Cuando Axel Kicillof llegó al gobierno –en sus distintas funciones- el periodismo recordó su formación marxista. El ahora ministro de Economía pidió a la prensa –con razón- que dejen de “agitar fantasmas”. No estaba en sus intenciones imponer en la Argentina el ideal comunista. Tal es así que concluí en otra nota, que Kicillof venía a ser un “Keynes argentino”, intentando fortalecer el rol regulativo del Estado.
En la entrevista que ofreció con posterioridad al anuncio de Capitanich sobre la flexibilización cambiaria, Kicillof mostró su preocupación porque los exportadores acopian cereales, particularmente soja, “para especular y presionar una devaluación”. Lo que Kicillof no parece comprender, sin embargo, es la lección básica que la economía moderna nos enseña: “los individuos se comportan bajo incentivos.”