Sturzenegger en una lección

Estamos mal, pero vamos bien. Es la conclusión a la que he llegado luego de escuchar el diagnóstico que el presidente Mauricio Macri ofreció en el Congreso al inaugurar las sesiones ordinarias de este 2016. Es la conclusión a la que he llegado también luego de leer la disertación que el Dr. Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central de la República Argentina, ofreció como expositor invitado a la sesión ordinaria de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (se puede leer aquí).

Su exposición me recordó a un clásico de la economía. Me refiero a La economía en una lección, de Henry Hazlitt (1946). Un libro que he recomendado durante años a toda persona que desee tener una primera introducción a esta ciencia. Se analizan allí falacias económicas diversas que, en los últimos años de esta vapuleada Argentina, se han convertido en una nueva ortodoxia.

¿Pero cuál esa famosa lección? Consiste en la tendencia a considerar exclusivamente las consecuencias inmediatas de una política o sus efectos sobre un grupo particular, sin inquirir cuáles produciría a largo plazo y sobre toda la comunidad.

El libro en cuestión repasa diversos casos, como las obras públicas, el efecto de los impuestos o el crédito estatal sobre la producción, el odio a la máquina, los planes sociales, los aranceles, los controles de precios, el proteccionismo sobre una industria en particular, el salario mínimo, la inflación o el injustificado ataque de algunos economistas al ahorro, entre otras cuestiones. Continuar leyendo

Balance del primer mes de gestión

Este 10 de enero se cumplen los primeros treinta días del Gobierno de Mauricio Macri y el cambio de modelo económico es una realidad. No podían enfrentarse los desequilibrios fiscal, monetario y cambiario si se mantenía la misma política económica. El nuevo equipo no tardó en ofrecer señales claras y avanzar en varios frentes a la vez. ¿Qué se hizo y qué es lo que falta?

Comenzando por el frente fiscal, el Gobierno eliminó retenciones a la industria y a los productos agropecuarios, excepto para la soja, que se redujo de 35 a 30 por ciento. La apuesta consistió en recuperar las economías regionales mejorando los incentivos, tanto por reducción de la presión tributaria que recaía sobre el sector como por supresión del cepo cambiario, que lo contenía acorralado en los márgenes de ganancia. La medida contribuiría, en paralelo, a incentivar en la inmediatez a los productores agropecuarios para que liquiden las cosechas y ayuden con ello a engrosar las debilitadas reservas del Banco Central. Continuar leyendo

El desarrollismo de Frondizi

Mauricio Macri enfrenta un contexto económico similar al que enfrentó Arturo Frondizi en 1958, con agudos desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios. Los historiadores que resumen aquel período destacan el déficit fiscal y la sobredimensión de empleo público, la monetización de dichos déficits con su consecuente inflación y la escasez tanto de divisas como de reservas del Banco Central (BCRA) para sostener un peso fuerte. También para importar materias primas, productos intermedios y bienes de capital, indispensables para la industria.

El “estrangulamiento” —entendido como la falta de divisas para sostener el crecimiento económico de la industria por su necesidad de insumos importados— aparecía como un problema estructural generado por tres décadas de proteccionismo y la aplicación de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones que sólo había logrado estancar a la economía argentina desde la gran depresión de 1930. La producción agropecuaria no era ajena a esas dificultades y declinaba tanto por los bajos precios internacionales como también por el exceso de regulaciones y controles, incluyendo retenciones a las exportaciones. Continuar leyendo

Los mayores errores de la gestión Kicillof

El ministro de Economía, Axel Kicillof, fue entrevistado recientemente por Joaquín Morales Solá y nos dejó -en 35 minutos- interesantes argumentos para defender su administración de la política económica.

En la entrevista arremetió una vez más contra los economistas ortodoxos, defendió la política de desendeudamiento, de reindustrialización y de inclusión social, enfatizó el fuerte crecimiento económico que el país experimentó desde 2003, recordó la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas. Se apoyó sobre ciertos economistas como Miguel Ángel Broda, Orlando Ferreres y Carlos Melconian para señalar que la economía está bien, creciendo un 1 %, que la inflación se desaceleró de un 40 % a un 25 % -sin recetas ortodoxas-, que las reservas están estables, que no hay problemas con los vencimientos de deuda, lo que deja una buena herencia para el próximo Gobierno, garantizando continuidad del modelo luego de 2015.

Cuando se le cuestionó el bajo crecimiento, el ministro de Economía explicó el complejo contexto internacional que nos acompaña, con caída en los precios de los commodities, con las locomotoras de China y Estados Unidos bajo ciertas dificultades y con Brasil en recesión.

Es precisamente ese contexto el que lo obligó a decidir aplicar una política contracíclica desde principios de 2014 para estimular el consumo interno mediante planes y programas, apoyado en un supuesto consenso de los economistas en las recetas keynesianas que se presentan en todos los manuales de macroeconomía y política económica. Continuar leyendo

El necesario ajuste del que no se habla

En dos columnas previas intenté imaginar lo que podría ser la política económica de los dos candidatos firmes a suceder a Cristina Fernández de Kirchner como presidente de la nación argentina: Mauricio Macri y Daniel Scioli. En las dos oportunidades intenté sistematizar las propuestas que sus asesores, sus equipos económicos o ellos mismos plantearon ante distintos medios, pero en ningún caso planteé si aquellas propuestas son suficientes para corregir los desequilibrios actuales.

En esta oportunidad me propongo explicar el error fundamental que los equipos económicos de ambos cometen al ignorar el necesario ajuste, propio de un error de diagnóstico que puede costar caro a un eventual próximo gobierno de cualquiera de los dos candidatos.

No está de más aclarar que los economistas trabajamos como los médicos: hacemos un diagnóstico de una situación dada a través de ciertos indicadores (actividad económica, empleo, presupuesto de ingresos y gastos, índice de precios, balanza de pagos, balance del Banco Central, índices de confianza, etc.) y planteamos una solución que puede contener efectos indeseados, lo que no significa que ignoremos esos efectos o los deseemos.

Los equipos económicos de Scioli y Macri no advierten correctamente la magnitud de los problemas que enfrentarán. Parten de un diagnóstico erróneo que no sería problemático si solo fuera parte de la campaña política en la que compiten, pero sí lo será si realmente creen que el escenario macroeconómico de 2016 solo requiere de ciertos retoques al modelo. Continuar leyendo

Imaginando un eventual gobierno de Scioli

A principios de mayo pasado publiqué una nota imaginando la política económica de un eventual gobierno de Mauricio Macri y el PRO. Hoy me propongo hacer lo mismo con el otro candidato a presidente que lidera las encuestas, aunque la información en este caso es más limitada.

Daniel Scioli ha intentado en los últimos años alinearse en su discurso con el modelo kirchnerista, aunque al evaluar su gobierno en la provincia de Buenos Aires, o los comentarios y las entrevistas que han ofrecido sus asesores, se puede advertir cierta confrontación con el kirchnerismo puro, que es en definitiva lo que provoca cierta desconfianza aun entre sus propios seguidores.

Sostenemos aquí que la política económica de Scioli estaría en una posición intermedia entre la que representa Axel Kicillof, como continuidad de la política económica actual, frente a los comentarios de sus asesores, y en particular del consultor Miguel Bein y el expresidente del Banco Central Mario Blejer, que es, en definitiva, corregir los desequilibrios y tomar un nuevo rumbo. Continuar leyendo

De Lavagna a Kicillof, un único modelo

Ante el ya evidente fracaso de la política económica populista del kirchnerismo en los diez años que van desde 2003 a 2013, surge cierta literatura que busca rescatar a algunos responsables directos de los acontecimientos actuales.

Eduardo Duhalde intentó rescatar por ejemplo a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, al punto de candidatearlo como una persona de experiencia para resolver la situación actual. Martín Redrado o Martín Lousteau escriben decenas de columnas críticas en las que intentan separarse del actual gobierno, cuando hace unos pocos años acompañaron el proceso. Es cierto, se podrá decir que desde 2007 Cristina Fernández de Kirchner se ocupó personalmente de profundizar ese mismo populismo que “nació” post-convertibilidad, pero cada uno de estos tres economistas tuvo su responsabilidad en la actual situación que sufrimos.

Para empezar, diré que la salida de la convertibilidad fue la peor que se podía haber diseñado. Eduardo Duhalde acusa al gobierno actual de improvisación, cuando él mismo prometió devolver dólares a quienes depositaron dólares, y sólo unos días después pesificó todos los depósitos y fue el responsable de la mayor estafa al pueblo argentino de las últimas décadas. En segundo lugar, hay que ser claros en que esa devaluación, que implicó el abandono de la convertibilidad y que hoy es vista como el comienzo de la “década ganada”, en realidad nos dejó con otra “década perdida”. Es cierto que entre 1998 y 2001 la economía estaba estancada y con alto desempleo, pero la devaluación convirtió esa crisis en una profunda depresión que hizo caer el PIB más del 10 % en 2002, además de destruir el Estado de Derecho.

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Escenario económico tras las elecciones legislativas

Las elecciones legislativas dejaron un panorama político complejo de cara a las elecciones de 2015. El kirchnerismo fue derrotado en la mayoría de las provincias, pero se mantiene como la principal minoría a nivel nacional y su candidato en 2015, sea el gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, el entrerriano Sergio Urribarri o el chaqueño Jorge Capitanich, tendrá una presencia fuerte en la próxima presidencial. La oposición se dividió victorias en distintas jurisdicciones. Mauricio Macri, a través de sus candidatos, se hizo fuerte en la Ciudad de Buenos Aires y comenzó un posicionamiento nacional para el PRO. Sergio Massa logró una amplia victoria en la Provincia de Buenos Aires y se presenta como una alternativa dentro del justicialismo si tomamos en cuenta su alianza con intendentes del partido. Julio Cobos hizo lo propio en Mendoza y podrá ser el candidato del radicalismo. Hermes Binner en Santa Fe y Pino Solanas -como senador- en la Ciudad de Buenos Aires lograron resultados históricos para el socialismo. La dispersión de los votos deja claro que el éxito de estos candidatos en ganar las elecciones de 2015 dependerá de los acuerdos y las alianzas, pero estos escenarios mejor dejarlos para los politólogos.

Lo que me propongo analizar aquí es el escenario económico argentino de los próximos dos años y para eso, lo mejor es tomar las palabras de los propios dirigentes del oficialismo. Resumiendo: aquí no ha pasado nada. Una coyuntura electoral legislativa no cambiará el rumbo que tomó el gobierno hace 10 años.

Los problemas de la economía argentina se representan en tres desequilibrios básicos en el frente fiscal, monetario y cambiario, pero se podrían ordenar con voluntad política.

1. Desequilibrio fiscal

En el frente fiscal el gobierno año a año presenta un nivel de gasto muy elevado en comparación con los ingresos que genera la recaudación tributaria. En 2013, por ejemplo, el presupuesto ejecutado (según estimaciones oficiales) probablemente termine siendo 15% mayor al autorizado por el Congreso y el resultado financiero pasaría de un superávit de $ 587 millones a un déficit cercano a $ 45.000 millones. Esto viene ocurriendo desde hace siete años, aunque en 2007 la diferencia llegó a ser del 30 %. En este sentido, el Presupuesto aprobado por el Congreso vuelve a ser letra muerta como lo fue en los años ’80, y el déficit estimado para 2014, según un informe de Cippec, alcanzaría los $ 65.000 millones.

2. Desequilibrio monetario

La principal fuente de financiamiento de este déficit fiscal ha sido su monetización, lo que se observa en un crecimiento interanual de la base monetaria en torno al 40%. Mercedes Marcó del Pont ya ha declarado en reiteradas ocasiones que no existe “independencia del Banco Central”, y que la función de la autoridad monetaria es asistir al gobierno cuando lo requiera. Esto garantiza una aceleración de la inflación, pues el gobierno inundará al mercado de pesos. Esto además presionará sobre el tipo de cambio oficial y sobre el “blue”, siendo muy difícil establecer un “techo” para la divisa.

Una alternativa que baraja el gobierno es acceder a deuda externa, aunque aquí se abren dos interrogantes. El primero es si el gobierno realmente desea tomar este camino cuando ha criticado al menemismo por hacerlo. Los mismos integrantes del oficialismo ofrecen respuestas contradictorias. El segundo es si el gobierno podrá acceder a tomar deuda, más allá de su voluntad, y si lo hacen, a qué costo financiero.

Es que se ha hablado mucho de una política de desendeudamiento, pero esto es sólo un mito. En diciembre de 2001 el stock de deuda pública, al momento de anunciarse el default, sumaba US$ 144.222 millones (fuente ASAP). En diciembre de 2011 la deuda pública total subió a US$ 178.963 millones y en junio de 2012 a US$ 182.741 millones (fuente MECON).

3. Desequilibrio cambiario

En el frente cambiario, la economía muestra un “retraso” que se evidencia en el tipo de cambio real. Cuantificar ese retraso es todo un debate, pero varios analistas lo han estimado con el índice Big Mac en torno al 40%, más del doble de Finlandia, Brasil y Francia, países que siguen en la lista.

Una posible devaluación y un cambio en el “cepo cambiario” están en la agenda del gobierno, pero es factible que estas políticas “aisladas” sólo agraven el problema.

Conclusión

En este contexto, el gobierno debe prender una vela para que haya cosechas récord y a la vez, apuntar a que la próxima Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, amplíe la política de liquidez que viene tomando Ben Bernanke. Si esto ocurre, aumentarán aun más los precios de los commodities y esto elevará la recaudación tributaria por derechos de exportación.

Decía al comienzo que estos desequilibrios tienen solución, sin embargo, las propuestas implican necesariamente un cambio de rumbo. El gobierno elige seguir su camino, independientemente de que el pueblo le ha dado la espalda en las urnas. La economía argentina es una olla hirviendo, y el déficit fiscal, la inflación y el retraso cambiario garantizan que estos dos últimos años de kirchnerismo no serán tranquilos.