“Esto es América, chicos”, dijo Roberto García cuando los jugadores argentinos le cuestionaban al árbitro sus decisiones en el partido Argentina-Colombia. El fútbol argentino pasa por Messi y los rivales saben que deben detenerlo. Si además el árbitro no protege con tarjetas la estrategia sistemática de golpearlo, su rol se reduce a recibir faltas y ejecutarlas. Argentina llegó a la final de la Copa América con un Messi anulado, pero con la aparición esporádica de otras figuras. La final con Chile fue una expresión más de esa estrategia. Apenas recibía la pelota, Messi era golpeado duramente, sin que el árbitro amonestara la actitud de ese jugador. Continuar leyendo