La democracia es la vía para salir de una década de autoritarismo

Nota escrita con Guillermo Yanco, miembro del Club Político Argentino

 

De un buen tiempo a esta parte existe el debate acerca del rol de la oposición, justo cuando ésta debe reconvertirse en alternativa para reemplazar al gobierno kirchnerista. No se trata ni de tácticas electorales ni de marketing político. Las elecciones del año próximo definen el rumbo de la República Argentina.

Muchos actores que reclaman hoy la unidad, conscientes del desastre institucional en el que está envuelto el país, dejaron sola a una no tan nutrida oposición y al campo en la 125; muchos otros aplaudieron o votaron la ley de medios porque era “progre” y muchos otros también fueron funcionarios del Gobierno en cargos de alta responsabilidad.

Nos permitimos dudar de la profundidad de su comprensión acerca de la marca que dejó el kirchnerismo y de la evaluación que hicieron sobre este gobierno; o porque no lo vieron venir y lo dejaron avanzar, o simplemente, porque no les convino ponerse enfrente. Continuar leyendo

La vía del cambio

Para promover cambios, primero tenemos que conocer cuál es la realidad nacional. Argentina ha dejado de ser un país con un sistema bipartidista. Hoy, la gran cantidad de fuerzas políticas y la presencia omnipotente de un partido predominante como el peronismo conspira contra quienes creemos en la institucionalidad. Este sistema, con un partido macrocefálico y partidos fragmentados condujeron a una Argentina centralista, con concentración de poder, con caudillismos y sus consecuencias sociales: pobreza y un desarrollo con baja competitividad y productividad. Es decir, un sistema político que es a la vez fragmentado y hegemónico y sobre todo ineficiente para construir un futuro de progreso permanente.

Las principales características del peronismo se exhiben en la búsqueda de pretender ser oficialismo y oposición, izquierda y derecha, simultáneamente; lo que coloca al sistema en enorme peligro, donde no hay debates para la alternancia y la sucesión en el poder, porque todo queda en familia. El 2003 nos dejó una clara muestra de cómo se opera internamente. El primero y el segundo fueron peronistas con un prefijo distinto al sufijo “ismo”. De Menem a Duhalde; de Duhalde a Kirchner. Una vez en el poder buscó consolidarse hegemónicamente al interior del movimiento y asimilando los territorios radicales, socialistas, liberales y de izquierda: navegó por la llamada “transversalidad”, a conquistar nuevos continentes políticos.

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