en uno mismo (tanto como la falta de ella) pueden ser los disparadores del comienzo del fin. Para muestra, basta ver a la UCR, centenaria organización política argentina, que luego de ese cataclismo cósmico llamado De La Rua, se debate (14 años después) entre ser el furgón de cola (muy de cola) de una novel fuerza política como el PRO (Alfonsín Jr. dixit) o fenecer en ese conglomerado de egos que supo ser UNEN.

El Peronismo, a fuerza de ser movimientista y renovarse (o reinventarse) constantemente, supo sortear las distintas crisis que se le presentaron. Supo superar desde el cajón de Herminio hasta el menemato, siempre haciendo gala de una intuición especial para comprender las demandas de la población y así brindarle la oferta correcta, aun a costa de fuertes contradicciones internas. Continuar leyendo

El PRO en su laberinto

Spoiler alert: A la gente del PRO no le va a gustar esta columna

Faltando solo 18 meses para la culminación del actual ciclo político, la sucesión presidencial comenzó a recorrerse en las distintas estructuras políticas nacionales. El Frente Para la Victoria, blandiendo la espada de doble filo que significa ser el partido de gobierno, transita simultáneamente el duelo de no poder repetir el liderazgo de CFK por el lógico impedimento constitucional, junto con la definición del sucesor donde se miden el poderoso corporativismo sciolista, la obsecuencia entrerriana, y los sparrings ministeriales. En su horizonte, la amenaza de la reedición de la traición de Menem a Duhalde en 1999 genera algunos rostros adustos en los candidatos.

El conglomerado de egos con fines de lucro, también llamado FAUNEN, sueña con que mágicamente la aritmética deje de ser una rama de la matemática y pueda transformarse en una disciplina de la ciencia política, de forma tal que 9% de Hermes Binner, junto con el 8% de Julio Cobos, más el 6% de Elisa Carrio y el 5% de otros entusiastas neo-aliancistas, rápidamente se transforme en un 28% que les permita colarse entre los aspirantes a la primera magistratura de origen peronista.

El Frente Renovador, confiados en el 25% que ostenta Sergio Massa y sin responsabilidades ejecutivas de gobierno en el nivel provincial y nacional, recorre el país sumando voluntades para su causa. En el horizonte de esta fuerza se observan como amenazas el aburguesamiento y el desgaste que suelen tener quienes van primeros. Para ellos, el desafío es manter la iniciativa política y evitar el desgaste.

Finalmente, la esperanza blanca de la centro-derecha que encarno el PRO se encuentra atrapada en el agotamiento de las estrategias políticas que utilizaron hasta ahora, las cuales, -nobleza obliga- han sido exitosas, pero no alcanzan para la proyección nacional de la fuerza.

El axioma del poder macrista indica que el nada despreciable 16% que ostenta el jefe de gobierno porteño, adicional a un fuerte trabajo electoral en cinco provincias -que suman el 66,9% del electorado-, garantiza la llegada al sillón de Rivadavia. Sin embargo, el desdén federal demostrado por los armadores del PRO puede ser la garantía del fracaso de la gestión en un hipotético triunfo. El error de subestimar a 19 distritos provinciales, la equivocación de no “tener un gaucho en cada pueblo”, solo puede generar conflictos regionales que se expandan viralmente al resto de la nación.

Para graficar esto, vale la pena preguntarse en un hipotético gobierno macrista quien sería el interlocutor válido ante las provincias petroleras –que en su conjunto solo suman un 8% de la población– cuando surja un conflicto que amenace el abastecimiento de combustible a nivel nacional. O quien se encargara de un potencial conflicto por el fondo de tabaco en Jujuy. No está de más recordar que los orígenes del piqueterismo argentino se dieron en provincias del interior olvidadas por la gestión delarruista.

Faltando tan poco tiempo, al PRO solo le queda la búsqueda de una alianza con el FAUNEN para poder proyectar una fuerza nacional. Pero esto se asemeja más a una construcción de laboratorio que una situación factible. Si bien gran parte del anti peronismo argentino puede llegar a fantasear con una combinación de Elisa Carrio con Mauricio Macri -sazonada con un poco de Ernesto Sanz-, es de esperar que por un mínimo de coherencia ideológica el socialismo dominguero de Hermes Binner huya aterrorizado de tal construcción llevándose consigo el barniz progresista de esta neo-alianza.

Así, en el tablero de ajedrez en el que se desarrolla la política argentina, todo parece indicar que la definición será a través de las ramas del peronismo, tanto en su versión renovadora como en su versión neo-kirchenirsta. La cobertura nacional del movimiento fundado por el general Perón, desplegando su injustamente criticado eclecticismo filosófico, permite que el mismo se adapte mejor a la cambiante realidad argentina. Y ya lo dijo Charles Darwin: solo sobrevive quien mejor se adapta.

Sergio Massa y la iniciativa política

En las últimas semanas, la agenda política argentina estuvo marcada por el debate del anteproyecto de reforma del Código Penal Argentino. Así, el documento que se filtró a la opinión pública materializo un asunto que hace ya mucho tiempo viene ocupando los primeros lugares en la preocupación ciudadana: la inseguridad.

La comisión ad hoc a cargo de la elaboración del anteproyecto de reforma conto con un importante aval político, ya que en su integración contó con representantes del Frente para la Victoria, el PRO, la Unión Cívica Radical, y el Frente Amplio Progresista.

Dicha reforma contiene un aspecto indiscutiblemente positivo: la codificación en un solo corpus iuris penale de todas las normas de carácter penal que se encuentran dispersas en distintas leyes especiales, junto con las normas contenidas en el actual Código Penal. Así, este proceso de ordenamiento normativo traería numerosas ventajas en lo referente al estudio y aplicación del derecho.

Sin embargo, el anteproyecto contiene distintas disposiciones que -naturalmente- alteraron la sensibilidad social por su escasa rigurosidad punitiva. Así, el documento elaborado por la comisión especial ad hoc, reduce las penas para delitos de alto impacto social, tal como la trata de menores, donde la pena vigente de 10 a 15 años de prisión se reduce a una pena de 4 a 15 años, o el tráfico de estupefacientes cuya pena de prisión vigente es de 4 a 15 años y la propuesta legislativa la reduce a 3 a 10 años. De más está señalar que la eliminación de la prisión perpetua y de la reincidencia como agravante de los delitos son igualmente reprochables. En síntesis, el anteproyecto disminuye sensiblemente el aspecto punitivo contenido en las normas penales vigentes.

En el estudio de la dogmática penal, el objeto de la pena se explica a través de dos grandes corrientes: la corriente de la retribución y la corriente de la prevención. En la primera de ellas – la retributiva- la pena no busca la persecución de un fin socialmente útil, sino que en la imposición de un mal al transgresor, se retribuye, equilibra y expía la culpabilidad del mismo por el hecho cometido. Esta corriente ha sido dejada de lado por la moderna doctrina penal dado que, como se ha señalado, no busca la persecución de un fin útil para la sociedad.

En tanto que en la corriente de la prevención, en su carácter general, la misión de la prueba es ejercer sobre la comunidad una coacción mediante las amenazas penales y la ejecución de la pena para disuadir la comisión de futuros delitos. En su formulación clásica, la corriente de la prevención señala que nemo prudens punit, quia peccatum est, sed ne peccetur (ningún hombre sensato castiga porque se ha pecado, sino para que no se peque).

No puede ser dejada de lado en este breve análisis la fundamentación sociológica del aspecto punitivo. En tal sentido se aborda la célebre “teoría psicológica de la coacción” del gran jurista y sociólogo alemán Feuerbach, quien sostenía que el impulso delictual podía suprimirse en el potencial infractor si éste sabia con toda seguridad que el hecho iría seguido de una pena inevitable.

Toda esta evolución doctrinaria fue dejada de lado por parte de la comisión redactora del anteproyecto, dado que la eliminación de la reincidencia, en conjunción con la disminución de las penas, elimina cualquier incentivo para que el potencial transgresor de las normas evalúe la conveniencia de actuar en contra de la Ley.

Frente a este proyecto, Sergio Massa, ganador de las últimas elecciones legislativas en el principal distrito del país, tomó la iniciativa política de cuestionar dicho documento. La propuesta consistió en fijar en la agenda mediática nacional el tema para dar a conocer los pormenores del proyecto, como así también en una acción política directa, tal como la recolección de firmas para oponerse a su sanción.

La respuesta del arco político fue acusar al Frente Renovador de oportunismo, demostrando así un infantil enojo por haber perdido la capacidad de iniciativa política. Lograr la iniciativa política es la esencia del manejo del poder. Todo liderazgo político se sustenta en la capacidad de generar y mantener la iniciativa. Es lograr que el arco opositor a ese liderazgo reaccione tarde frente a las acciones y actúen a la defensiva, dentro de los temas o issues propuestos. Por caso, el maestro de la estrategia Sun Tzu en su célebre “El arte de la Guerra” dedica gran parte de su obra a explicar los beneficios de aquellos ejércitos que toman la iniciativa en el campo de batalla.

Por otra parte, el tomar la iniciativa política lejos está del significado peyorativo del oportunismo político. Cuando las iniciativas son positivas para la sociedad, no sólo consolidan el liderazgo político, sino que también representan un beneficio para la comunidad. ¿Quién se atrevería a acusar a Obama de oportunismo político por el programa de salud denominado Obamacare? ¿El kirchnersimo reconocería que fue oportunista al implementar la Asignación Universal por Hijo?

Como parte de su reacción tardía, la oposición al Frente Renovador decidió atacar las cualidades personales y profesionales del último ganador en el principal distrito del país. Se equivocan: La falacia ad hominem, es decir aquella consistente en dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quien es su emisor, constituye una pobre respuesta que sólo logra reforzar dicha afirmación y demostrar la carencia de argumentos propios.

De esta forma, el kirchnerismo -y su variante neo- junto al macrismo y al FAP, perdieron el centro del ring político en manos del Frente Renovador, ya que ninguno de ellos podrá alegar desconocimiento del anteproyecto por su participación directa en su formulación.

Así, el oficialismo deberá evaluar la conveniencia, mérito y oportunidad de seguir adelante con el anteproyecto de reforma, lo cual podría significarle un costo político mayor si el mismo lograra estado parlamentario y, posteriormente, sufriera una derrota legislativa.

No está de más aclarar que no se trata aquí de cuestionar los antecedentes profesionales y académicos de los integrantes de la comisión redactora. Nadie puede dudar que el Dr. Zaffaroni y el Dr. Gil Lavedra sean dos académicos notables del derecho argentino. No obstante, lo que aquí se cuestiona es el elemento ideológico detrás de la reforma que critica la utilidad social del poder punitivo.

Por otra parte, la política siempre da revancha. En una reciente encuesta de una prestigiosa consultora se señala que el narcotráfico encabeza las preocupaciones de la sociedad, que en un 83% la considera como un problema de la mayor gravedad. ¿Cuál será la fuerza política que tome esta iniciativa?

Independientemente de todo esto, en un país con un sistema político de cuño presidencialista y donde los liderazgos se construyen sólo desde los ejecutivos, es muy auspicioso que desde el poder legislativo se pueda imponer una agenda de temas que le preocupen a la gente