El fin de Boudou no es el fin de la corrupción

Un documento de trescientas treinta y tres hojas firmado por un Juez es la estrella del momento. El auto de procesamiento firmado por Ariel Lijo en el que le imputa a Amado Boudou los delitos de cohecho pasivo  y negociaciones incompatibles con el ejercicio de sus funciones hizo renacer la esperanza para una gran parte de la población y la totalidad del arco opositor. Se muestran ilusionados con una condena judicial por un hecho de corrupción a un funcionario público.

En un clima marcado por las contradicciones, el júbilo por encontrar resguardo y contención en el Poder Judicial—que hasta el día de ayer solo garantizaba impunidad—se mezcla con el recuerdo de los reiterados actos de corrupción comunes al actual gobierno y a todos sus predecesores. Las reacciones de los políticos opositores en Twitter dan cuenta de estos sentimientos.

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