Por: Juan Ramón Rallo
Podemos se molesta porque se lo relaciona con Venezuela. En parte, puedo entender ese enfado: en lugar de centrar el debate en España, se desvía la atención a otro país. Pero la forma de contrarrestar la vinculación Podemos-Venezuela, en caso de ser inexistente, sería muy sencilla: “Dejen de vincularnos con el deplorable y desastroso régimen bolivariano, porque no tenemos nada que ver con él y lo condenamos tanto o más que ustedes”.
En cambio, el argumento de Podemos suele limitarse a: “Hablar de Venezuela no toca. Punto. Voy a intentar minimizar mis declaraciones sobre ese país, porque no toca hablar sobre ello”. Cuando uno no quiere entrar a valorar el fondo de un asunto acerca del que (quizá abusando electoralistamente de la cuestión) se te está inquiriendo continuamente, quizá sea porque haya algo de ese fondo que deseas ocultar.
Y, más allá de muy accesorias cuestiones de financiación, lo que a mí de verdad me preocuparía es que lo que se esté ocultando sea una sintonía ideológica de fondo con el régimen venezolano. La misma sintonía que, por cierto, muchos dirigentes de Podemos mostraban abiertamente antes de crear Podemos.