El término certeza procede del latín certus, que puede traducirse como “preciso o seguro”.
La certeza es el conocimiento claro y seguro de algo.
Hace tiempo que en la Argentina las certezas han dejado de existir. Todo lo que hay son dudas, incertidumbres e inseguridades.
Desde el punto de vista económico, está a la vista la falta de previsibilidad. Tanto el empresario como el trabajador desconocen qué ocurrirá en un mes vista. El desempleado no sabe cuánto tiempo seguirá en esa condición. Los niveles de pobreza aumentan y los distintos índices de la economía fluctúan sin una lógica determinada. La falta de claridad en este escenario es alta.
Judicialmente nos encontramos con un panorama similar. Un Poder Judicial sumamente partidizado en donde, dependiendo quién sea el juez o el fiscal que tenga a su cargo tal o cual investigación, dependerá con qué éxito o no terminará la misma. La falta de certidumbre se hace presente nuevamente.
Desde la vuelta de nuestra democracia, cada presidente ha tenido su propia Corte, y por lo tanto, los fallos de nuestro máximo tribunal han seguido el camino de los distintos poderes de turno. Las desconfianzas siguen.
En la política también hay incertidumbre. Los partidos políticos como instituciones básicas y fundamentales para un sistema democrático, en su mayoría han implosionado hace muchos años pasando a denominarse “espacios”. Los distintos “espacios” políticos muestran muchas debilidades, ya que al no estructurarse sobre una base institucional, los pases de dirigentes de un lado a otro están a la orden del día. Es imposible realizar análisis políticos serios sin contar con el auxilio de la psicología, puesto que al ser sumamente personalistas, lo que piense y cómo lo piense el referente de cada “espacio” determinará finalmente su accionar. Otra vez la carencia de institucionalidad en los partidos políticos hace que las dudas e inseguridades continúen.
El triste hecho ocurrido en la noche del domingo 18 de enero con la sugestiva muerte del Fiscal de la Unidad Especial de Investigaciones AMIA, el Dr. Alberto Nisman, quien investigaba uno de los hechos más emblemáticos de nuestra historia que aún hoy clama por certezas, pone en clara evidencia una vez más la incertidumbre sobre un país que no termina por encontrar un rumbo claro y definido. Pone una vez más un manto de duda sobre lo ocurrido. Las faltas de respuestas siguen.
La debilidad institucional en la que todavía se encuentra la Argentina desde el 2001, pone en serios riesgos la gobernabilidad, ya que ni las certezas ni la justicia aparecen con contundencia.
Lamentablemente, sin instituciones sólidas y sin confianza en las mismas, las certezas nunca volverán.
Es imprescindible que las distintas fuerzas políticas encuentren puntos de acuerdo que se sostengan en el tiempo. Que puedan transmitir a la ciudadanía certidumbres sobre dichos acuerdos. Es fundamental también dotar a nuestro sistema judicial de personas comprometidas e independientes, capaces de resistir con herramientas institucionales eficaces los intentos desbordantes de control por parte del poder político.
Nuestro país camina en estas horas por umbrales sumamente riesgosos. Es fundamental para la salud republicana que este hecho sea realmente esclarecido y, que de una vez por todas se le pueda dar respuestas y certezas a una sociedad que viene reclamándolas hace muchos años.