La especulación que es una capitulación

Durante la campaña por el ballotage en la ciudad, desde el PRO y Cambiemos se llevó a cabo una profusa operación para forzar a Martín Lousteau a bajarse de competir contra Rodríguez Larreta. La misma presión se viene ejerciendo sobre la candidatura presidencial de Margarita Stolbizer y Progresistas desde que la anunció en abril pasado.

Según esta visión, sus candidaturas, por el solo hecho de existir, serían funcionales al kirchnerismo. Es una posición bastante floja de argumentos y poco tolerante del juego democrático. Por más que ellos insistan, el país no está dividido en dos. Es cierto, hay dos extremos densos y bulliciosos de fanáticos e intolerantes, pero en el medio hay una porción anchísima de la ciudadanía (la famosa “ancha avenida del medio”) que no está dispuesta a resignarse a esa polarización ficticia. Mal haríamos los Progresistas, que hemos navegado en esas aguas los últimos 12 años, si nos diluyéramos en cualquiera de los extremos. Nuestro electorado no nos lo perdonaría nunca y, en el juego de la representación, nada hay más grave que la traición al propio electorado.

Irónicamente, el domingo 19 de julio, tras conocerse la victoria ajustadísima de Rodríguez Larreta sobre Lousteau (técnicamente, una diferencia del 1,5 % apenas), el que se bajó fue Mauricio Macri. Pero no se bajó de una candidatura como ya lo hizo otras veces. Se bajó de algo infinitamente más grave: se bajó de las ideas que vino sosteniendo desde que empezó en política e incluso antes, y sobre las cuales construyó su oposición al Gobierno nacional. No lo hizo precedido de ninguna reflexión autocrítica ni mea culpa. Lo hizo por susto, el susto que le dio el electorado de la ciudad que viene gobernando cómodamente desde hace 8 años. Continuar leyendo

Las visiones antagónicas en FAUnen

Las dificultades del FAUnen para constituirse como una opción nacional competitiva radican en las visiones antagónicas que anidan en su interior sobre las prioridades del 2015. Aunque traten de disimularlo, la reciente cumbre de San Fernando del partido radical sólo sirvió para ratificar esta situación.

Sucintamente, podemos identificar 3 prioridades divergentes.

Prioridad 1. “Recuperar la República”. La abanderada de esta postura es Elisa Carrió. Según esta visión, es imprescindible la unidad de todo el espacio político no PJ, a lo largo y ancho de país, detrás de una candidatura presidencial común, a definirse en las PASO.  De ahí la necesidad del acuerdo con el PRO de Mauricio Macri, única fuerza nacional que, pese a tener una importante representación del PJ, reuniría estas condiciones. Massa claramente no.

Esta estrategia exige la subordinación de las estrategias locales al proyecto nacional. No desalientan las opciones competitivas que pudiera haber a nivel local, sino que las encuadran a la prioridad construida a nivel nacional.

Prioridad 2. “Recuperar poder territorial”, o sea ganar la mayor cantidad de intendencia y gobernaciones en el país, sin entrar a analizar demasiado la gravitación política de los distritos. Representan esta postura la conducción de la UCR y los liderazgos locales con posibilidades ciertas de disputar con éxito sus distritos.

Este objetivo exigiría mayor amplitud a la hora de analizar alianzas a nivel local. Tienen claro que el adversario es el kirchnerismo y sus aliados del “aparato del PJ. Todos los demás pueden ser necesarios, aun cuando representen la versión del PJ disidente.

Desde esta postura, la necesidad de recuperar la República” queda relegada a un segundo plano. Es viable mientras no impida alcanzar los objetivos locales.

Prioridad 3. “Afianzar la centroizquierda”.  Expresan esta postura el Partido Socialista de Hermes Binner y el GEN de Margarita Stolbizer, que siguen presentándose como FAP (Frente Amplio Progresista). Con el mérito de gobernar decente y bastante eficazmente, una de las tres provincias más importantes del país, arrebatada, luego de un largo caminar, a una de las peores expresiones del “aparato del PJ”, ellos protagonizaron la mayor novedad que dejaron las elecciones presidenciales de 2011. Y con esos créditos –y una dosis de pragmatismo- se pusieron a construir con vistas al 2015.

Reconocen la importancia de recuperar la República y ganar gobernaciones e intendencias. Pero, para ellos, ambas cuestiones deben encararse de manera simultánea y solo tienen sentido si se hace desde una propuesta con un claro perfil ideológico progresista.

En este marco, la cumbre del radicalismo sirvió para ratificar con mayor nitidez su prioridad por las estrategias locales.

La única duda que pareciera quedarles es si este objetivo lo pueden alcanzar yendo con una fórmula presidencial surgida de la competencia interna del FAUnen tal como está ahora, o es necesario ampliar el nivel de acuerdo nacional con otras fuerzas (el PRO, el FR, ambos). Por eso, si bien se menciona la necesidad de convocar a una convención nacional partidaria, la fecha de su realización es incierta.

Por otra parte, el reclamo de ”redefinición de las reglas de funcionamiento” del Frente tendría la finalidad de garantizar que las decisiones sobre el esquema de acuerdos a nivel nacional estén en sintonía con estas prioridades. En otras palabras, que el FAUnen estará donde el radicalismo esté.

Habrá que ver cómo reaccionan sus socios luego de decodificar el mensaje, aunque visto el tiempo que falta para el comienzo del calendario electoral, es probable que la incertidumbre sobre el desenlace final de esta historia se mantenga un tiempo más.

El riego es que la incertidumbre termine debilitando no solo el Frente sino también las prioridades de cada uno, y que, al final de la historia, ninguna parte haya conseguido lo que tanto buscaba.