Déjà vu

Los radicales viven horas de éxtasis. Luego de haber producido la mayor crisis político-social-económica del ultimo siglo, se ven – y sienten – con reales chances de acceder nuevamente al poder. Luego de la Convención de Gualeguaychú, más de un ucerreista salió a comprarse un nuevo traje.

Si bien el mapa político cambió, quizás alguien debería aconsejar la prudencia a estas excitadas almas. La política argentina es tan recurrente que el griego Polibio (conocido por su tesis de los ciclos políticos) parecería mas argento que un buen mate amargo.

El presente entusiasmo de la UCR es similar al que experimentaron en el inicio de aquel experimento que fue UNEN y que Carrió se encargó de dinamitar con el esmero de “Bombita” Fisher, aquel personaje que interpretaba Ricardo Darin en “Relatos Salvajes”. Incluso, se podría retroceder aun mas en el tiempo y rememorar las sonrisas de De La Rúa y “Chacho” Álvarez cuando nacía la Alianza (con perdón de la palabra) con fines mas o menos similares a los presentes.

Cierto es que en política dos mas dos difícilmente sean cuatro, por mas que experimentados rosqueadores hagan del álgebra un culto. La sociedad no vota acuerdos de cúpula sino a las personas. Y aunque a muchos les duela reconocerlo, la Convención de Gualeguaychú funciono como un gigante remate de distintas porciones del centenario partido.

La necesidad del remate surge de las urgencias de algunos legisladores como Sanz, Cimadevilla o Aguad. Estos conductores sin conducidos comparten las características de ser hombres de escaso poder territorial, con nulo apoyo popular, pero hábiles en la rosca pura y dura. Al igual que Frank Underwood, el personaje siniestro de “House of Cards”, estos prohombres del partido fundado por Alem consideran que la democracia está sobrevalorada y aspiran a encabezar minorías o ingresar por la ventana para sostener sus cargos legislativos sin necesidad de tener votos a su favor.

La alianza (nuevamente, perdón por la palabra) realizada con el PRO, de la esperanza blanca Mauricio Macri, tiene serios vicios de origen desde el punto ideológico. Si bien en una anterior columna (“El PRO en su laberinto”) sosteníamos que gran parte del antiperonismo argentino (AKA “gorilaje”) fantaseaba con un acuerdo entre Carrió, Macri y Sanz, el hecho que el sello de la UCR – afiliada a la internacional socialista- se vea enlodado en este caldo, como mínimo, hace tanto ruido como cuando Menem cantaba “combatiendo al capital”.

Aquellos inocentes radicales que sueñan que Sanz (que no supera el 3% de intención de voto) gane en las PASO a Macri producen tanta ternura que no dan ganas de traerlos a la realidad. Aunque deberían repasar la ley electoral para entender que, una vez presentadas las formulas para las PASO, no pueden cambiarse para las elecciones generales. En buen criollo, luego que Macri le pase el trapo al mendocino, los radicales estarán embretados en el PRO. Es decir, lo que en teoría de juegos sería una no-win situation.

De todas maneras, al radical histórico le va a costar acompañar a Macri. Al momento de ingresar al cuarto oscuro, la sombra de Don Raúl Alfonsin puede pesar mucho a la hora de optar por el amarillo patito. El hecho que luego de la Convención experimentados operadores como el “Coti” Nosiglia y “Freddy” Storani emularan al jamaiquino Usain Bolt, mientras una horda de enojados jóvenes radicales los perseguían, hace presagiar que en este caso no existe aquello que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”.

Por otra parte, el desguace de la UCR favorece a otros competidores. Aquellos referentes locales de la UCR, con aparato y voto, que no estuvieron de acuerdo con el remate, han habilitado los teléfonos para distintos acuerdos regionales. Los caudillos de Mendoza, Tucuman y Jujuy – por solo nombrar algunos – no se entregarán mansitos al acuerdo.

Un riesgo extra para esta alianza (nuevamente perdón) es la presencia de “Lilita” Carrio. La diputada siempre representa una bomba de tiempo en cualquier organización que integre. Así como se ha encargado de dinamitar UNEN, este acuerdo entre la UCR y el PRO tiene por recorrer aun un largo camino con la espada de damocles chaqueña pendiendo sobre su cuello.

Pero los radicales no son los únicos que deberían preocuparse. Mauricio Macri también corre sus riesgos. El clímax y el boost de la popularidad del alcalde porteño llegó en el mes de marzo, cinco meses antes de las PASO y a siete de las elecciones generales. Su estratega y mentor, el ecuatoriano Duran Barba, esperaba este contexto para mediados de julio. Ahora deberá lidiar con un nuevo enemigo: el amesetamiento y el desgaste.

Por otra parte, la estrategia de seducir a parte del electorado peronista incorporando figuras como el septuagenario “Lole” Reutemann se anula con la incorporación de la UCR, transformando ambas estrategias en un juego de suma cero. Así como a muchos radicales históricos les pesará votar a Macri, muchos peronistas clásicos que miraban con intriga y simpatía al ex presidente de Boca Jr les costará votar un acuerdo que concentre a lo mas puro del anti-peronismo nacional.

Resta ver como reaccionara el peronismo ante este nuevo escenario. La carrera electoral comenzó con cuatro jugadores: el oficialista Frente para la Victoria, la opción renovadora liderada por Sergio Massa, la derecha representada por Macri, y la pseudo centro-izquierda de UNEN. Hoy los jugadores, luego de la implosion de UNEN, se redujeron a tres. Resta ver si esta alianza (ultima vez que la uso, lo prometo) funciona como un punto de inflexión para el peronismo.

Por estos motivos, les recomiendo a mis amigos radicales prudencia y serenidad, no todo lo amarillo patito es oro.

Resonante implosión de UNEN

Seamos sinceros. Todos la veíamos venir. El mismo sentimiento perverso que hace que nos detengamos a ver un accidente en la ruta nos llevaba a observar como UNEN se dirigía hacia una resonante implosión. 

Toda esta situación carecía de suspenso. Conocedores de la presencia de Carrió dentro del frente UNEN, todos sabíamos que era una bomba a punto de estallar. Solo había que esperar y mirar, munidos de un balde de pochoclo como en toda película de acción.

El “fenómeno Carrió” ha hecho suficientes méritos para ser un leading case en los claustros de las Ciencias Políticas. Desde su irrupción como la promesa progresista académicamente preparada y moralmente intachable de la centenaria Unión Cívica Radical, a su presente como depredadora serial de acuerdos, incontinente verbal (cuyos fueros la salvan de recorrer tribunales), y funcional al conservadurismo corporativo, han pasados muchas etapas de Lilita. Continuar leyendo

El PRO en su laberinto

Spoiler alert: A la gente del PRO no le va a gustar esta columna

Faltando solo 18 meses para la culminación del actual ciclo político, la sucesión presidencial comenzó a recorrerse en las distintas estructuras políticas nacionales. El Frente Para la Victoria, blandiendo la espada de doble filo que significa ser el partido de gobierno, transita simultáneamente el duelo de no poder repetir el liderazgo de CFK por el lógico impedimento constitucional, junto con la definición del sucesor donde se miden el poderoso corporativismo sciolista, la obsecuencia entrerriana, y los sparrings ministeriales. En su horizonte, la amenaza de la reedición de la traición de Menem a Duhalde en 1999 genera algunos rostros adustos en los candidatos.

El conglomerado de egos con fines de lucro, también llamado FAUNEN, sueña con que mágicamente la aritmética deje de ser una rama de la matemática y pueda transformarse en una disciplina de la ciencia política, de forma tal que 9% de Hermes Binner, junto con el 8% de Julio Cobos, más el 6% de Elisa Carrio y el 5% de otros entusiastas neo-aliancistas, rápidamente se transforme en un 28% que les permita colarse entre los aspirantes a la primera magistratura de origen peronista.

El Frente Renovador, confiados en el 25% que ostenta Sergio Massa y sin responsabilidades ejecutivas de gobierno en el nivel provincial y nacional, recorre el país sumando voluntades para su causa. En el horizonte de esta fuerza se observan como amenazas el aburguesamiento y el desgaste que suelen tener quienes van primeros. Para ellos, el desafío es manter la iniciativa política y evitar el desgaste.

Finalmente, la esperanza blanca de la centro-derecha que encarno el PRO se encuentra atrapada en el agotamiento de las estrategias políticas que utilizaron hasta ahora, las cuales, -nobleza obliga- han sido exitosas, pero no alcanzan para la proyección nacional de la fuerza.

El axioma del poder macrista indica que el nada despreciable 16% que ostenta el jefe de gobierno porteño, adicional a un fuerte trabajo electoral en cinco provincias -que suman el 66,9% del electorado-, garantiza la llegada al sillón de Rivadavia. Sin embargo, el desdén federal demostrado por los armadores del PRO puede ser la garantía del fracaso de la gestión en un hipotético triunfo. El error de subestimar a 19 distritos provinciales, la equivocación de no “tener un gaucho en cada pueblo”, solo puede generar conflictos regionales que se expandan viralmente al resto de la nación.

Para graficar esto, vale la pena preguntarse en un hipotético gobierno macrista quien sería el interlocutor válido ante las provincias petroleras –que en su conjunto solo suman un 8% de la población– cuando surja un conflicto que amenace el abastecimiento de combustible a nivel nacional. O quien se encargara de un potencial conflicto por el fondo de tabaco en Jujuy. No está de más recordar que los orígenes del piqueterismo argentino se dieron en provincias del interior olvidadas por la gestión delarruista.

Faltando tan poco tiempo, al PRO solo le queda la búsqueda de una alianza con el FAUNEN para poder proyectar una fuerza nacional. Pero esto se asemeja más a una construcción de laboratorio que una situación factible. Si bien gran parte del anti peronismo argentino puede llegar a fantasear con una combinación de Elisa Carrio con Mauricio Macri -sazonada con un poco de Ernesto Sanz-, es de esperar que por un mínimo de coherencia ideológica el socialismo dominguero de Hermes Binner huya aterrorizado de tal construcción llevándose consigo el barniz progresista de esta neo-alianza.

Así, en el tablero de ajedrez en el que se desarrolla la política argentina, todo parece indicar que la definición será a través de las ramas del peronismo, tanto en su versión renovadora como en su versión neo-kirchenirsta. La cobertura nacional del movimiento fundado por el general Perón, desplegando su injustamente criticado eclecticismo filosófico, permite que el mismo se adapte mejor a la cambiante realidad argentina. Y ya lo dijo Charles Darwin: solo sobrevive quien mejor se adapta.

Sergio Massa y la iniciativa política

En las últimas semanas, la agenda política argentina estuvo marcada por el debate del anteproyecto de reforma del Código Penal Argentino. Así, el documento que se filtró a la opinión pública materializo un asunto que hace ya mucho tiempo viene ocupando los primeros lugares en la preocupación ciudadana: la inseguridad.

La comisión ad hoc a cargo de la elaboración del anteproyecto de reforma conto con un importante aval político, ya que en su integración contó con representantes del Frente para la Victoria, el PRO, la Unión Cívica Radical, y el Frente Amplio Progresista.

Dicha reforma contiene un aspecto indiscutiblemente positivo: la codificación en un solo corpus iuris penale de todas las normas de carácter penal que se encuentran dispersas en distintas leyes especiales, junto con las normas contenidas en el actual Código Penal. Así, este proceso de ordenamiento normativo traería numerosas ventajas en lo referente al estudio y aplicación del derecho.

Sin embargo, el anteproyecto contiene distintas disposiciones que -naturalmente- alteraron la sensibilidad social por su escasa rigurosidad punitiva. Así, el documento elaborado por la comisión especial ad hoc, reduce las penas para delitos de alto impacto social, tal como la trata de menores, donde la pena vigente de 10 a 15 años de prisión se reduce a una pena de 4 a 15 años, o el tráfico de estupefacientes cuya pena de prisión vigente es de 4 a 15 años y la propuesta legislativa la reduce a 3 a 10 años. De más está señalar que la eliminación de la prisión perpetua y de la reincidencia como agravante de los delitos son igualmente reprochables. En síntesis, el anteproyecto disminuye sensiblemente el aspecto punitivo contenido en las normas penales vigentes.

En el estudio de la dogmática penal, el objeto de la pena se explica a través de dos grandes corrientes: la corriente de la retribución y la corriente de la prevención. En la primera de ellas – la retributiva- la pena no busca la persecución de un fin socialmente útil, sino que en la imposición de un mal al transgresor, se retribuye, equilibra y expía la culpabilidad del mismo por el hecho cometido. Esta corriente ha sido dejada de lado por la moderna doctrina penal dado que, como se ha señalado, no busca la persecución de un fin útil para la sociedad.

En tanto que en la corriente de la prevención, en su carácter general, la misión de la prueba es ejercer sobre la comunidad una coacción mediante las amenazas penales y la ejecución de la pena para disuadir la comisión de futuros delitos. En su formulación clásica, la corriente de la prevención señala que nemo prudens punit, quia peccatum est, sed ne peccetur (ningún hombre sensato castiga porque se ha pecado, sino para que no se peque).

No puede ser dejada de lado en este breve análisis la fundamentación sociológica del aspecto punitivo. En tal sentido se aborda la célebre “teoría psicológica de la coacción” del gran jurista y sociólogo alemán Feuerbach, quien sostenía que el impulso delictual podía suprimirse en el potencial infractor si éste sabia con toda seguridad que el hecho iría seguido de una pena inevitable.

Toda esta evolución doctrinaria fue dejada de lado por parte de la comisión redactora del anteproyecto, dado que la eliminación de la reincidencia, en conjunción con la disminución de las penas, elimina cualquier incentivo para que el potencial transgresor de las normas evalúe la conveniencia de actuar en contra de la Ley.

Frente a este proyecto, Sergio Massa, ganador de las últimas elecciones legislativas en el principal distrito del país, tomó la iniciativa política de cuestionar dicho documento. La propuesta consistió en fijar en la agenda mediática nacional el tema para dar a conocer los pormenores del proyecto, como así también en una acción política directa, tal como la recolección de firmas para oponerse a su sanción.

La respuesta del arco político fue acusar al Frente Renovador de oportunismo, demostrando así un infantil enojo por haber perdido la capacidad de iniciativa política. Lograr la iniciativa política es la esencia del manejo del poder. Todo liderazgo político se sustenta en la capacidad de generar y mantener la iniciativa. Es lograr que el arco opositor a ese liderazgo reaccione tarde frente a las acciones y actúen a la defensiva, dentro de los temas o issues propuestos. Por caso, el maestro de la estrategia Sun Tzu en su célebre “El arte de la Guerra” dedica gran parte de su obra a explicar los beneficios de aquellos ejércitos que toman la iniciativa en el campo de batalla.

Por otra parte, el tomar la iniciativa política lejos está del significado peyorativo del oportunismo político. Cuando las iniciativas son positivas para la sociedad, no sólo consolidan el liderazgo político, sino que también representan un beneficio para la comunidad. ¿Quién se atrevería a acusar a Obama de oportunismo político por el programa de salud denominado Obamacare? ¿El kirchnersimo reconocería que fue oportunista al implementar la Asignación Universal por Hijo?

Como parte de su reacción tardía, la oposición al Frente Renovador decidió atacar las cualidades personales y profesionales del último ganador en el principal distrito del país. Se equivocan: La falacia ad hominem, es decir aquella consistente en dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quien es su emisor, constituye una pobre respuesta que sólo logra reforzar dicha afirmación y demostrar la carencia de argumentos propios.

De esta forma, el kirchnerismo -y su variante neo- junto al macrismo y al FAP, perdieron el centro del ring político en manos del Frente Renovador, ya que ninguno de ellos podrá alegar desconocimiento del anteproyecto por su participación directa en su formulación.

Así, el oficialismo deberá evaluar la conveniencia, mérito y oportunidad de seguir adelante con el anteproyecto de reforma, lo cual podría significarle un costo político mayor si el mismo lograra estado parlamentario y, posteriormente, sufriera una derrota legislativa.

No está de más aclarar que no se trata aquí de cuestionar los antecedentes profesionales y académicos de los integrantes de la comisión redactora. Nadie puede dudar que el Dr. Zaffaroni y el Dr. Gil Lavedra sean dos académicos notables del derecho argentino. No obstante, lo que aquí se cuestiona es el elemento ideológico detrás de la reforma que critica la utilidad social del poder punitivo.

Por otra parte, la política siempre da revancha. En una reciente encuesta de una prestigiosa consultora se señala que el narcotráfico encabeza las preocupaciones de la sociedad, que en un 83% la considera como un problema de la mayor gravedad. ¿Cuál será la fuerza política que tome esta iniciativa?

Independientemente de todo esto, en un país con un sistema político de cuño presidencialista y donde los liderazgos se construyen sólo desde los ejecutivos, es muy auspicioso que desde el poder legislativo se pueda imponer una agenda de temas que le preocupen a la gente