Por: Adrián Ravier
Las recientes elecciones primarias dejaron a los analistas políticos con la sensación de que la elección presidencial se terminará polarizando entre el PRO y el oficialismo.
En este sentido, nos preguntamos qué haría el PRO a nivel nacional en caso de ser gobierno. Es cierto que no se ha presentado aún un plan concreto sobre cómo se solucionaría cada uno de los problemas identificados, pero sí se puede afirmar que Mauricio Macri -el candidato presidencial y líder del partido-, ha dado numerosas evidencias de lo que haría si llegara al gobierno. Aquí ordenamos parte de sus anuncios y agregamos aquello que consideramos necesario para que el plan sea consistente y factible.
Comenzando con el plano internacional, Macri cambiaría el eje Argentina-Venezuela-Bolivia-Ecuador por lazos estrechos hacia Estados Unidos, Europea, Asia, África y el Mercosur. El objetivo es volver al mundo con acuerdos bilaterales como los de Chile, y sin discriminar a una región respecto de otra. Priorizar un acuerdo con el Mercosur y desde el bloque negociar con el mundo no parece factible en el corto plazo, pero sí se privilegiará recuperar el libre comercio con nuestro vecino más importante. Si el contexto internacional de liquidez se mantiene, Argentina debería recibir mayor inversión extranjera directa de lo que ha recibido en los últimos 12 años, recuperando un rol protagónico junto a Brasil y México, y aprovechando la necesidad que China tiene de nuestros productos, tanto en alimentos como en lo que refiere a insumos.
En el plano local, y siempre insistiendo en recuperar los mercados perdidos, el modelo que Macri plantea es el de fortalecer la agro-industria. Aquí es donde juega un rol central su principal propuesta en campaña para el campo de eliminar las retenciones y los ROEs.
En el mercado cambiario, y para resolver el atraso cambiario que tiene a la industria en recesión desde hace 20 meses, imagino una fuerte devaluación producto de eliminar el cepo cambiario y de dejar flotar el peso. Tras una suba importante, el tipo de cambio se estabilizará e imagino una nueva convertibilidad o tipo de cambio fijo.
Aquí preocupa el impacto inflacionario que esa devaluación puede tener, por lo que resulta imperioso dar señales claras de que el Banco Central de la República Argentina abandonará por completo la monetización de los déficits públicos.
Sin emisión monetaria y sin retenciones, el plano fiscal queda debilitado. Macri apuesta a que la recaudación tributaria aumente producto de la mayor confianza que generarán sus políticas y la mayor inversión consecuente.
Cualquiera sea el éxito que Macri puede tener en fortalecer los ingresos por la vía de la actividad económica, resulta fundamental en el plano internacional acordar una renegociación de la deuda en default. Esto tiene un doble objetivo: por un lado fortalece las instituciones y abre las puertas al mundo, pero además, permite financiar el desequilibrio fiscal que se vaya generando en la transición al ordenamiento de las cuentas públicas.
Para no abusar del endeudamiento externo, el gasto público se verá reducido desde los primeros meses, con incrementos en las tarifas de los servicios y el transporte público, lo que le permitirá eliminar parcialmente los subsidios. Además, se alentará la competencia en los mercados internos, eliminando todos los controles de precios máximos, sugeridos o cuidados. La competencia promete ser más eficiente para sostener el nivel de precios que los “precios cuidados”.
La promesa de campaña fue sostener los planes sociales, pues constituyen un derecho adquirido, pero difícilmente se observe la creación de nuevos programas semejantes. La apuesta consiste en que los beneficiados de estos planes comiencen a ocupar empleos formales gracias a la generación de confianza y las nuevas inversiones, y entonces vayan renunciando gradualmente a aquellos beneficios.
Si finalmente el traspaso del poder político en diciembre es ordenado y pacífico, las reformas no requieren implementarse a modo de shock, sino de forma gradual y sin sobresaltos.