Venezuela, una sociedad fracturada

Venezuela es hoy una sociedad fracturada, que incluye a la oposición como dentro de las propias filas chavistas, y con un gobierno que parece desbordado. Las protestas sociales, de todos los sectores sociales y ángulos políticos, son reprimidas y las libertades individuales se ven gravemente afectadas. Las violaciones a los derechos humanos están a la orden del día. Human Rights Watch ha informado que la policía está actuando con brutalidad. Muertos, heridos, detenidos y torturados es el balance de la última semana.

Este cuadro, junto con el grave desorden económico y la reducción de la producción del petróleo, está haciendo tambalear al presidente Nicolás Maduro. Venezuela se encuentra al borde del precipicio financiero y enfrenta el riesgo de un colapso económico. El fracaso de la gestión gubernamental parece un hecho ampliamente reconocido como el creciente clima de disconformidad social ante la escasez de productos básicos. El país se encamina a la décima devaluación.

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Ginebra II no logró siquiera iniciar un tímido proceso de paz

La conferencia denominada Ginebra II para detener la guerra civil en Siria no logró iniciar siquiera un tímido proceso de paz y puso de manifiesto, en cambio, las diferencias casi irreconciliables entre todos los actores centrales. No hubo una sola idea diplomática que pudiera romper el enfrentamiento o extender el dialogo para establecer bases comunes para la conformación de un gobierno de transición. Damasco se opuso a cualquier hipótesis. Hasta los intentos de establecer un cese de fuego en zonas críticas y acordar corredores humanitarios para asistir a heridos y proteger a la población civil, enfrentó las mismas negativas rotundas. No hubo evidencias mínimas de voluntad negociadora.

Un resultado desilusionante aunque nada sorprendente a pesar de las expectativas generadas y de las dramáticas consecuencias humanitarias que vive Siria tras tres años de guerra civil. La reunión Ginebra II también ha dejado al descubierto las limitaciones diplomáticas de Naciones Unidas para destrabar un conflicto agudo. La confusión inicial sobre la invitación a Irán y la posterior anulación del convite, es una demostración de falencias de coordinación como de la reducida capacidad de la ONU para convencer voluntades en una situación de la magnitud de la crisis siria.

Sin embargo, la perseverancia diplomática tiene los ojos puestos en Ginebra III en la esperanza de continuar intentando destrabar la grave y compleja madeja que ha enfrentado a todos los países participantes. Es de esperar que se aprovechen los errores cometidos para enmendar conductas de gestión diplomática. La gravedad de la guerra en Siria exige urgentes respuestas de la comunidad internacional.

El hecho que los dos países centrales en la convocatoria de la reunión, Estados Unidos y Rusia, se sigan manteniendo distantes entre sí y otorguen mayor prioridad a la defensa de sus intereses individuales hace que la búsqueda de una solución negociada sea aun más difícil. Washington y Moscú tienen en gran medida el mango de la sartén. Ni uno ni otro han hecho o demostrado encontrarse a la altura de las circunstancias. Rusia, al seguir sosteniendo el régimen de Al Assad como si fuera una cruzada ideológica en aras de mantener influencia en Medio Oriente y en los recursos petroleros de Siria. Estados Unidos, por su parte, sigue dando señales confusas. Por un lado, se encuentra obnubilado por la presencia de Al Qaeda entre los combatientes rebeldes a punto de haber debilitado a la oposición moderada. Por otro, insiste en la apertura democrática. La breve conversación inamistosa entre los presidentes Obama y Putin, en las horas previas al inicio de Ginebra II, permitía ya pronosticar el desenlace de la conferencia.

Es lamentable el comportamiento de Washington y Moscú cuando los horrores de la guerra se multiplican cada día. Human Rights Watch ha denunciado, en las últimas horas, la barbarie gubernamental de destrucción de barrios enteros para castigar a la población civil. El desborde no tiene límite.

Drones: uso letal ilegal

El uso de drones se ha extendido de manera alarmante y se ha convertido en el arma de moda. Todos los países aspiran a utilizarlos. Las ventajas prácticas son obvias al permitir que los vehículos no tripulados efectúen acciones ofensivas sin riesgo de perder personal militar. También representa la posibilidad de que esas misiones no puedan ser identificadas de la misma forma que otras operaciones aéreas que llevan un claro distintivo de la nacionalidad a la que pertenece. Este sería uno de los motivos por los cuales la amplia mayoría del uso de drones de Estados Unidos esté conducido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y no por el Pentágono a pesar que el Departamento de Defensa cuenta con una flota propia de drones como lo demostró en Irak y en Afganistán.

Existe asimismo, en el caso norteamericano, un motivo jurídico. Las fuerzas militares de Estados Unidos no están autorizadas a efectuar actos hostiles fuera de una zona de guerra aun cuando algunos comandos específicos realicen acciones encubiertas que exceden ese marco. La CIA, en cambio, no tiene limitación alguna.

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