Cultura y paz

Iván Petrella

“Lograr la paz es mucho más que silenciar las armas. Lograr la paz es desarmar nuestro espíritu, promover la convivencia, reconocer la belleza de la diversidad, en todo esto la cultura es fundamental”, fueron las oraciones que más me gustaron del discurso del presidente colombiano Juan Manuel Santos.

Lo dijo en la apertura de la Cumbre Iberoamericana de Ministros de Cultura, en Cartagena de Indias, Colombia, donde tuve el honor de representar al ministro Pablo Avelluto y a nuestro país. El espacio iberoamericano se compone de 22 países y estábamos reunidos para compartir ideas, mejores prácticas, aprendizajes. Tengo que destacar el gran recibimiento al nuevo Gobierno de Cambiemos. Todos los países expresaron el deseo de que la Argentina se involucre de manera más activa en la agenda cultural iberoamericana y global. Es fundamental que así sea.

El gran problema de la pobreza y la desigualdad que azota a toda la región, por ejemplo, no se puede solucionar sin un ambicioso programa cultural. Hay que hacer cloacas, calles y escuelas. Pero la arquitectura física de por sí sola no alcanza, hace falta también la arquitectura social, el saneamiento de un tejido social lastimado por años de crisis y conflictos. Es un desafío netamente cultural, de cambio cultural.

Los desafíos globales también demandan soluciones que no escapan del ámbito de la cultura. El problema del cambio climático, por ejemplo, no se va resolver solamente desde la inversión en energías renovables. Requiere de un cambio de conciencia ciudadana. El drama de los más de cincuenta millones de refugiados obviamente surge de guerras y Estados fallidos, pero también es el producto de la incapacidad de trasladar la noción del “nosotros” a personas que hoy se ven como “ellos”. Expandir las fronteras de la solidaridad es otro desafío cultural. La Argentina, por su peso político y su tradición, puede y debe jugar un papel relevante en estos ámbitos y debates globales.

Todo esto son ecos de las palabras del Presidente colombiano que vale la pena leer de nuevo: “Lograr la paz es mucho más que silenciar las armas. Lograr la paz es desarmar nuestro espíritu, promover la convivencia, reconocer la belleza de la diversidad”. Y se dijeron en Colombia, donde existe la posibilidad de cerrar el conflicto armado más antiguo del hemisferio; uno que ya tiene cincuenta años de sangre y en el que desfilaron grupos de extrema izquierda, de derecha, represión estatal por fuera de la ley y cárteles de narcotráfico, entre otros. Y lo peor: miles y miles de inocentes asesinados y desplazados.

Ojalá que se abra una nueva etapa de convivencia, solidaridad y aprendizaje entre todas las identidades culturales que integran Iberoamérica. Tenemos mucho para ofrecer al mundo.