Misión diplomática de la OEA

La Organización de los Estados Americanos (OEA) necesita iniciar en el 2016 un urgente proceso de renovación que le permita asumir el papel central como órgano que reúne a todos los países del hemisferio. Derivada de la Unión Panamericana y esta de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, enfrenta el reto de reivindicar la misión original establecida en la Carta y, entre otros, establecer un marco eficaz de distribución de responsabilidades con otros organismos relevantes, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

El debilitamiento de la OEA de los últimos cinco años conspira con el propósito de contar con un órgano capaz de responder a los variados problemas del hemisferio. Ningún otro organismo regional tiene el cuerpo jurídico, la estructura y los programas de cooperación y asistencia de la OEA. La Carta Democrática Interamericana, el sistema interamericano de los derechos humanos, integrado por la Comisión (CIDH) y la Corte de San José, son de vital importancia para América Latina. Las misiones de observación electoral son otro de los pilares con mayor reconocimiento internacional. Esos mecanismos, entre otros, han contribuido a través de décadas al prestigio de la institución. Continuar leyendo

Gobernabilidad venezolana

Venezuela se encuentra ante un nuevo desafío para fortalecer la democracia y la plena vigencia de los derechos humanos. En esta nueva etapa la cohabitación entre chavismo y oposición será central, aunque, en virtud del pasado reciente, nada sencilla. En 17 años en ejercicio del poder inaugurado por Hugo Chávez, el oficialismo ha ganado 18 de 19 elecciones. Ese dato estadístico pone en evidencia la importancia de que el ciclo que se inicia logre una convivencia sin sobresaltos. También advierte sobre las dificultades. La desvanecida diplomacia regional debería recuperar presencia y ser central para ayudar a Venezuela en la delicada aspiración de establecer armonía para alcanzar mayor institucionalidad democrática.

La última elección, que permite que la oposición tenga mayoría en la Asamblea Nacional, es una manifestación de que la ciudadanía venezolana reclama una evolución para que Venezuela supere la debacle económica y los abusos políticos. Sin embargo, ni la oposición debería desconocer el papel que conforme a la Constitución le corresponde al Ejecutivo ni el Gobierno el claro mensaje de las urnas. Continuar leyendo

Diplomacia regional paralizada frente al Gobierno venezolano

La situación en Venezuela estremece a toda la comunidad democrática internacional y, por el alcance de los últimos acontecimientos, necesita de urgente asistencia regional. El asesinato de un líder político opositor en víspera de elecciones legislativas no es un hecho aislado. El terrible suceso criminal, que no puede quedar impune, se da en medio de una serie de graves persecuciones contra diversos dirigentes en lo que parece ser una estrategia que procura amedrentar y generar un clima temor. Tampoco es aceptable que el Presidente de Venezuela siga poniendo a las movilizaciones piqueteras por encima de las urnas o amenace con no cumplir con el resultado electoral. La democracia en Venezuela se ha transformado en un lamentable ejercicio de fuerza, violencia y miedo. El pronóstico no puede ser más oscuro.

La magnitud de lo que está ocurriendo hoy en Venezuela, como la fractura de su sociedad, no permite que América Latina siga ignorando la situación. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha señalado la necesidad de actuar ya, además de advertir sobre los riesgos de la escalada indeseable de violencia y la creciente violación a los derechos humanos. También ha afirmado: “Cada muerto en Venezuela duele en todas las Américas”. Continuar leyendo

La política exterior argentina que vendrá

Uno de los temas urgentes para el próximo Gobierno será equilibrar y reorientar la política exterior para que responda con mayor precisión y eficacia al interés nacional. Reubicar a la Argentina como país creíble y responsable en el escenario internacional es un desafío cada día más apremiante. Esa necesidad responde tanto a propósitos económicos como políticos para que el país se desenvuelva en las mejores condiciones en el siglo XXI y recupere el lugar que le corresponde para beneficio, en definitiva, de la gente y del aparato productivo, en particular de las pequeñas y medianas empresas, de las economías regionales.

La lista de temas que requieren actualización es amplia. En el ámbito regional el alicaído Mercosur necesita una obvia recomposición. Ya no es posible seguir ignorando los riesgos del creciente deterioro. Menos aún que se siga abstrayendo de lo que ocurre en el mundo. De las numerosas negociaciones multilaterales sustantivas en ninguna participa el Mercosur. Ese aislamiento ha quedado en mayor evidencia con el informe del Banco Mundial, Doing Business in 2016, donde los países miembros se encuentran en un índice muy poco favorable para hacer negocios. El contraste sobresale cuando se compara con la ubicación adquirida por los que integran la Alianza del Pacífico.

Unasur es otro capítulo para la reflexión. En los últimos años el ámbito sudamericano ha quedado reducido a solidaridades que chocan con los propios principios y valores que proclama defender. El caso más patético es Venezuela. Las gestiones diplomáticas ante los excesos del Gobierno venezolano han concluido en actitudes condescendientes con la represión, las violaciones a los derechos humanos y las limitaciones a las libertades individuales. Tampoco Unasur ha probado ser un instrumento útil en términos de integración física y mayor interconexión regional. Continuar leyendo

Por elecciones libres y transparentes en el país del petróleo

Las perspectivas políticas y económicas de Venezuela son cada día más comprometidas. El cuadro humanitario es alarmante y la tensión social crece en intensidad por la severa escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos. El PBI descendería un 5,4 % y la inflación podría superar el 100 %. El Gobierno muestra, sin ningún disimulo, una mayor vocación autoritaria que democrática para resolver los variados y dramáticos desafíos de la crisis. Han proliferado las violaciones a los derechos humanos y las libertades civiles, se acentúa la persecución y el encarcelamiento de opositores y crecen las limitaciones a la libertad de prensa. El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha puesto también de relieve la falta de independencia y autonomía del Poder Judicial. Solo el 34 % de los jueces son titulares.

En este contexto, las elecciones legislativas convocadas para fin de año no parecen contar, por el momento, con las garantías democráticas mínimas para asegurar comicios transparentes. También en lo que hace a la libre participación de las principales fuerzas políticas en campañas electorales, en particular por cuanto por primera vez en 16 años los 19 partidos de la oposición, agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática, tienen la posibilidad de ganar las elecciones parlamentarias. Sin embargo, es difícil ser optimista en un país donde se han afectado todos los elementos esenciales de la democracia representativa, como los parámetros de salvaguardia de la democracia previstos en la Carta Democrática Interamericana. Continuar leyendo

Excesos de represión y condescendencia diplomática

Los excesos de represión en Venezuela son cada día más alarmantes. Informes de Naciones Unidas confirman graves violaciones a los derechos humanos e incluso casos de tortura. Un número muy importantes de opositores se encuentran encarcelados y es muy difícil imaginar que el próximo proceso electoral de renovación de la Asamblea Nacional pueda desarrollarse en un marco transparente. Tampoco existen garantías mínimas para que la oposición participe con una opción electoral distinta a la del oficialismo. Eso es considerado de por sí como desestabilizante.

En ese marco pensar que Venezuela es aún una democracia representativa en el marco de su propia Constitución o en los términos de la Carta Democrática Interamericana, es una falacia. La realidad muestra una atmósfera política en la que se están traspasando todos los límites admitidos. Incluso el Estado de Derecho es de una gran precariedad donde se han desvanecido las garantías jurídicas.

En ese contexto, adquiere singular importancia la actitud del ex presidente de España, Felipe González, que ha expresado disposición de asumir la defensa legal de presos políticos, en particular de Leopoldo López y Antonio Ledesma. Otras personalidades de la región, como Fernando Enrique Cardozo, se han sumado a la iniciativa. La situación venezolana es tan grave que hasta el maniatado Secretario General de UNASUR ha ponderado el gesto de Felipe González.

Ya en noviembre pasado un grupo de ex mandatarios latinoamericanos habían expresado la preocupación por la falta de garantías jurídicas en Venezuela. El grupo estaba integrado por Ricardo Lagos (Chile), Alejandro Toledo (Perú), Fernando Enrique Cardozo (Brasil), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Oscar Arias (Costa Rica), Andrés Pastrana (Colombia), Jorge Quiroga (Bolivia) y Osvaldo Hurtado (Ecuador). Lamentablemente la lista no incluía a ex presidentes argentinos.

Es evidente que, ante el delicado cuadro venezolano y la absoluta inacción de la diplomacia regional, el único camino para ayudar a Venezuela es la asistencia internacional no gubernamental, compuesta por la voz de aquellos que no tienen temor por las represalias del régimen venezolano. Resulta penoso que los presidentes de América Latina sean tan condescendientes con un gobierno que se encuentra violando los principios esenciales sobre los cuales desde hace varias décadas se asienta la convivencia hemisférica, entre otros, la defensa de la democracia y los derechos humanos.

La Argentina, lamentablemente, parece haber descartado de la política exterior la importancia que revisten los valores y principios internacionalmente reconocidos. Un exceso de pragmatismo parece impregnar toda su diplomacia. El comportamiento con Venezuela es quizás la muestra más dolorosa de ese abandono y la pérdida de un comportamiento mínimamente ético en las relaciones internacionales.

Venezuela: reaccionar antes de que sea tarde

La grave crisis venezolana amenaza con ser motivo de fractura en el ámbito regional y la próxima Cumbre de las Américas en Panamá puede ser escenario de esa tensión. La pretendida solidaridad latinoamericana con el régimen de Nicolás Maduro está llevando a América Latina y el Caribe al límite de lo que cada gobierno puede tolerar. Muchos países esperaron que Unasur fuera un instrumento diplomático más efectivo para hacer entender a Caracas sobre la necesidad de evitar excesos en materia de derechos humanos como en lo que hace a la vigencia del estado de derecho. Sin embargo, el resultado fue inútil ante un comportamiento diplomático que siguió apañando los desbordes autoritarios. Continuar leyendo

Cumbre del Mercosur: resultados desilusionantes

La reciente Cumbre del Mercosur, tras una larga serie de postergaciones, deja un balance que merece cuidadosa reflexión. De los extensos y variados comunicados de la reunión, la agenda política parece haber opacado los propósitos comerciales a punto que dio la impresión que los objetivos del Tratado de Asunción, documento básico del proceso de integración, se encontrarían lacrados en un cajón. No hubo ningún acuerdo relevante de orden económico.

El Comunicado Conjunto del Consejo Mercado Común es básicamente una lista de buenos propósitos comerciales donde cada país incluyó, como en un catálogo, los puntos que más le interesan. Sin embargo, se eludieron los temas centrales para revitalizar de manera efectiva la integración subregional.

A más de 25 años del objetivo de crear un Mercado Común, los resultados son todavía desilusionantes. La escasa relevancia de la reunión de Caracas, que pareció un espejo de Unasur, fue puesto en evidencia por el Presidente del Uruguay, José Mujica, al sugerir como alternativa a futuras reuniones el uso del teléfono.

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Venezuela, una sociedad fracturada

Venezuela es hoy una sociedad fracturada, que incluye a la oposición como dentro de las propias filas chavistas, y con un gobierno que parece desbordado. Las protestas sociales, de todos los sectores sociales y ángulos políticos, son reprimidas y las libertades individuales se ven gravemente afectadas. Las violaciones a los derechos humanos están a la orden del día. Human Rights Watch ha informado que la policía está actuando con brutalidad. Muertos, heridos, detenidos y torturados es el balance de la última semana.

Este cuadro, junto con el grave desorden económico y la reducción de la producción del petróleo, está haciendo tambalear al presidente Nicolás Maduro. Venezuela se encuentra al borde del precipicio financiero y enfrenta el riesgo de un colapso económico. El fracaso de la gestión gubernamental parece un hecho ampliamente reconocido como el creciente clima de disconformidad social ante la escasez de productos básicos. El país se encamina a la décima devaluación.

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Acciones preventivas contra Venezuela

Estados Unidos parece haber iniciado acciones preventivas contra Venezuela para impedir que Caracas concrete el otorgamiento de asilo político a Edward Snowden tal como ha sido anunciado por el presidente Nicolás Maduro. La Casa Blanca está firmemente decidida a que eso ocurra con un desertor que estima ha afectado cuestiones sensibles y vitales para su seguridad nacional.

Ya Washington había enfatizado con claridad, a todos los países, que cualquier desafío que represente una protección al ex agente norteamericano tendría “graves repercusiones”. El mensaje, independiente de la opinión que merezca, no contiene ambigüedades.

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